Por un activismo c¨ªvico
La voluntad de acuerdo es y debe seguir siendo un principio esencial de la vida p¨²blica
Peor que no superar un problema por desconocer sus causas es malograr su soluci¨®n acertando el diagn¨®stico. La ignorancia puede servir de atenuante, pero la negligencia siempre es un agravante. Esta reflexi¨®n cobra sentido tras un a?o singularmente convulso y cobra valor en un momento en el que el pacto en Andaluc¨ªa entre PP, Ciudadanos y la extrema derecha de Vox constituye el ¨²ltimo hito de un proceso acelerado de cambios de evoluci¨®n tan imprecisa como inquietante.
Nunca se hab¨ªa hablado tanto, tan distinto y tan acaloradamente sobre la cuesti¨®n nacional. Sin embargo, aun coincidiendo muchas veces, si no en el diagn¨®stico s¨ª al menos en la identificaci¨®n de los males que nos afligen, parece que no existe una voluntad real de arrimar el hombro pensando en el inter¨¦s general. Si la cuesti¨®n matriz es salvaguardar y proteger la Constituci¨®n que define nuestro marco de convivencia tomando ejemplo de la cordura de los padres de la Transici¨®n, ?c¨®mo es posible que la polarizaci¨®n pol¨ªtica no parezca sino enconarse? Si de lo que se trata es de que prevalezca el sentido de Estado en la toma de decisiones para hallar soluciones a problemas comunes, ?c¨®mo es posible que la radicalizaci¨®n, el unilateralismo y la deslegitimaci¨®n alevosa del Gobierno se abran paso como pr¨¢cticas plausibles?
Afianzar la recuperaci¨®n, resta?ar la fractura social e intergeneracional producida por la crisis y solucionar el problema pol¨ªtico y de convivencia en Catalu?a constitu¨ªan los tres grandes retos de Espa?a. El problema es que una tendencia creciente a renegar de la moderaci¨®n, el di¨¢logo y el entendimiento como cauces naturales de la pol¨ªtica complica ahora la b¨²squeda de soluciones. Y mucho me temo que esta propensi¨®n puede convertirse en el tal¨®n de Aquiles de nuestra democracia. Una democracia que en modo alguno resolver¨¢ sus problemas ni disipar¨¢ sus amenazas si los partidos que la sustentan no son capaces de entenderse.
Hasta ahora la radicalidad estaba en los extremos y era patrimonio exclusivo de formaciones sin vocaci¨®n mayoritaria o con una manifiesta voluntad de quebrar el sistema. Pero ahora el extremismo se solaza en lo que deber¨ªa ser el centro porque PP y Ciudadanos han decidido librar su duelo en las afueras m¨¢s apartadas de su orograf¨ªa electoral. La consecuencia de esta apuesta estrat¨¦gica ha sido el advenimiento de Vox por el flanco derecho en las elecciones andaluzas y su empoderamiento como aliado apetecible, de tal modo que los partidos de centroderecha pueden acabar siendo rehenes de un esencialismo mal entendido y perjudicial para todos.
Los aludidos har¨¢n su propio an¨¢lisis y tendr¨¢n su propia agenda sobre los riesgos y amenazas de Espa?a. Pero como todos estamos de acuerdo en que hay que cambiar de rumbo para que la polarizaci¨®n pol¨ªtica no acabe dilapidando el patrimonio m¨¢s valioso de nuestra democracia, que es la convivencia basada en la voluntad de entenderse, ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos. Empecemos por lo b¨¢sico y fundamental. Empecemos por el respeto mutuo. Desterremos los exabruptos. Y pongamos en pr¨¢ctica un activismo c¨ªvico que nos permita ampliar los espacios de moderaci¨®n y consenso que han marcado el devenir pol¨ªtico de Espa?a durante los ¨²ltimos 40 a?os.
Incurrir en la beligerancia y alimentar el enfrentamiento y la negaci¨®n del rival no son opciones cuando lo imprescindible es recuperar la centralidad para garantizar la convivencia como un legado irrenunciable. Hagamos acopio de las actitudes que hicieron posible la mayor ¨¦poca de paz, prosperidad y democracia de nuestra historia. Y hagamos, para trazar ese espacio discernible de entendimiento, un inventario de los logros irrenunciables. El desarrollo auton¨®mico, la pluralidad de Espa?a como un elemento identitario inclusivo, el respeto a la legalidad, los avances sociales y en particular el reconocimiento de los derechos de las mujeres, y la certidumbre sobre la capacidad de nuestra democracia para ¡ªa partir de la experiencia¡ª garantizar estabilidad y progreso son, m¨¢s que avances pol¨ªticos, ¨¦xitos civilizatorios a los que no podemos renunciar.
Estoy convencido que en estos tiempos de ruido y agitaci¨®n, en los que el agravio, la hip¨¦rbole y la confrontaci¨®n contaminan el debate p¨²blico, la ciudadan¨ªa acabar¨¢ premiando a quienes apostemos por recuperar espacios de entendimiento. La voluntad de acuerdo no puede ser un recurso a utilizar seg¨²n la coyuntura electoral. La voluntad de acuerdo es y debe seguir siendo un principio esencial de la vida p¨²blica. En ese activismo c¨ªvico ha estado y estar¨¢ siempre el PSOE.
Jos¨¦ Luis ?balos es ministro de Fomento y secretario de Organizaci¨®n del PSOE.
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