El dios de Pueblo Viejo: un monstruo de doble cara
Los vecinos de una de las mayores minas de oro del mundo, en Rep¨²blica Dominicana, se dividen entre quienes la acusan de contaminar el entorno y quienes defienden el desarrollo que ha llevado
Le dicen?el monstruo. Un monstruo que nunca duerme. Que devora paredes de roca, drena cauces de agua y escupe humo sin interrupci¨®n, 24 horas al d¨ªa, 365 d¨ªas al a?o. Son muchos, sin embargo, los que aseguran que no se alimenta solamente de monta?as y r¨ªos, sino que tambi¨¦n exige sacrificios humanos, vidas inocentes que ofrecer a un dios sin escr¨²pulos: el dios del oro. Es la mina de Pueblo viejo, en la provincia de S¨¢nchez Ram¨ªrez, Rep¨²blica Dominicana, pa¨ªs que en el imaginario com¨²n representa uno de los para¨ªsos tur¨ªsticos m¨¢s codiciados del Caribe, donde miles de viajeros de todo el mundo pasan cada a?o unas vacaciones de ensue?o. Aqu¨ª, sin embargo, a 100 kil¨®metros de la capital, una grieta profunda 300 metros desgarra la tierra por m¨¢s de dos kil¨®metros, como una cicatriz abierta en el coraz¨®n de un paisaje tropical. Una herida inmensa, la segunda mina a cielo abierto m¨¢s grande del mundo, con reservas de oro y plata estimadas respectivamente en 25 y 120 millones de onzas, cifras que har¨ªan revolverse en la tumba a los conquistadores espa?oles, los primeros que descubrieron el yacimiento, aunque luego lo abandonaran consider¨¢ndolo poco fructuoso.
Cinco siglos despu¨¦s, quien extrae los metales preciosos en este mismo lugar es la multinacional canadiense Barrick Gold Corporation, el mayor coloso aur¨ªfero mundial, propietario, adem¨¢s de la Pueblo Viejo en Rep¨²blica Dominicana, de otras 12 explotaciones mineras en nueve diferentes pa¨ªses. La compa?¨ªa mueve un volumen de negocios asombroso: m¨¢s de 8.000 millones de d¨®lares? (m¨¢s de 7.000 millones de euros) solo en 2017.
Cuando en enero de 2013 la empresa canadiense abri¨® sus puertas en Pueblo Viejo, marc¨® un r¨¦cord en la historia de la Rep¨²blica Dominicana, convirti¨¦ndose en la mayor inversi¨®n extranjera nunca registrada en el pa¨ªs. El Gobierno de turno, entusiasta, celebr¨® la renegociaci¨®n del contrato concesionario, que aumentaba los ingresos del Estado, y anunci¨® beneficios extraordinarios para toda la poblaci¨®n. Muy pronto, sin embargo, con las labores extractivas y de procesamiento del mineral a pleno rendimiento, las cosas tomar¨ªan un cariz completamente diferente.
A 100 kil¨®metros de Santo Domingo, una grieta profunda 300 metros desgarra la tierra por m¨¢s de dos kil¨®metros
La zona afectada por las operaciones mineras, en efecto, rodea literalmente algunas peque?as comunidades campesinas que, de repente, se encontraron con que ten¨ªan que coexistir con la que de pronto algunos, justamente, bautizaron como el monstruo: no tan solo la verdadera cantera en donde se taladra el suelo y por donde transitan sin parar decenas de camiones de proporciones gigantescas, cada uno con un cargamento de 200 toneladas de material rocoso, generando polvo y estruendo; no tan solo el polo industrial donde se realizan los procesos qu¨ªmicos necesarios a la extracci¨®n del oro, por la cual se utiliza el temido cianuro y m¨¢s sustancias t¨®xicas; sino tambi¨¦n una enorme presa para la contenci¨®n de las aguas residuales, un muro de m¨¢s de 200 metros de altura y largo m¨¢s de un kil¨®metro que, como un imperturbable gigante de piedra, domina las comunidades r¨ªo abajo. Estas, reunidas en el Comit¨¦ Nuevo Renacer, empezaron s¨²bitamente a dar batalla, protestando con todas sus fuerzas en contra de la presencia de la mina: en un principio para denunciar la destrucci¨®n de las tierras en donde viven desde hace generaciones; m¨¢s tarde por el agua que empez¨® a escasear, volviendo dif¨ªcil sostener las necesidades cotidianas, como lavarse y cocinar; seguidamente porque esa agua, ya insuficiente, empez¨® a despertar la sospecha de que pudiera estar contaminada; y finalmente, para decirle al mundo que demasiadas personas estaban enferm¨¢ndose y muriendo, precisamente como las plantaciones de cacao y banano de la zona.
¡°Desde que lleg¨® la Barrick, aqu¨ª ya no hay vida para nadie. Todos nos estamos muriendo, d¨ªa tras d¨ªa. El agua est¨¢ contaminada. Los animales que la beben se mueren y los ni?os ya no pueden ba?arse en el r¨ªo como lo hac¨ªamos nosotros, porque le salen p¨²stulas en todo el cuerpo. ?Esa empresa nos ha arruinado, arruinado! Las cosechas se pudren y nadie ya puede seguir viviendo aqu¨ª.¡± Quien habla es Lupe D¨ªaz, un campesino de 60 a?os que junto a su esposa vive desde siempre en la comunidad de La Cerca. Pero seg¨²n el Comit¨¦ Nuevo Renacer son por lo menos 600 las familias que como la de Juan deber¨ªan de considerarse en riesgo por la presencia de la mina. El temor m¨¢s grande, adem¨¢s, para los que viven justo debajo del muro de la presa, es que esta pueda derrumbarse repentinamente, inundando el valle y dejando sin escapatoria a decenas de familias. Hace solo unos meses, unos peque?os temblores hicieron temer lo peor y fueron muchos los que, presas de p¨¢nico, corrieron fuera de la casa en medio de la noche. Carlita Abreu, de la comunidad La Pi?ita, era una de ellos: ¡°Ha sido algo terrible. Aqu¨ª vivimos bajo una bomba de tiempo y nadie sabe cu¨¢ndo es que podr¨¢ explotar. Puede que un terremoto m¨¢s fuerte o un cicl¨®n o cualquier cosa, yo no s¨¦¡pero si ese muro cae estamos todos muertos, sepultados vivos¡±.
Con cierta resignaci¨®n, tambi¨¦n debida a la escasa confianza en las instituciones del propio pa¨ªs, los miembros del Comit¨¦ Nuevo Renacer ya no piden el cierre de la mina. Han entendido que el monstruo es m¨¢s fuerte que ellos. Al gobierno ahora le exigen la reubicaci¨®n de las comunidades afectadas en lugares considerados m¨¢s seguros para la salud. Por esta raz¨®n, el 6 de noviembre 2017, se encadenaron en signo de protesta justo al lado de la entrada de la mina. Desde entonces, a pesar de un primer violento desalojo, prometen resistir de forma permanente hasta que no sean aceptadas sus peticiones. Ludovino Fern¨¢ndez es uno de ellos: ¡°Nosotros le pedimos una reubicaci¨®n al Estado, porque aqu¨ª lo hemos perdido todo: nuestra salud, nuestro trabajo, ?todo! No tenemos otra opci¨®n. Si queremos seguir viviendo tenemos que irnos de este lugar, que se ha convertido en un valle de muerte. Esta es la raz¨®n por la cual queremos una reubicaci¨®n¡±.
Pese a la atenci¨®n medi¨¢tica que, tambi¨¦n a nivel internacional, los encadenados consiguieron suscitar, por el momento el gobierno dominicano no parece dispuesto a aceptar sus solicitudes. Seg¨²n el ministro de Energ¨ªa y Minas Antonio Isa Conde, en efecto, no existe alguna prueba que pueda demostrar la contaminaci¨®n de las aguas o de las tierras, as¨ª que oficialmente no se comprueban riesgos concretos, ni tampoco para la salud humana. ¡°Todos los informes que me presentaron las autoridades competentes aseguran que no hay problema de contaminaci¨®n. Hasta introducimos unos cuantos peces en los r¨ªos y hemos podido ver c¨®mo se est¨¢n reproduciendo¡±, explica.
Los informes que se han realizado no muestran signos de contaminaci¨®n, pese a las quejas de los vecinos
Sin embargo, los campesinos en lucha responden afirmando que el ministro y el gobierno entero est¨¢n a la merced de la Barrick Gold, a la que acusan de comprar su silencio, as¨ª como el de los m¨¦dicos e ingenieros de la zona, preparados en negar cualquiera implicaci¨®n de la empresa tanto por lo que se refiere al tema de la contaminaci¨®n ambiental, como al de la seguridad estructural de la presa. Mar¨ªa de la Cruz Mariano es una de las m¨¢s convencidas defensoras de esta tesis y no duda en hacer p¨²blicas sus acusaciones: ¡°?Todos son unos vendidos! ?Corruptos y vendidos! ?Han negociado nuestra tierra, nuestra salud, nuestro pa¨ªs entero a una empresa extranjera! Aqu¨ª la Barrick lo puede todo, y todo lo maneja a pesos. Esta es la raz¨®n por la cual los considero unos miserables y desgraciados, porque nos est¨¢n robando la vida, que es el bien m¨¢s precioso. ?No tienen dignidad!¡±
Como quiera que est¨¦n las cosas, lo cierto es que los ingresos que recibe el Estado dominicano gracias a las operaciones mineras de la Barrick Gold no son de los que uno quisiera renunciar. Solo en 2013, en su primer a?o de actividad, m¨¢s de la mitad del crecimiento del PIB dominicano fue causa de Barrick Gold, en los siguientes cuatro a?os, entre impuestos directos e indirectos, pag¨® en total al erario p¨²blico m¨¢s de un 1,5 millones de d¨®lares, situ¨¢ndose en el primer lugar en el r¨¢nking nacional de las mayores empresas contribuyentes.
Por su parte, tampoco la sociedad canadiense est¨¢ dispuesta a renunciar a una de las minas m¨¢s rentables del mundo, con una vida ¨²til que podr¨ªa superar los 25 a?os. Desde su oficina de Responsabilidad Social, la gerente de comunicaciones Arlina Pe?a rechaza todas las acusaciones avanzadas por el Comit¨¦ Nuevo Renacer: ¡°Todos los informes de inspecciones que se realizaron a lo largo de los a?os contradicen esas denuncias y, al contrario, muestran una mejora en la calidad de las aguas, resultado de un trabajo de remediaci¨®n del pasivo ambiental hist¨®rico relacionado a las anteriores operaciones mineras del cual nos hicimos cargo¡±.
A?ade, adem¨¢s, que la Barrick Gold de Pueblo Viejo, adem¨¢s de tener la certificaci¨®n internacional sobre manejo del cianuro (ICMI), hizo de la sostenibilidad ambiental y social su verdadero caballo de batalla, contribuyendo al desarrollo econ¨®mico de la zona a trav¨¦s del financiamiento de un sinn¨²mero de proyectos en el ¨¢mbito de la educaci¨®n, del deporte, de la salud y, justamente, del medioambiente.
Seg¨²n los miembros del Comit¨¦ Nuevo Renacer, sin embargo, estas no ser¨ªan m¨¢s que inteligentes operaciones de marketing, ¨²tiles, por un lado, para limpiar la imagen de la multinacional y, por el otro, para ganarse la benevolencia de los mismos pobladores.
No todos los que viven a la sombra del monstruo, en efecto, lo consideran as¨ª. Una parte de las familias residentes en el Valle de la Muerte, como se le denomina, afirman lo contrario. Seg¨²n Juan Francisco Yepe, por ejemplo, las denuncias relacionadas con la contaminaci¨®n son todas falsas de las cuales los mismos promotores son bien conscientes, pero que utilizan instrumentalmente para fines personales, en la b¨²squeda de un beneficio exclusivamente econ¨®mico. ¡°No hay contaminaci¨®n o, mejor dicho, siempre ha habido. Pero ahora todo lo que pasa siempre se le echa la culpa a la Barrick¡ ?un mal de cabeza? ?La Barrick!... pero la verdad es que la Barrick nos trajo desarrollo y trabajo en esta zona donde no ten¨ªamos nada. Los que denuncian una supuesta contaminaci¨®n solo lo hacen por inter¨¦s personal. Est¨¢n pidiendo una reubicaci¨®n, pero lo que quieren es una indemnizaci¨®n, es as¨ª, quieren ganarse un dinerito¡±, asegura.
De esta manera, la mina de Pueblo Viejo adquiere las apariencias de un monstruo de doble cabeza, cuyos contornos, sin embargo, parecen inciertos y confusos, como queriendo mezclar las cartas del bien y del mal, en un juego de oscuras ambig¨¹edades. No podemos saber si este dios del oro, para sobrevivir, tambi¨¦n necesita de vidas humanas, pero una cosa esta segura: el tributo a rendir tiene un precio muy alto y se mide en el conflicto intestino que desgarra las comunidades, dispuestas a intercambiarse mutuamente acusaciones y amenazas de cualquier tipo.
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