Zahara interpreta ¡®Guerra y Paz¡¯ de su disco ¡®Astronauta¡¯
ELLA APARECI? en el tejado una ma?ana soleada de domingo mientras ¨¦l a¨²n dormitaba en la alcoba. Quisiste gritar ante aquella extra?a invasora y no te sali¨® ni un hilo de voz. Tambi¨¦n correr pero tus piernas estaban ancladas al suelo. Los ojos condenados a mirar. Palpaste tu coraz¨®n con las manos para calmar sus latidos. A la velocidad de la luz, pas¨® de largo el miedo porque comenz¨® a cantar. La canci¨®n entr¨® de lleno en ti. El d¨ªa amaneci¨® de nuevo.
Un sue?o, una fantas¨ªa, una aparici¨®n. Un alma extraterrestre, un ser divino, una visi¨®n. Una realidad, polvo interestelar, part¨ªcula de luz, de sombra, de medias sonrisas como la luna. Todo o nada era ella en un perfecto equilibrio entre el pret¨¦rito imperfecto y el polvo de estrellas.
Se movieron las manecillas del reloj. Ella continuaba all¨ª. Con su guitarra, sin inmutarse, como si te conociera, como si llevara siglos aterrizando en ese lugar para compartir multiversos. Bajo el cielo de Madrid, desafiando abismos, mastic¨® sus contrastes con su majestuosa boca.
Miraste m¨¢s all¨¢ de su silueta. Todos los tejados, paredes y ventanas de tus vecinos eran ahora transparentes. Hab¨ªas fantaseado tantas veces con aquellas vidas desde la ventana, que entraste en ¨¦xtasis al pasar con la mirada dentro.
El vecino de chaqueta y corbata luc¨ªa desnudo con una cerveza frente al televisor. La vecina, que sol¨ªa escribir a m¨¢quina, lo hac¨ªa en ropa interior. Su relato estaba lleno de puntos suspensivos. Por ¨²ltimo, descubriste a la pareja que resid¨ªa en tu propia casa. No te gust¨® conocerla.
Al principio, escuchabas lejano el sonido de su intimidad. Finalmente, la voz de Zahara fue lo ¨²nico que sobrevivi¨® a los l¨ªmites de espacio y tiempo. Escuchar su canto fue como morder la manzana roja.
El viento del norte invadi¨® la casa con violencia y revolvi¨® la vida en com¨²n: la ropa, los libros, los discos, las viejas notas de la nevera. El ¨¢lbum de fotos cay¨® de la estanter¨ªa, se abri¨® en canal.
"T¨² y yo est¨¢bamos hechos de peque?os pedazos del otro". "?C¨®mo era el amor que sent¨ªas por m¨ª? No consigo recordar, no consigo recordarlo, a¨²n no". "?Cu¨¢ndo volver¨¢s a ser qui¨¦n conoc¨ª?" "Soy todo lo que promet¨ª no llegar a convertirme", recuerda la canci¨®n.
Esta letra de la artista es un viaje al sol. Desde lejos, te provoca placer, sonrisa, calor. Pero cuando te acercas puedes quemarte. Es casi infinita porque anima a explorar todos los rincones de la nostalgia. "Trago una saliva que sabe a guerra y la bala atraviesa directa unos pulmones que ya no respiran por ti".
Pronto recobraste la capacidad para caminar y fuiste en su b¨²squeda. ?l todav¨ªa yac¨ªa inerte en la cama. Entre s¨¢banas, le besaste como la primera vez aunque ser¨ªa la ¨²ltima. De este tipo de batallas "iba a ser imposible salir ileso".
Ella se desvaneci¨® tan r¨¢pido como lleg¨®. Viste su rastro desaparecer entre las nubes. Tal vez emigr¨® hacia climas m¨¢s c¨¢lidos o hasta la galaxia m¨¢s lejana del universo. "?Acaso hay alguien m¨¢s aqu¨ª?". Se preguntar¨¢ en la enormidad la astronauta n¨²mero 2049.
Desde entonces, que vives en soledad pero no te sientes sola, te la imaginas sobre el tejado de otras casas, como en este v¨ªdeo de Malditos Domingos. Sentada sobre la ciudad con su canci¨®n, derritiendo las paredes de los edificios y revolviendo las camas de los viejos amantes. Vosotros, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
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