Temer o no temer a Silicon Valley
Steve Bannon carga contra los gigantes tecnol¨®gicos, mientras en el resto del mundo los nuevos populismos les abren la puerta
Al incipiente movimiento mundial de populistas de derechas se le pueden achacar muchas cosas, pero la incoherencia ideol¨®gica en la elecci¨®n de sus enemigos no es en general una de ellas. Los populistas, ya se trate de Steve Bannon cargando contra el papa Francisco, de Matteo Salvini atacando a los ¡°fariseos¡± de las ONG humanitarias o de Marine Le Pen despotricando contra los grises tecn¨®cratas de Bruselas, persiguen una serie de objetivos predecibles y bien calculados. Si alguien elige bien a sus enemigos, son ellos.
Pero existe un tema en el que los populistas de derechas estadounidenses y sus hom¨®logos en el resto del mundo no se ponen de acuerdo: qu¨¦ conclusi¨®n sacar de Silicon Valley. Por un lado, sus servicios y plataformas han sido una bendici¨®n para el populismo en todas partes al incrementar exponencialmente su audiencia y facilitar su acceso a sus votantes en potencia con unos mensajes muy personalizados; el fiasco de Cambridge Analytica lo dej¨® bastante claro. Hoy los nuevos partidos de derechas, como Vox en Espa?a, entienden de manera instintiva la primac¨ªa de las batallas digitales; el partido ultra espa?ol ya est¨¢ en cabeza en cuanto a n¨²mero de seguidores en Instagram respecto a los dem¨¢s partidos.
Esta adopci¨®n pragm¨¢tica de las plataformas digitales es donde termina el consenso en este campo entre los populistas; la valoraci¨®n intelectual de la importancia de Silicon Valley es m¨¢s bien cacof¨®nica. El ala estadounidense del movimiento considera que las grandes empresas tecnol¨®gicas son un objetivo atractivo para sus ataques; Silicon Valley constituye para ellos una extra?a mezcla de capitalistas codiciosos y de ¡°marxistas culturales¡±, propensos a adoctrinar a sus usuarios con ideas de izquierdas mientras se forran con los datos de todo el mundo. Pero los populistas del resto del mundo consideran que las plataformas de Silicon Valley representan su mejor oportunidad para imponerse a la hegemon¨ªa intelectual de sus ¡°marxistas culturales¡± nacionales, firmemente establecidos en instituciones elitistas como los medios, el ¨¢mbito acad¨¦mico y el Estado profundo.
En una entrevista con CNN en agosto de 2018, Steve Bannon tild¨® a las personas que dirigen el ¡°malvado¡± Silicon Valley de ¡°narcisistas redomados¡± y ¡°soci¨®patas¡±; los datos recogidos por sus empresas, remachaba, deber¨ªan ¡°ponerse en un fondo p¨²blico¡±. Tambi¨¦n vaticin¨® que las grandes empresas tecnol¨®gicas ser¨ªan uno de los temas principales en la campa?a de las elecciones presidenciales de 2020.
Teniendo en cuenta que el enfado con Silicon Valley tambi¨¦n est¨¢ creciendo en la izquierda ¡ªAlexandria Ocasio-Cortez, la ¨²ltima sensaci¨®n en la izquierda estadounidense, notoriamente atac¨® el paquete de bienvenida con incentivos fiscales de 3.000 millones de d¨®lares que Nueva York ha ofrecido a Amazon¡ª, el vaticinio no parece descabellado. Silicon Valley parece ser un enemigo perfecto para las fuerzas no centristas en EE UU, porque cargar en su contra ayuda a deslegitimar el legado de Obama y Clinton, considerados sus principales propiciadores.
Los nuevos partidos de derechas, como Vox, entienden de manera instintiva la importancia de las batallas digitales
Otros en la derecha respaldan las opiniones de Bannon. Brad Parscale, el director de medios digitales de la campa?a de 2016 de Trump, se ha quejado de que los ¡°grandes monstruos tecnol¨®gicos como Google y Facebook se han convertido en poco m¨¢s que una incubadora para las ideolog¨ªas de extrema izquierda y est¨¢n haciendo todo lo posible para erradicar de Internet las ideas conservadoras y a sus defensores¡±. Las recientes expulsiones de personalidades conservadoras y de extrema derecha de las redes sociales y la erradicaci¨®n de plataformas para recaudar fondos en Internet no han hecho m¨¢s que aumentar esa percepci¨®n sobre Silicon Valley. Incluso Donald Trump se ha quejado de que Google ¡°elimina voces de conservadores y oculta informaci¨®n y noticias que son buenas¡±, una ¡°situaci¨®n muy grave¡± que ha prometido que ¡°se abordar¨¢¡±.
Para apreciar el marcado contraste en la manera en que los populistas de derechas de otros lugares perciben a Silicon Valley, se puede ver un v¨ªdeo viral de la reciente investidura de Bolsonaro en Brasil en el que se filmaba a una multitud de seguidores de Bolsonaro entonando ¡°?WhatsApp, Whats?App! ?Facebook, Facebook!¡±. No es ni mucho menos un sentimiento at¨ªpico. En 2017, cuando Matteo Salvini era diputado del Parlamento Europeo, pronunci¨® un discurso encendido contra los intentos de adoptar medidas en¨¦rgicas contra las noticias falsas en el que declaraba que se hab¨ªa acabado la ¨¦poca en que las viejas ¨¦lites establec¨ªan la agenda p¨²blica. Y lo concluy¨® con un ¡°?larga vida a Facebook!¡± (tambi¨¦n dio las gracias a esta web despu¨¦s de que su partido obtuviese buenos resultados en las elecciones de 2018).
Los socios de coalici¨®n de Salvini, el Movimiento 5 Estrellas, se han distanciado de tipos como Bannon y Bolsonaro. Pero siendo un movimiento iniciado por un bloguero e impulsado por las redes sociales, ellos tambi¨¦n est¨¢n enamorados de los gigantes tecnol¨®gicos. Su cultura de la disrupci¨®n es precisamente lo que esperan emular con su ret¨®rica de convertir a Italia en un ¡°pa¨ªs smart¡± ¡ªpor ejemplo, apoyando una mayor expansi¨®n de Amazon en Italia, que justifican alegando que as¨ª los datos de empresas italianas manejados por el gigante ahora se almacenar¨¢n en la misma Italia¡ª.
La batalla del a?o pasado por la controvertida legislaci¨®n (la Directiva sobre Derechos de Autor de la Uni¨®n Europea) es un buen ejemplo de la extra?a amistad entre Silicon Valley y los populistas europeos. Las plataformas digitales odian un¨¢nimemente la directiva porque les exigir¨ªa incrementar el control del contenido que se publica (muchos grupos de la sociedad civil tambi¨¦n se han quejado de que podr¨ªa criminalizar los memes e incluso el compartir enlaces). Durante la votaci¨®n de septiembre de 2018 en el Parlamento Europeo, los que m¨¢s se opusieron a la directiva fueron el partido polaco Ley y Justicia, los italianos Movimiento 5 Estrellas y la Liga, y el brit¨¢nico UKIP. Estos son los escasos aliados de Silicon Valley en Bruselas.
Al no haber una importante ruptura comercial y geopol¨ªtica con Washington, es poco probable que los populistas europeos cambien de opini¨®n con respecto a los gigantes tecnol¨®gicos. M¨¢s bien seguir¨¢n acumulando capital pol¨ªtico acusando a los pol¨ªticos de la clase dirigente de regular las plataformas digitales con el ¨²nico objetivo de censurar a sus rivales populistas. Las medidas de Macron relacionadas con las t¨¢cticas de movilizaci¨®n en Internet usadas por los chalecos amarillos son de suma importancia: cualquier injerencia del Estado franc¨¦s en las plataformas digitales, decidido a implementar estrictas leyes contra las noticias falsas, resultar¨ªa extremadamente contraproducente.
Pero tampoco los populistas estadounidenses van a bajar el tono y buscar otro objetivo. En el tema de Silicon Valley y su poder, Steve Bannon seguir¨¢ estando m¨¢s cerca de George Soros que de Matteo Salvini. Esta es una paradoja que los progresistas inteligentes deber¨ªan ser capaces de aprovechar, aunque solo fuera pidiendo a los populistas de derechas no estado?unidenses que explicasen su gran simpat¨ªa por un sector que incluso Steve Bannon considera ¡°maligno¡±.
Pero no se obtendr¨ªa ninguna respuesta porque los populistas de derechas, independientemente de su ret¨®rica, no han analizado en profundidad la econom¨ªa mundial o el papel que en ella juegan los gigantes tecnol¨®gicos (por desgracia, tampoco lo han hecho muchos de sus rivales no populistas). Cuanto antes se exponga esta carencia, mejor.
Evgeni Morozov es editor asociado en New Republic y autor de La locura del solucionismo tecnol¨®gico.
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