El artista forense
El artista Jack Beng-Thi reflexiona sobre la memoria, el impacto del capitalismo en el cuerpo negro y las migraciones en una exposici¨®n en Casa ?frica hasta el 22 de febrero
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Se ha recogido la media melena blanca en una cola de caballo, que le marca el principio del espinazo desde la nuca y se despe?a por su espalda enjuta, y se encarama en una escalera met¨¢lica que aproxima su figura desgarbada y larga a lo alto de su obra. Se llama Jack Beng-Thi y est¨¢ montando, en una de las salas expositivas de Casa ?frica, un armaz¨®n de ca?a de az¨²car, fibras de pita y pajizos residuos vegetales de su tierra, la isla de Reuni¨®n. En la estructura, parecida a un andamio, inserta lo que pretenden ser cuerpos humanos, coronados por cabezas de cer¨¢mica de diferentes formas y colores. Algunas est¨¢n escarificadas, todas son ¨²nicas. Forman parte de una exposici¨®n que podr¨¢ visitarse hasta el 22 de febrero y que se centra en la exhumaci¨®n y dignificaci¨®n de los antepasados del artista.
¡°Mi arte es un acto pol¨ªtico¡±, lanza el artista con firmeza, en una pausa en su met¨®dico trabajo. Parece bailar entre sus obras una delicada coreograf¨ªa, murmurando algo para su hermoso bigote blanco, con las gafas caladas y un reguero de hojas secas y semillas sigui¨¦ndole los pasos. ¡°Todo acto sobre mi territorio o el tuyo o el de m¨¢s all¨¢ es un acto pol¨ªtico. Denuncio lo que pasa, de lo que no podemos apartar la mirada. Es absolutamente necesario que est¨¦ en la escuela. Los j¨®venes deben trabajar la historia¡±.
La obra concreta que evoluciona ante nuestros ojos recuerda al encaje de carne humana que transitaba el pasado en las bodegas de los barcos negreros. Beng-Thi especifica, subrayando el mensaje con los ojos como asombrados, enormes tras los gruesos cristales de sus gafas, que es un cementerio. Apunta que se trata de un homenaje a los cuerpos que desaparecieron con la trata de esclavos y el colonialismo y que ¨¦l recupera para la memoria colectiva y la historia.
¡°Hice esta pieza para habituar al p¨²blico a su desaparici¨®n¡±, profundiza. ¡°Pongo la tumba ante ustedes, pueden mirarla, pueden entrar en ella, pueden habituarse a esta muerte para que sanen interiormente. Tiene una parte salvadora. Es algo importante para nosotros¡±. Y emparenta la experiencia de la trata y la colonizaci¨®n con las migraciones modernas en patera o kwassa-kwassa, buscando medios de vida, un futuro digno y protecci¨®n frente a la adversidad.
La exposici¨®n re¨²ne apenas una decena de obras y las fotos no les hacen justicia: son montajes enormes, viscerales, cargados de pensamiento pol¨ªtico y cr¨ªtica econ¨®mica y adem¨¢s, se montan de manera ritual, muy meticulosa, supervisados por ¨¦l. Su labor casi forense, de recuperaci¨®n figurada de cuerpos de fosas comunes marinas y terrestres, se hace desde el amor y el compromiso, pero tiene el efecto de un mazazo en la frente de quienes la observan. Entre los cuerpos que se dejan resucitar en su particular cementerio o los que se ensartan en ca?as de az¨²car podr¨ªan circular esp¨ªritus venidos de otro mundo.
¡°La primera parte de la exposici¨®n est¨¢ aqu¨ª¡±, contin¨²a ¨¦l. ¡°Pero la segunda parte se presentar¨¢ en el Centro Atl¨¢ntico de Arte Moderno (CAAM) y se referir¨¢ al trabajo que he hecho sobre los rituales y la manera en que los pueblos se han liberado de la dominaci¨®n de Europa en los pa¨ªses denominados del Sur¡±.
Negritud
Beng-Thi es un milsangres sobre unas piernas casi infinitas. En su piel caramelizada se puede leer la Historia econ¨®mica de los ¨²ltimos cuatro siglos. ?l es consciente de que la piel es, precisamente en el caso de los negros, la frontera violada donde se inscribe la memoria del capitalismo, el racismo y los imperialismos transoce¨¢nicos. Igual que Ta-Nehisi Coates describe a su hijo y, por extensi¨®n, a todos los negros c¨®mo se vulneran a diario sus cuerpos en las calles de Estados Unidos, rescata referentes para reivindicar la piel negra y propone resistencias y memoria, Beng-Thi inscribe una lucha parecida en el territorio ¨ªndico y desde el arte, manejando los mismos temas.
¡°Todo se relaciona con el cuerpo¡±, enfatiza. ¡°En ?frica o fuera del continente, cuando se aprisiona el cuerpo, se pone en horizontal en el barco. Son mercanc¨ªas. No tienen almas y no se les puede matar, pueden morir. Muchos murieron. En mi trabajo art¨ªstico, es importante poner en pie los cuerpos. Los levanto para que miren el cielo. Es toda una poes¨ªa del cuerpo que va a, posiblemente, morir. Un cuerpo que ha sido agredido, atacado y del que digo ¡®miren, est¨¢n ah¨ª, son almas pero est¨¢n ah¨ª¡¯. Tengo todo un trabajo en la relaci¨®n entre vivos y muertos. Son rituales muy importantes. Son recept¨¢culos que retienen la cultura. Ver¨¢s en un momento que pondr¨¦ las cabezas y las ca?as, espirituales. Tierra, cielo. Es lo fundamental de nuestras culturas. No tenemos el derecho a olvidar la historia. Todo se hizo para que olvidara mi historia, pero ?no!¡°, se rebela.
El artista asegura que los pueblos negros siguen luchando, hoy en d¨ªa, para ser completamente reconocidos y propone un acercamiento entre las expotencias colonizadoras y los territorios que transformaron para siempre con el objetivo de lograr ¡°el reconocimiento completo de los mestizos nacidos de la colonizaci¨®n¡±.
El artista asegura que los pueblos negros siguen luchando, hoy en d¨ªa, para ser completamente reconocidos y propone un acercamiento entre las expotencias colonizadoras y los territorios que transformaron para siempre
¡°Europa se ha nutrido de la expresi¨®n negra para encontrar otras v¨ªas de creaci¨®n, utilizando la creatividad de los negros¡ los ejemplos son numerosos¡±, acusa casi con dulzura. ¡°Y despu¨¦s llegaron las fronteras. Cuando veo lo que pasa en los pa¨ªses en guerra, me digo que la gente no viene a Francia o Espa?a por diversi¨®n. Vienen porque huyen de la muerte. Pienso que no hay un equilibrio, porque mientras que Europa coloniz¨® territorios africanos hasta el d¨ªa de hoy para poder alimentar sus econom¨ªas, cuando nosotros pedimos que alguien nos conceda refugio, hay una barrera. Es algo verdaderamente duro para nosotros¡±.
Experiencia insular
Para Beng-Thi, las islas se parecen, igual que para Tolstoi, se parec¨ªan las familias felices. Sin embargo, cada una de ellas crea su propia identidad rodeada de agua y de influencias, haciendo que Mauricio y Madagascar, por ejemplo, sean incomparables desde sus diferentes colonizaciones y experiencias. ¡°Francia quer¨ªa que la gente cambiara su manera de ver las cosas para parecerse a los franceses¡±, opina. ¡°Fue terrible para nosotros, porque se dio una p¨¦rdida total de identidad en quienes ven¨ªan de ?frica o de Madagascar, que fueron colonizados y llevados a la fuerza. Sufrimos una enorme violencia y ahora intentamos entender y liberarnos de esta historia terrible que conocimos¡±.
Recuerda que la abolici¨®n de la esclavitud se produjo en 1848, gracias al trabajo constante de intelectuales europeos, fundamentalmente brit¨¢nicos, para poner punto final a la explotaci¨®n del hombre negro. Sin embargo, tambi¨¦n recuerda una segunda oleada de migrantes, llegados desde Calcuta o Cant¨®n a islas como la suya, procedentes de territorios donde las potencias occidentales tambi¨¦n fijaron factor¨ªas comerciales y en los que reclutaron, en ocasiones a la fuerza, a otras personas que tambi¨¦n sufr¨ªan la miseria y la guerra. Las manos chinas o hind¨²es reemplazaron a las africanas en la recolecci¨®n de las especias, el cacao o la ca?a de az¨²car en dur¨ªsimas condiciones, mientras las compa?¨ªas occidentales se segu¨ªan enriqueciendo a su costa. ¡°Fue una organizaci¨®n econ¨®mica, social y cultural dirigida a la explotaci¨®n de las tierras con la mano de obra de gentes que fueron transportadas desde otros pa¨ªses, a veces con violencia¡±, sigue denunciando. ¡°No hubo violencia s¨®lo en ?frica: tambi¨¦n la hubo en China y en lugares como las islas del Lejano Oriente, junto a la costa de Vietnam. Se produjo una continuaci¨®n del sistema¡±.
Para Beng-Thi, el arte no s¨®lo es pol¨ªtico. Tambi¨¦n es personal.
Su abuela lleg¨® de la conflictiva Bengala a Reuni¨®n en barco, con un contrato de trabajo en la mano. La recuerda arrugada y humilde, siempre en el suelo, en posici¨®n casi mendiga. Un abuelo lleg¨® de la misma manera a la isla, aunque desde Vietnam. Los otros dos proceden de Europa y del ?frica Negra. ¡°Todos vinieron a trabajar en los ingenios azucareros. Durante mi infancia, tambi¨¦n transport¨¦ la ca?a con mis abuelos, mis padres, mis t¨ªos y mis t¨ªas¡±, rememora Beng-Thi. Y cuenta que los chinos, los ¨¢rabes y los hind¨²es musulmanes se ocuparon del sector alimenticio en Reuni¨®n y que, una vez todos all¨ª reunidos, se dieron mezclas y m¨¢s mezclas de pieles y ADN. ¡°Hubo un mestizaje extraordinario¡±, dice.
Precisa que para esta exposici¨®n tuvieron en cuenta, ¨¦l y sus comisarios, Orlando Britto y Nilo Palenzuela, la historia de la isla de la Reuni¨®n, ¡°que se sit¨²a en el Oc¨¦ano ?ndico y que es parte del conjunto de islas que conocieron la colonizaci¨®n francesa¡±, detalla. ¡°Es importante decir que se ha dado forma a la poblaci¨®n de Reuni¨®n con la aportaci¨®n de esclavos venidos de ?frica y de Madagascar y con los que vinieron despu¨¦s de la India, China y las islas del Lejano Oriente. Nuestra historia no fue contada. Estaba perdida en unos archivos en Francia. No ten¨ªamos acceso a esos archivos. As¨ª que era importante para m¨ª estudiar, ir a la universidad para lograr ese acceso y leer todo lo que escribieron los comandantes de los barcos y de las grandes compa?¨ªas azucareras que explotaron las islas¡ Madagascar, Mauricio, Reuni¨®n¡±. Y reitera: ¡°Fue una explotaci¨®n econ¨®mica, al mismo tiempo que del cuerpo del hombre negro¡±.
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