Atenci¨®n a Egipto
La poblaci¨®n egipcia ha tenido en la ¨²ltima d¨¦cada un crecimiento que ha superado con creces las estimaciones previstas por Naciones Unidas en el 2000
Tradicionalmente Egipto ha sido un referente en el desarrollo del pensamiento pol¨ªtico de Oriente Medio, desde el nacionalismo pan¨¢rabe de Nasser, hasta el yihadismo de quien fuese l¨ªder de los Hermanos Musulmanes, Sayyid Qutb, cuyas ideas, junto con las del paquistan¨ª Maududi, proporcionar¨¢n la base doctrinaria de Al Qaeda. Son precisamente estas dos ideolog¨ªas, el islamismo y el nacionalismo secular, las que desde los a?os 50 libran una lucha existencial por definir la identidad del pa¨ªs que ha conducido al auge de los Hermanos Musulmanes y al atrincheramiento de reg¨ªmenes militares. La situaci¨®n actual, con una insurrecci¨®n de grupos yihadistas al norte del Sina¨ª en la que se enmarcan los pasados atentados contra cristianos coptos y turistas as¨ª como la posterior muerte de cuarenta supuestos terroristas, ha adquirido una gravedad mayor por la convergencia con otros dos factores a?adidos: una econom¨ªa pendiente de reformas estructurales susceptibles de redefinir el contrato social subyacente y la bomba del crecimiento demogr¨¢fico, calificada por el presidente Abdelfat¨¢ al Sisi como ¡°un desaf¨ªo tan cr¨ªtico como el terrorismo¡±.?
La poblaci¨®n egipcia ha tenido en la ¨²ltima d¨¦cada un crecimiento que ha superado con creces las estimaciones previstas por Naciones Unidas en el 2000. El pasado a?o alcanz¨® la cifra de 104 millones, convirtiendo a Egipto en el pa¨ªs m¨¢s poblado de Oriente Medio. Entre las implicaciones de este incremento destaca la incorporaci¨®n anual de 700.000 personas al mercado laboral que de no ser encauzadas podr¨ªan anular los esfuerzos invertidos en educaci¨®n y alentar nuevas insurrecciones. No olvidemos que en Egipto, la juventud fue la fuerza instigadora de las manifestaciones de la plaza Tahrir que desembocaron en la revoluci¨®n de 2011, al igual que lo fue en el resto de la primavera ¨¢rabe y en la Revoluci¨®n Verde de Ir¨¢n dos a?os antes.
El r¨¦gimen de Al Sisi, en respuesta a la coyuntura, se ha lanzado a una guerra sin cuartel para acabar de ra¨ªz con el espectro de formaciones islamistas que operan en el pa¨ªs ¡ªdesde los Hermanos Musulmanes, designados como ¡°grupo terrorista¡±, al Estado Isl¨¢mico y grupos afines¡ª y, de paso, con cualquier tipo de disidencia y oposici¨®n al Gobierno, recurriendo al uso de la represi¨®n en grado proporcional al potencial de la amenaza. Con esta regresi¨®n autoritaria, el presidente egipcio no solo est¨¢ alienando a los grupos sociales que en su momento le dieron su apoyo para destituir al gobierno islamista de Mohamed Morsi, sino que est¨¢ erosionando la consolidaci¨®n de una sociedad civil independiente necesaria para afianzar la democracia y forjar una visi¨®n de futuro convincente para las nuevas generaciones. La estabilidad de Egipto, centro de gravedad econ¨®mico y pol¨ªtico de la regi¨®n y, su capacidad de alcanzar una tercera v¨ªa que supere la dicotom¨ªa islamismo/nacionalismo, son cruciales en un contexto tan vol¨¢til y desgarrado por el sectarismo.
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