La conspiraci¨®n contra el Papa
La carta acusatoria del arzobispo Vigan¨° pidiendo la dimisi¨®n de Francisco saca a la superfice una batalla contra el Pont¨ªfice que durante cinco a?os se libr¨® soterradamente
La tarde del mi¨¦rcoles 22 de agosto, el arzobispo y exnuncio en Washington Carlo Maria Vigan¨°, uno de los hombres con mayor acceso a la sala de mandos de la Iglesia cat¨®lica en los ¨²ltimos a?os, se present¨® en la casa del periodista Marco Tosatti. Vigan¨° llevaba d¨ªas hablando con el veterano vaticanista acerca de una denuncia contra la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica y el propio Papa, a quien acusaba de encubrir los abusos del cardenal estadounidense Theodore McCarrick. Pero el esc¨¢ndalo de Pensilvania aceler¨® el plan. Discutieron la posibilidad de hacer una entrevista, quiz¨¢ un art¨ªculo. El exnuncio, un hombre de car¨¢cter complicado, recias convicciones y recurrentes obsesiones con la homosexualidad en el clero, trajo finalmente consigo un documento y se sent¨® con Tosatti. ¡°Yo lo edit¨¦ para que fuera m¨¢s comprensible. Luego me dijo que quer¨ªa que saliera en espa?ol y en ingl¨¦s. Me pregunt¨® si conoc¨ªa colegas y lo puse en marcha. Fijamos un embargo para tres d¨ªas despu¨¦s¡±, se?ala el periodista al tel¨¦fono. Aquel domingo, en el peor momento, mientras Francisco visitaba la zona cero de los abusos y deb¨ªa dar explicaciones a la prensa, explot¨® la bomba.
El esc¨¢ndalo de Pensilvania aceler¨® la publicaci¨®n de la carta acusatoria
La carta de 11 p¨¢ginas que el arzobispo, con la ayuda de Tosatti y otros periodistas, public¨® en cuatro medios ultraconservadores ¡ªincluido el espa?ol InfoVaticana¡ª no tiene precedentes. Nadie en la historia moderna de la Iglesia, al menos desde que el Vaticano perdi¨® en 1870 los Estados Pontificios y las luchas pol¨ªticas se redujeron a sutilezas diplom¨¢ticas, hab¨ªa acusado directamente a un Pont¨ªfice de un asunto tan grave como el encubrimiento de abusos sexuales, pedido su dimisi¨®n y disparado con nombres y apellidos contra la plana mayor de la jerarqu¨ªa cat¨®lica. El documento, que contiene omisiones e imprecisiones, activa un ventilador que salpica a los predecesores de Francisco, incluido a Juan Pablo II, quien nombr¨® a McCarrick cardenal cuando ya pesaban sospechas sobre ¨¦l -al menos desde el a?o 2000- y arzobispo a Vigan¨°, y subraya la negligencia de la Iglesia ante la plaga de los abusos y el aislamiento en cuestiones como la revoluci¨®n sexual. Pero el actual Papa, justamente, fue el ¨²nico que afront¨® el problema de McCarrick retir¨¢ndole la birreta p¨²rpura el pasado julio, en el momento en el que tuvo una denuncia.
El timing elegido, la necesaria colaboraci¨®n y el sesgo ideol¨®gico de las acusaciones ¡ªcon elevadas dosis de homofobia¡ª apuntan a una trama mucho m¨¢s amplia, que procede directamente de la da?ada Iglesia de Estados Unidos y ha logrado organizar, tras cinco a?os de ataques, a toda la oposici¨®n a este papado. Unos 30 obispos (24 en EE UU) han manifestado ya su adhesi¨®n a la denuncia, tambi¨¦n en celebraciones p¨²blicas. Much¨ªsimos m¨¢s ¡ªincluido alg¨²n conservador como el alem¨¢n Stefan Oster¡ª han tomado la posici¨®n contraria. ¡°La carta provoca un da?o enorme y obliga a reflexionar sobre un problema [los abusos] mal afrontado durante a?os. Pero, obviamente, esto no acabar¨¢ con el Papa. Todo lo contrario. Si hab¨ªa alguna posibilidad de que Francisco siguiese los pasos de Benedicto XVI y renunciase, se acaba de evaporar con este ataque¡±, opina un destacado miembro de la curia.
La vista, sin embargo, est¨¢ puesta en el siguiente papado, que saldr¨ªa de un impredecible colegio cardenalicio cada vez m¨¢s a la medida de Francisco (ha nombrado a 59 de los 125 purpurados electores), y en el que una parte importante del clero en EEUU e Italia sue?a con volver a tener a uno de los suyos. ?Una conspiraci¨®n? Tosatti, que escribi¨® durante d¨¦cadas en La Stampa y rechaza la etiqueta de conservador, considera rid¨ªcula esta teor¨ªa y sostiene que los tiempos de publicaci¨®n han sido casuales. ¡°Hablar de conspiraci¨®n es una t¨¢ctica de r¨¦gimen. Vigan¨° puede tener muchos defectos, pero no el del complot. Lo que veo es que en muchos sitios, tambi¨¦n en EE UU, hay mucha gente perpleja con la gesti¨®n de la Iglesia¡±. Otras personas, como el millonario y conservador abogado estadounidense Timothy Busch, conoc¨ªan el plan desde el inicio.
Guerra pol¨ªtica?
El historiador Alberto Melloni, experto en el Concilio Vaticano II, apunta hacia esa direcci¨®n para situar el epicentro de una guerra pol¨ªtica que ya se libra a ambos lados del Atl¨¢ntico. ¡°Durante la campa?a electoral de EE UU, el Papa dijo que quien levantaba muros no era cristiano. Y eso dio un terreno conjunto a la derecha americana y a la derecha fundamentalista europea. Dos mundos que buscan ahora una soldadura. Es el encuentro entre una cultura pol¨ªtica reaccionaria, liberal, que no es simplemente conservadora como pod¨ªan ser John McCain o Margaret Thatcher. Trump es otra cosa. Ese fundamentalismo de la derecha estadounidense comparte un dise?o com¨²n con la europea basado en una propaganda muy fuerte. Y el ¨²nico obst¨¢culo entre la propaganda de soberanistas europeos y Steve Bannon [exasesor de Trump e impulsor de una especie de internacional populista en Europa] era la Iglesia cat¨®lica. No porque sea grande o potente, fuerte o brillante, sino porque representa un factor fundamental como una cultura de la igualdad y de la paz. Vigan¨° es un peque?o punto en este dise?o. Es un prelado poco serio y descontento que ha elegido de ser c¨®mplice de esta cosa¡±, se?ala Melloni.
El timing elegido, la necesaria colaboraci¨®n y el sesgo ideol¨®gico de las acusaciones apuntan a una trama mucho m¨¢s amplia
Pero Vigan¨°, pese a su frustrada ambici¨®n por ser nombrado cardenal y los episodios oscuros de su curr¨ªculum ¡ªminti¨® para no ser enviado a EE UU como nuncio y estuvo en el origen de Vatileaks¡ª, ha estado encaramado durante a?os al poder vaticano y ha gozado de respeto en muchas de sus esferas. De lo contrario, no hubiera sido nuncio en EE?UU entre 2011 y 2016, la plaza m¨¢s importante.
Un alto cargo de la Santa Sede resume as¨ª la sensaci¨®n que recorre los pasillos intramuros. ¡°La carta ha ca¨ªdo como una bomba. Aunque no se hable mucho del tema p¨²blicamente, la gente se ha quedado helada, por supuesto. Vigan¨° no es cualquier persona. Cuando pas¨® por la Secretar¨ªa de Estado y el Governatorato manej¨® enormes cantidades de informaci¨®n y no ser¨ªa extra?o que tuviera alg¨²n documento de aquella ¨¦poca¡±. Para este religioso, sin embargo, lo m¨¢s sorprendente es c¨®mo se ha instalado una corriente de opini¨®n en el Vaticano que funciona a trav¨¦s de unos procesos que no encajan con la Santa Sede. ¡°Esto no es una democracia, tampoco se eligen representantes en el Parlamento. Al Papa, sin ir m¨¢s lejos, no se le puede juzgar. Lo dice el derecho can¨®nico¡±.
Ese, justamente, es uno de los cambios de paradigma de este caso. La cercan¨ªa de Francisco, su promiscuidad con los medios y la espontaneidad en las respuestas pueden haber contribuido a ese clima. Pero su popularidad se ha resentido y la idea de que un Papa, adem¨¢s de morir en la silla de Pedro, puede dar un paso al lado, como demostr¨® su predecesor, ha cambiado la mentalidad de la opini¨®n p¨²blica y aumentado la agresividad de los ataques. Andrea Tornielli, experto vaticanista de La Stampa y una de las personas que mejor conoce las entretelas de este Pontificado, advierte de ese riesgo. ¡°M¨¢s que la dimisi¨®n de Benedicto XVI, que tambi¨¦n influye, detr¨¢s de las acusaciones hay tambi¨¦n una idea empresarial, de corporaci¨®n. Como si el Papa fuera un consejero delegado, los obispos fuesen sus gestores. Pero con un consejo de administraci¨®n que tambi¨¦n lo pudiera echar a ¨¦l. Y eso es el fruto de la transferencia a la Iglesia de categor¨ªas de las empresas anglosajonas. ?A qu¨¦ responde todo esto? Es una operaci¨®n pol¨ªtica, medi¨¢tica, estudidada y hecha explotar para poner al Papa en una situaci¨®n complicada, en un momento muy delicado¡±, apunta Tornielli.
La carta ha ca¨ªdo como una bomba. Aunque no se hable mucho del tema p¨²blicamente, la gente se ha quedado helada", se?ala un alto cargo del Vaticano
El viaje del pasado 25 de agosto a Irlanda era inc¨®modo. Despertaba en la habitual comitiva papal un mal presagio desde hac¨ªa semanas. Especialmente despu¨¦s de la crisis abierta en la expedici¨®n a Chile, donde el Papa pidi¨® pruebas a las v¨ªctimas de abusos y abri¨® una crisis que se sald¨® con la dimisi¨®n en bloque de los obispos chilenos. Doce horas despu¨¦s de la publicaci¨®n de la carta, Francisco se puso delante de los reporteros en una tensa rueda de prensa. Su respuesta, visto con perspectiva, fue la mejor posible. ¡°Fue cosa suya. Nadie le asesora en eso, toma ese tipo de decisiones de forma personal. Quiz¨¢ si hubiera estado [Angelo] Becciu¡±, se?ala una persona que despacha con ¨¦l. El ex sustituto del Secretario de Estado hab¨ªa abandonado el puesto semanas antes y no particip¨® en la expedici¨®n.
La salida del Papa ¡ªque ha abierto una guerra en las redes sociales entre detractores y defensores¡ª consisti¨® en desacreditar el contenido de la carta sin ni siquiera referirse a ella. Pero durante toda la semana, a su manera, ha tocado la cuesti¨®n en la homil¨ªa matinal de Santa Marta. ¡°Callar y rezar¡±, lanz¨®, ¡°es la ¨²nica respuesta¡±. ¡°No sirve nada m¨¢s, frente a quien provoca el esc¨¢ndalo y las divisiones, frente a los perros salvajes que buscan la guerra y no la paz¡±. Una manada, sin embargo, cada vez m¨¢s organizada y que continuar¨¢ acechando hasta el final de este Pontificado. Tal y como ¡°los lobos¡±, as¨ª lo defini¨® entonces L'Osservatore Romano, hicieron con el ¨²ltimo Papa.
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