Givenchy sube el volumen a la moda
La dise?adora Clare Waight Keller confirma su posici¨®n de fuerza con una colecci¨®n que aspira a reinventar la alta costura en la Semana de la Moda de Par¨ªs
Casi todo en la historia de la moda ha sido una cuesti¨®n de volumen. Hasta finales del siglo XIX, el miri?aque sirvi¨® para convertir cualquier vestido en un espect¨¢culo andante. Pero ese armaz¨®n circular atado a la cintura de las mujeres tambi¨¦n ten¨ªa sus defectos: no solo era inc¨®modo de llevar y aparatoso a la hora de cruzar una puerta, sino que cientos de sus usuarias murieron quemadas al prender fuego accidentalmente a ese socorrido accesorio de madera. Las colecciones de alta costura presentadas esta semana en Par¨ªs han sugerido maneras menos engorrosas de jugar con el volumen. Se observ¨® en ciertas prendas de los desfiles de Dior y Chanel y se volvi¨® a detectar el martes por la noche en el aplaudido desfile de Givenchy, que demostr¨® la posici¨®n de fuerza adquirida por su directora creativa, Clare Waight Keller, en la pasarela parisina.
Tras su sentido homenaje al fundador de la firma en la temporada anterior, la dise?adora brit¨¢nica abog¨® esta vez por hacer borr¨®n y cuenta nueva. ¡°Se trata de empezar de cero, de limpiar plenamente la casa¡±, dijo al terminar. Presentada en el cubo blanco del Museo de Arte Moderno de la capital francesa, su colecci¨®n se titulaba Bleached canvas (o ¡°lienzo decolorado¡±), lo que ya dejaba suponer esa voluntad. Desde su primer modelo, qued¨® claro que no iba a ser un desfile de alta costura al uso. Adut Akech, modelo australiana de origen sudan¨¦s, irrumpi¨® con una chaqueta oscura con solapa gigante en blanco y un par de leggings en l¨¢tex negro pero asexuado. Le siguieron varios experimentos con las formas, que se materializaron en vestidos de volumetr¨ªa extra?a y fascinante, en matices el¨¦ctricos de rojo y amarillo contrastados con materiales delicados como el encaje. La dise?adora tambi¨¦n introdujo un pu?ado de modelos masculinos, como un esmoquin cruzado y manchado de purpurina, que luc¨ªan modelos con aspecto de enterradores de cad¨¢veres.
Keller dijo haber optado por ¡°la aproximaci¨®n m¨¢s moderna que fuera posible¡± en cada uno de sus modelos, una actitud infrecuente dentro de una disciplina todav¨ªa sometida al romanticismo textil de otros tiempos. Los dos mayores ejemplos de esa voluntad rupturista fueron una mochila en forma de lazo gigante, tan grande que casi permit¨ªa llevar una casa a cuestas, y dos conjuntos bordados con tubos de organza multicolor, que parec¨ªan nudos infantiles de Scooby Doo en versi¨®n dignificada.
Otro partidario de reinventar la alta costura, aunque en una versi¨®n todav¨ªa m¨¢s maximalista, es John Galliano con su trabajo al frente de Maison Margiela. Su vanguardismo ya es un lugar com¨²n en cualquier semana de la moda y ayer no falt¨® a la tradici¨®n. Su desfile arranc¨® con vestidos deshilachados de formas irregulares y colores primarios, que se superpon¨ªan con el fondo de la pasarela, una pintada gigante de street art en versi¨®n abarrocada e ininteligible. Su colecci¨®n fue un concierto de extravagancia unisex, en la que hubo estampados agresivos, trajes de fieltro industrial, vol¨²menes abstractos y cazadoras con aspecto de camisa de fuerza, que vest¨ªan modelos de pelo grasiento y multicolor. Hab¨ªa tanta informaci¨®n al segundo que costaba quedarse con todos los detalles. Una met¨¢fora, para algunos, de la sobresaturaci¨®n de informaci¨®n que caracteriza a nuestro tiempo. ¡°Estamos sobrecogidos por tantas im¨¢genes, hasta el punto que casi quieres vomitar¡±, confirm¨® el propio Galliano en un podcast difundido justo antes del desfile. Su extravagancia es f¨¢cil de ridiculizar, pero a nadie se le ocurrir¨ªa pedirle a un artista conceptual que fuera literal o a un himno punk que resultara delicado. En esa misma liga juega Galliano.
Por su parte, Jean Paul Gaultier abri¨® su desfile con un pu?ado de modelos que remit¨ªan a su m¨ªtica camiseta marinera, pero no tard¨® en irse por otros derroteros en una colecci¨®n de estilo claramente ochentero, repleta de hombreras picudas y de un colorismo desenfrenado, en la que propuso vestidos de aires teatrales y alguna influencia oriental en cortes y tocados.
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