Confrontaci¨®n
Ante el ¨¦xito de la provocaci¨®n electoral emprendida por la derecha neocon, la ¨²nica respuesta de la izquierda en declive es tratar de rearmar un frente antifascista
El reto de Vox atacando las pol¨ªticas de igualdad e independencia femenina era de esperar. Pero la gran sorpresa es que el Partido Popular lo haya comprado, rompiendo uno de los grandes consensos democr¨¢ticos. Y la ¨²nica explicaci¨®n de semejante provocaci¨®n es electoralista. Como buscan rentabilizar el resentimiento masculino por su mengua de supremac¨ªa, por eso proclaman el despertar del macho alfa poderoso y en lucha: un tipo duro, amenazador y desafiante, que se ofrece como proveedor de protecci¨®n y seguridad. De ah¨ª que tambi¨¦n les voten las mujeres dependientes m¨¢s vulnerables y desprotegidas. Es el nuevo encuadre de la derecha neocon, desde Trump a Salvini, desde Bolsonaro a Abascal, desde Teodoro Garc¨ªa Egea a Pablo Casado con Vox.
Y esto se inscribe en la estrategia de confrontaci¨®n pol¨ªtica inaugurada en los a?os noventa por la revoluci¨®n neoconservadora de Newt Gingrich, proseguida despu¨¦s por el Tea Party contra Barack Obama y hoy globalizada por el escandaloso ¨¦xito de Donald Trump. Ahora la derecha desprecia el moderantismo conservador y hace pol¨ªtica al ataque rompiendo los viejos consensos morales, desatando guerras culturales y abriendo conflictos contra enemigos a los que condenar.
Lo cual es una novedad, porque hasta ahora la pol¨ªtica del conflicto y la confrontaci¨®n era una bandera de la izquierda, desde que Marx hizo de la lucha de clases el motor de la historia. Tambi¨¦n en las ciencias sociales los conservadores sacralizan el consenso mientras los cr¨ªticos hacen del conflicto la palanca del cambio social. Y recientemente ha sido Chantal Mouffe, recuperando la dial¨¦ctica del amigo y el enemigo de Carl Schmitt, quien ha erigido el antagonismo como principio regenerador de la democracia, degradada por el consenso consociativo. En esa l¨ªnea se fund¨® Podemos, haciendo bandera de la conflictividad pol¨ªtica en lucha contra el establishment.
Por eso ahora, ante el ¨¦xito de la provocaci¨®n electoral emprendida por la derecha neocon, la ¨²nica respuesta de la izquierda en declive es tratar de rearmar un frente antifascista, capaz de enardecer a sus desmovilizadas bases electorales. Con ello, la confrontaci¨®n entre ambos extremos de la polarizaci¨®n pol¨ªtica est¨¢ servida. Pero con una notable diferencia desequilibradora. Y es que en semejante contienda la embriagada derecha juega al ataque porque est¨¢ en alza y va en cabeza, lo que le hace creer que la historia corre a su favor. De ah¨ª su ruido y su furia, su fanfarroner¨ªa arrogante y su escalada de infundios e injurias. Mientras que la desmoralizada izquierda juega a la defensiva porque punt¨²a a la baja y se bate en retirada. De ah¨ª que pueda pronosticarse que esta partida la ganar¨¢ la derecha montaraz.
Pero queda como consuelo una vieja moraleja: m¨¢s dura ser¨¢ su ca¨ªda. Estos lances de fortuna son c¨ªclicos por su propia naturaleza, y como dicen en las Bolsas, todo lo que hoy sube alg¨²n d¨ªa habr¨¢ de bajar. Hace un lustro Podemos parec¨ªa capaz de asaltar los cielos, y hoy en cambio no hay nadie que apueste por ellos. Y con el vanidoso pavoneo de los gallitos de Vox y compa?¨ªa pasar¨¢ igual.
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