Ib¨¢?ez (padre de Mortadelo): ¡°Se debe poder hacer humor de todo, y eso incluye al Rey y al Papa¡±
Consciente del desprecio de muchos "profesionales de la alta cultura" hacia el g¨¦nero del tebeo -incansable forja de h¨¢bito de lectura para millones de espa?oles desde los a?os cincuenta-, el padre de Mortadelo y Filem¨®n sigue en sus trece. Ib¨¢?ez cumplir¨¢ en marzo 83 a?os. De ellos, lleva 60 pariendo historias de los estrafalarios detectives. Un fen¨®meno cultural sin parang¨®n en Espa?a
ENTREVISTAR a Francisco Ib¨¢?ez reviste tintes ¨¦picos en lo que a petici¨®n de cita se refiere. No porque se crea una estrella ¡ª?que lo es¡ª, sino porque anda ¡°jodidillo¡± (las comillas son suyas) y ya no quiere jaleos. La espalda no perdona. Son m¨¢s de 60 a?os inclinado sobre la mesa de dibujo. As¨ª que la petici¨®n para esta charla fue cursada en junio y se resolvi¨® en diciembre. Un poco como si Ib¨¢?ez fuera el presidente del Gobierno (?se lo imaginan?). Mortadelo y Filem¨®n cumplieron seis d¨¦cadas en 2018 y siguen activos. Nadie en Espa?a vendi¨® nunca tantos libros durante tanto tiempo (m¨¢s de 100 millones de ejemplares, estima el editor de Ib¨¢?ez, Manuel de Cos). Nadie en Espa?a inici¨® a tantos en la lectura. Los ni?os siguen pidi¨¦ndoles los tebeos de Mortadelo y Filem¨®n a sus padres, aunque no es descartable que los pap¨¢s utilicen como coartada a los ni?os para hacerse con ellos. O con los de Rompetechos, o con los de 13, Rue del Percebe. Ib¨¢?ez llega a la entrevista asustado ante la sesi¨®n de fotos. ¡°Es que algunos fot¨®grafos te obligan a hacer unas cosas¡Una vez uno me dec¨ªa: ¡®T¨²mbese en ese sof¨¢, ahora en ese otro, ahora¡¡¯, y tuve que cortarle y decirle: ¡®?Oye, que no soy la Sarita Montiel!¡±.
En el ¨¢lbum del 60? aniversario saca usted a Mortadelo y Filem¨®n achacosos. ?Lo est¨¢n? Pues si los personajes son un reflejo del autor, desde luego que s¨ª. Ando fastidiado. Me empez¨® a decir el m¨¦dico que si era una escoliosis que hab¨ªa tra¨ªdo una artrosis¡, y yo le dije: ¡°Oiga, mire, ni escoliosis ni leches, esto es mortadelosis. Son 60 a?os sentado delante de una mesa, torcido y dibujando. Y esto trae estas cosas, pero, bueno, ya pasar¨¢n¡±.
Y despu¨¦s de 60 a?os de pareja de hecho¡, ?se sigue llevando bien con ellos? ?S¨ª!, hombre, esto tiene dos vertientes. Unos d¨ªas terminas una p¨¢gina y dices: ¡°?Co?o, qu¨¦ bien ha quedado!¡±. Y otros acabas hasta el gorro de ellos. Dices: ¡°Voy a poner una p¨¢gina debajo de la otra y le voy a dar con la cerilla¡±. En t¨¦rminos generales estoy satisfecho, las cosas han ido bien, y el p¨²blico siempre ha respondido. Cuando voy por ah¨ª a firmar ejemplares hay unas colas que¡ que me da hasta miedo. Saldr¨ªa corriendo. Pero vienen con una sonrisa de oreja a oreja y¡ tienes que devolverla. ?No vas a poner cara de perro! Suelo acabar con un dolor de mand¨ªbula¡
Por favor, vuelva a contar lo que le dijo un d¨ªa el escritor Jos¨¦ Luis Sampedro en una sesi¨®n de firmas¡ Pues dijo: ¡°?Eso son dedicatorias y no la mierda que hago yo!¡±. Como siempre hago un dibujito y tal¡ En la Feria del Libro de Madrid, si quieres encontrar a Ib¨¢?ez, solo tienes que buscar la cola m¨¢s larga. Yo all¨ª he estado firmando ya con la feria cerrada, a la luz de las farolas y con un dolor de espalda que para qu¨¦. Una cosa de miedo. Es bonito.
Se llama cultura popular. Esa que algunos no soportan. Exacto. La que atrae al p¨²blico. Hay quien no lo entiende. Amigos m¨ªos me dec¨ªan: ¡°Oye, Paco, t¨² en realidad ?en qu¨¦ trabajas?¡±. Yo les contestaba: ¡°Hago historietas¡±. Y ellos: ¡°No, ya, eso ya lo sabemos, pero ?en qu¨¦ trabajas?¡±. Una vez mi editor me pidi¨® que fuera a un acto en el caf¨¦ Gij¨®n de Madrid con algunos de los autores que m¨¢s vend¨ªan de Espa?a. Le dije: ¡°Pero ?qu¨¦ pinto yo all¨ª?¡±. Me insisti¨® y fui. A mi lado ten¨ªa a Buero Vallejo, que me mir¨® con una cara como de decir: ¡°Y este, ?qu¨¦ co?o hace aqu¨ª?¡±. Otra vez, en Andaluc¨ªa, firm¨¦ de seis de la tarde a doce de la noche. Yo creo que esto un d¨ªa se tendr¨¢ que acabar.
Se tendr¨¢ que acabar, pero llevamos as¨ª 60 a?os. Sesenta a?os con Mortadelo y Filem¨®n. Con la profesi¨®n no, con la profesi¨®n m¨¢s.
Nos vimos hace cuatro a?os, en su casa del final de la Gran V¨ªa de Barcelona. Me cont¨® que dibujaba como un poseso, en aquella mesa de dibujo en mitad de la salita, delante de la ventana. ?Sigue as¨ª? ?Igual, igual, igual!
?Lo hace todo usted? ?El guion, la concepci¨®n de p¨¢gina, el dibujo, el entintado, el acabado¡? Lo que tiene que quedar perfecto, s¨ª. En otras cosas participa otra gente. Eso se le ocurri¨® en los sesenta a los de Bruguera, que solo quer¨ªan producci¨®n, producci¨®n, producci¨®n. Les dije que no pod¨ªa m¨¢s. Y decidieron que yo me ocupase de la parte de creaci¨®n y que luego un chico de estos que m¨¢s o menos saben hacer un trazo lo terminara. Pero a m¨ª me ha gustado siempre empezar y terminar la cosa, que se vea la mano del autor. Es que si lo termina otro se nota. A veces yo le dec¨ªa a Rafael Gonz¨¢lez, el editor de Bruguera: ¡°?Oiga, en esta p¨¢gina Filem¨®n va con chaqueta roja y en la otra con azul!¡±. Y ¨¦l me soltaba: ¡°?Bah, el p¨²blico no se fija en esas cosas!¡±.
¡°Amigos m¨ªos me dec¨ªan: ¡®Oye, Paco, ?t¨² en realidad en qu¨¦ trabajas?¡¯. Yo les dec¨ªa: ¡®Hago historietas¡¯. Y ellos: ¡®No, eso ya lo sabemos, pero ?en qu¨¦ trabajas?¡±
?Fue Rafael Gonz¨¢lez el que le pidi¨® a usted que se inventara ¡°dos detectives tontos y que uno usara disfraces¡±? No, no, no, me pidi¨® algo ¡°distinto¡± para la revista Pulgarcito, para sustituir a otro personaje que hab¨ªa dejado de publicarse por lo que fuere, y yo me puse a rumiar y a rumiar hasta que se me ocurri¨®. Crear un personaje no es muy dif¨ªcil, ?eh?, en una tarde puedes crear 20. Lo jodido del personaje no es el momento de crearlo, es el momento de moverlo. Pero siempre sale. Y sin recurrir a las musas, ?eh? Yo nunca he visto una musa sentada en la esquina de mi mesa. Siempre ha salido. El d¨ªa que no salga, lo dejar¨¦, coger¨¦ la cerilla y ya est¨¢.
Es verdad que a veces tiene que ser muy, muy dif¨ªcil seguir¡ A veces me tengo que hacer un autotrasplante de mi propio humor. Me ha pasado muchas veces despertarme en mitad de la noche y que se me ocurriera un nombre, un gag, algo, y como nunca se me ha ocurrido tener libreta y l¨¢piz en la mesilla de noche, pues me tengo que levantar a todo correr a la mesa de dibujo y apuntarlo. Y esa idea trae otra, y esa otra, y¡ y al final oyes una vocecita que te dice desde la habitaci¨®n: ¡°?Paco, ?est¨¢s tonto o qu¨¦? Anda, vente a la cama!¡±.
De todas las opciones, ?c¨®mo se lleg¨® a ese nombre extravagante, Mortadelo y Filem¨®n? Bueno, el nombre no hace al personaje, ?eh?, es el personaje el que hace el nombre. Les pod¨ªa haber puesto Juan P¨¦rez y Eladio Rodr¨ªguez, que no quiere decir nada, ?se imagina? Pero al final, que si un detective con forma de mortadela, que si Filem¨®n, que se parec¨ªa a filet¨®n, pues ya est¨¢, ya lo ten¨ªa.
Una persona con forma de mortadela¡ no era f¨¢cil¡ y menos en el cine. ?Qu¨¦ pens¨® cuando vio a Benito Pocino? [el funcionario de correos que encarn¨® a Mortadelo en la pel¨ªcula La gran aventura de Mortadelo y Filem¨®n, de Javier Fesser]. Estaba seguro de que no hab¨ªa nadie que pudiera hacer de un Mortadelo de carne y hueso. Me ense?aron unas im¨¢genes en un monitor y me dijeron: ¡°Este va a hacer de Mortadelo¡±. Era Pocino. Yo dije: ¡°Este no va a hacer de Mortadelo. Este es Mortadelo¡±.
Picaresca espa?ola + Don Quijote + Torrente + gags = Mortadelo y Filem¨®n. ?Le vale esa ecuaci¨®n? Algo hay de todo eso que dice, y tambi¨¦n algo hay de la propia incultura de los personajes, los t¨ªpicos tipos medios de la calle, pero tirando para abajo. O sea, son tipos que uno le dice al otro: ¡°Oye, ?qu¨¦ te parece el Leonardo da Vinci?¡±, y el otro contesta: ¡°?Ese d¨®nde est¨¢, en el Madr¨ª o en el Aleti?¡±.
En Mortadelo y Filem¨®n, o en Rompetechos, o en Pepe Gotera y Otilio, o en 13, Rue del Percebe¡, el dibujo al fin y al cabo es el mismo siempre. Las historias siempre son distintas. ?Qu¨¦ prevalece, el guion o la ilustraci¨®n? El guion, el guion. Yo ya puedo hacer una maravilla que sin historia¡ Mira, hay gente haciendo unas ilustraciones y unas vi?etas de c¨®mic que pod¨ªan estar en el Prado, pero que no tienen alma. Sin un buen guion est¨¢s muerto. Yo no soy un gran dibujante, ya me habr¨ªa gustado.
Bueno, si uno lee el ¨¢lbum El sulfato at¨®mico, se da cuenta de que Ib¨¢?ez sabe dibujar muy bien¡ Ah, bueno, s¨ª, aquello de las aventuras en ¨¢lbumes fue una idea del director de Bruguera, que dec¨ªa que, de eso, los que sab¨ªan eran los franceses. Me trajo cantidad de material y me dijo que les copiara. Pero aquello no se hac¨ªa solo, yo dibujaba 7 p¨¢ginas semanales y ¨¦l quer¨ªa 14. De todas formas, tampoco hace falta hacer cosas demasiado complicadas, ?eh?, mira el de Mafalda, este¡
Quino. El Quino, s¨ª, pues mira c¨®mo triunf¨® y mira lo sencillos que son sus personajes.
De todas formas, la sequ¨ªa de buenas historias es recurrente en muchos campos: en el cine, en la televisi¨®n, en el periodismo¡ Mira, es una pena que en este pa¨ªs, donde la gente es muy graciosa en las reuniones, luego le pongas un folio en blanco y nadie sepa hacer nada. En Bruguera llegaron a poner anuncios en los peri¨®dicos pidiendo guionistas. Aparec¨ªan a cientos. Te le¨ªas lo que escrib¨ªan y¡ en fin. No entiendo esta falta de ideas, como tampoco entiendo las pocas mujeres que ha habido en esto de la historieta. Pura Campos y dos o tres m¨¢s, y para.
En cambio, s¨ª que hubo bastantes personajes femeninos¡ Petra, criada para todo; Las hermanas Gilda, Ofelia¡ S¨ª, la Ofelia, que gusta mucho. Aunque me han acusado de que si me meto con la mujer, y tal y cual. Tonter¨ªas. Con el primero con el que me meto es ?conmigo mismo.
¡°Las historias siempre salen, y sin recurrir a las musas, ?eh? Yo nunca he visto una musa sentada en mi mesa. Y el d¨ªa que no salgan, coger¨¦ una cerilla y ya est¨¢¡±
No tengo yo tan claro que hoy hubieran sido buenos tiempos para inventarse un personaje como Ofelia: gordita, tetona y rendida a los hombres¡ Probablemente no, pero la gente ya est¨¢ acostumbrada a verla¡ El aut¨¦ntico problema con los personajes de mujeres en ¨¦poca de Franco era la jodida censura. Si hac¨ªas un extra de verano, los se?ores pod¨ªan ir en ba?ador. Las se?oras ten¨ªan que ir en abrigo de pieles. Y lo peor es que ca¨ªamos en la autocensura.
Pero a los de la censura franquista, aquello de los tebeos les deb¨ªa de despistar, ?no? Estar¨ªan m¨¢s al loro con las pel¨ªculas, los libros, el teatro, las canciones¡ Hab¨ªa uno, ?c¨®mo se llamaba?, un cura, ?el padre V¨¢zquez! Era uno de los jefes de la censura. Un d¨ªa le llamamos de la editorial para decirle: ¡°Pero hombre, ?c¨®mo es que nos devuelven esto tachado con l¨¢piz rojo?¡±. Y contesta: ¡°?Eso lo han censurado los de mi oficina? ?Mira que son burros!¡±.
Se cumplen 60 a?os de Mortadelo y Filem¨®n. Y algunos hemos cumplido 50 de lectores de Mortadelo y Filem¨®n. Eso es toda una vida. S¨ª, pero algo ha cambiado. Antes era una cosa solo infantil y hoy hay cada vez m¨¢s adultos. Yo creo que algunos padres usan a los ni?os de excusa para que yo les firme los tebeos.
?Puede que uno de los secretos del ¨¦xito sea que los mamporros se los lleve siempre el mismo, o sea, Filem¨®n? Eso es algo muy humano: que siempre le vaya mal al otro, no a nosotros¡ Hombre, ya, pero cuando se habla de que menudos mamporros y que menuda violencia y tal, pues no, eso no es as¨ª. Filem¨®n se cae del Empire State y se mete un mamporro, s¨ª, pero se queda como si nada. En la vi?eta siguiente dice: ¡°?Co?o, qu¨¦ ca¨ªda m¨¢s tonta!¡±.
Justo lo que les pasa a los superh¨¦roes. ?Mortadelo y Filem¨®n lo son? ?O antih¨¦roes, m¨¢s bien? ?Ja, ja, ja! Son superh¨¦roes pero de superco?a, y siempre la supercagan.
Cuando usted decidi¨® cambiar su trabajo en el Banco Espa?ol de Cr¨¦dito por esto de los tebeos, all¨¢ a finales de los cincuenta, tambi¨¦n en su casa creyeron que la cagaba¡ ?Normal! Eran otros tiempos, es muy comprensible lo que opinaban mis padres de esto.
Aquella Espa?a de los cincuenta y los sesenta no era muy luminosa que digamos. Las historietas de los tebeos, s¨ª. ?Era como una realidad paralela? S¨ª, s¨ª¡, aunque hab¨ªa editores que te dec¨ªan: ¡°Mira, ahora no se puede hacer nada, pero cuando desaparezca este hombre ¡ªo sea, el jodido Franco¡ª sacar¨¦ cosas buenas de verdad¡±. Y yo pensaba: ¡°Pues si para sacar algo con gracia tienes que esperar a que se muera Franco, no ser¨¢s capaz de hacerlo despu¨¦s¡±.
?Ib¨¢?ez fue antifranquista o no le daba tiempo? Como de todas formas no se pod¨ªa hacer nada ni decir nada, me dedicaba todas las horas a dibujar y no me quedaba tiempo para nada m¨¢s.
¡°El problema en ¨¦poca de Franco era la jodida censura. Si hac¨ªas un extra de verano, los se?ores pod¨ªan ir en ba?ador. Las se?oras ten¨ªan que ir en abrigo de pieles¡±
?Ha tenido alguna vez la sensaci¨®n de haber tirado la vida o de haberla gastado en el tablero de dibujo? No, todo lo que he hecho lo he hecho porque me gustaba y porque me di cuenta de que adem¨¢s le gustaba a mucha gente. As¨ª que seguir¨¦.
?Hasta cu¨¢ndo? Hasta cuando vaya a una sesi¨®n de firmas de esas y vea que en la cola hay tres personas. Llegar¨¢.
La legendaria editorial Bruguera era una especie de apisonadora para los autores, ?no? ?Le sangraban? S¨ª. Mira, dibujar 10 p¨¢ginas a la semana era una salvajada; 15 ya era casi imposible. Yo dibujaba 20. Me iba a la editorial, llevaba las p¨¢ginas, me tomaba algo y vuelta a dibujar.
Y los derechos de Mortadelo y Filem¨®n y otros personajes eran de ellos, no de Ib¨¢?ez, ?no? S¨ª, pero cuidado, eso era igual en todas las editoriales. La diferencia es que aquello era el gigante Bruguera, que te daba una proyecci¨®n incre¨ªble¡ Si no, no me habr¨ªa conocido ni Dios. Pero s¨ª, la cosa funcionaba as¨ª. Y punto en boca.
Al final, recuper¨® los derechos cuando, tras el cierre de Bruguera en 1986 y su paso por Grijalbo, aterriza en Ediciones B en 1987, ?no? S¨ª, aunque Bruguera, en los ¨²ltimos meses, ya hab¨ªa intentado un acuerdo. A ver, yo era la piedra que manten¨ªa aquello. Hab¨ªa momentos en que Mortadelo pr¨¢cticamente manten¨ªa la editorial Bruguera. Pero nada, me fui a Grijalbo. All¨ª cre¨¦ los personajes de Chicha, Tato y Clodoveo de profesi¨®n sin empleo, y empezaron a pagarme derechos. Y luego en Ediciones B ya me pagaban todos los derechos religiosamente. Y as¨ª hemos seguido hasta ahora. Estoy contento, no aspiro a nada m¨¢s. Los dibujantes de tebeos no somos Messi ni Cristiano Ronaldo, ni artistas de cine. [Las aventuras de Mortadelo y Filem¨®n las publica actualmente el sello Bruguera Cl¨¢sica, perteneciente a Penguin Random House].
Es un poco injusto hablar tanto de Mortadelo y Filem¨®n y nada de otros personajes suyos. Usted ha solido decir que su favorito es Rompetechos. ?Ib¨¢?ez es Rompetechos? ?Ja, ja, ja, ja! Un poco. Rompetechos ha gustado casi tanto como Mortadelo. Yo le tengo mucho cari?o.
Rompetechos, a diferencia de sus otros personajes, que van por la vida en pareja o en grupo, est¨¢ solito. Es que ¨¦l no necesita a nadie. Vive en su mundo.
Al contrario de los mil y un vecinos de 13, Rue del Percebe¡, antecedente ilustre de series como Aqu¨ª no hay quien viva o pel¨ªculas como La comunidad. Supongo que t¨¦cnicamente era la serie m¨¢s dif¨ªcil, ?no? No. Era el parto de los montes. En un personaje corriente haces tres o cuatro gags por p¨¢gina y ya est¨¢. Aqu¨ª hab¨ªa que hacer 28 gags por p¨¢gina. A veces me dec¨ªa a m¨ª mismo: ¡°?Qu¨¦ co?o pongo aqu¨ª?¡±. Pero a la gente le gustaba, yo creo que porque aquello ten¨ªa que ver mucho con la realidad de la vida.
El suyo es blanco, pero ?entiende el humor negro? ?El humor tiene que tener l¨ªmites? Yo creo que no, es mejor que no. Hombre, cuando el humor es molestar a las personas despiadadamente o gamberrada sin gracia alguna, entonces ya¡, pero no. Se debe poder hacer humor y criticar todo, y eso incluye al Rey y al Papa.
Cada palo que aguante su vela. Oye, si yo me he puesto a parir a m¨ª mismo, ?c¨®mo no voy a criticar a los dem¨¢s?
Ha convertido en carne de historieta muchos temas de actualidad, pero no el jaleo catal¨¢n. ?Lo har¨¢? Ay, no, no, no¡, es que aqu¨ª algunos se lo toman como algo personal, y si no les gusta lo que dice el otro, ya le ven como enemigo ac¨¦rrimo, y tal. La editorial est¨¢ por medio. Y si un tebeo m¨ªo tiene 78.000 lectores, no les voy a dejar de repente con 30.000 porque a m¨ª se me ocurra tratar ese tema e ir contra un bando u otro. No.?
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