El nonagenario experto en saltamontes que tuvo que huir de Franco
El Gobierno devuelve los honores a Ignacio Bol¨ªvar, "pr¨ªncipe de las ciencias naturales", y a otros seis cient¨ªficos represaliados por el franquismo
Antonio Bol¨ªvar Goyanes fue el editor de tres de los ¨²ltimos libros de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez (El general en su laberinto, Vivir para contarla y Memoria de mis putas tristes), pero no ha venido a Espa?a para hablar del realismo m¨¢gico. O quiz¨¢ s¨ª. Bol¨ªvar, un entra?able mexicano de 77 a?os, aterriz¨® el lunes en Madrid con una medalla decorada con el dibujo de una lupa y un comp¨¢s. La ¨²ltima vez que esta insignia pis¨® suelo espa?ol fue en los estertores de la guerra civil, poco antes de que ¨¦l naciera. ¡°La he tra¨ªdo porque nunca pudimos devolverla¡±, explica.
Bol¨ªvar Goyanes es nieto de Ignacio Bol¨ªvar Urrutia, el llamado "pr¨ªncipe de las ciencias naturales espa?olas". Naci¨® en 1850 en Madrid, se convirti¨® en uno de los mejores entom¨®logos del mundo, introdujo las ideas darwinistas en Espa?a y dirigi¨® el Museo Nacional de Ciencias Naturales y el Real Jard¨ªn Bot¨¢nico. El poeta Antonio Machado, en su Juan de Mairena, citaba al ¡°insigne Bol¨ªvar, cazando saltamontes a sus setenta a?os, con general asombro de las ¨¢guilas, los buitres y los alcotanes de la cordillera carpetovet¨®nica¡±.
El poeta Antonio Machado citaba al ¡°insigne Bol¨ªvar, cazando saltamontes a sus setenta a?os"
Cuando los espa?oles se mataban unos a otros en la guerra civil, Ignacio era ya un nonagenario experto en grillos y saltamontes, pero se hab¨ªa significado a favor de la Rep¨²blica denunciando ¡°la Espa?a aherrojada por el fascismo¡±. La eminencia en el estudio de los insectos, ya casi sin vista, tuvo que huir. El 26 de julio de 1939, a bordo de un barco de vapor, lleg¨® al puerto mexicano de Veracruz con su familia. ¡°Voy a morir con dignidad¡±, proclam¨®.
Ignacio Bol¨ªvar llevaba consigo la medalla que le acreditaba como acad¨¦mico n¨²mero 2 de la Real Academia de Ciencias. ¡°Durante la dictadura borraron todo vestigio de los que estaban del lado de la Rep¨²blica¡±, lamenta su nieto. El 10 de mayo de 1941, las nuevas autoridades franquistas ordenaron que Bol¨ªvar Urrutia y otros seis cient¨ªficos fueran despose¨ªdos de sus medallas de acad¨¦micos. Hoy, en un acto solemne en la sede de la Real Academia de Ciencias, en Madrid, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y el ministro de Ciencia, Pedro Duque, han proclamado la injusticia del castigo y han declarado su ilegitimidad.
Adem¨¢s de a Ignacio Bol¨ªvar, el acto ha homenajeado a los f¨ªsicos Blas Cabrera y Pedro Carrasco, anfitriones de Einstein en Espa?a; al qu¨ªmico Enrique Moles, al astr¨®nomo Honorato de Castro, al ingeniero de minas Enrique Hauser y al ingeniero aeron¨¢utico Emilio Herrera. ¡°Cuatro de ellos murieron en el exilio en M¨¦xico¡±, recalca Bol¨ªvar Goyanes. Unos 25.000 espa?oles, incluidos miles de intelectuales, huyeron al pa¨ªs norteamericano ante la llegada del franquismo. ¡°M¨¦xico nunca reconoci¨® a la dictadura de Franco¡±, subraya Antonio.
La casa de su abuelo Ignacio en la plaza R¨ªo de Janeiro 56 era el epicentro del exilio espa?ol en Ciudad de M¨¦xico. ¡°Sue?o con hacer algo que redunde a favor de la Ciencia y de estas naciones que nos acogen con generosidad y no hago nada, me queda tiempo para discurrir e imaginar lo que pod¨ªamos hacer estando como estamos tan distanciados bien contra nuestra voluntad y he pensado que podr¨ªamos unir nuestros esfuerzos para fomentar el desarrollo de las ciencias f¨ªsico qu¨ªmicas y naturales en toda la Am¨¦rica latina¡±, escribi¨® el 25 de septiembre de 1939 a su amigo bot¨¢nico Jos¨¦ Cuatrecasas, seg¨²n las investigaciones del historiador Miguel ?ngel Puig-Samper.
Aquel sue?o se hizo enseguida realidad. El 1 de marzo de 1940 apareci¨® en M¨¦xico la revista Ciencia, dirigida por Ignacio Bol¨ªvar, ya casi ciego. Uno de sus principales redactores era el tambi¨¦n entom¨®logo C¨¢ndido Bol¨ªvar Pieltain, hijo de Ignacio y padre de Antonio. El primer n¨²mero de Ciencia proclamaba que la publicaci¨®n nac¨ªa para ¡°elevar el nivel de la cultura p¨²blica, en cuanto a lo relacionado con las Ciencias f¨ªsico-naturales, exponiendo, en lenguaje para todos comprensible, el estado de los problemas de general inter¨¦s que toda persona ilustrada debe conocer¡±.
En su libro Ciencia espa?ola en el exilio (1939-1989), el qu¨ªmico Francisco Giral recordaba que los exiliados mexicanos enviaron 500 ejemplares del primer n¨²mero de la revista a Espa?a, pero las autoridades franquistas prohibieron de inmediato su distribuci¨®n. ¡°El hecho de ver reunidos tantos nombres de la ciencia espa?ola exiliada trabajando y publicando desde M¨¦xico en colaboraci¨®n con una selecta y numerosa lista de cient¨ªficos hispanoamericanos parece que fue resentido por las autoridades tir¨¢nicas franquistas como una agresi¨®n peor que los ataques militares¡±, escribi¨® Giral, nacido en Salamanca en 1911 y fallecido en su exilio mexicano, que ya era su hogar, en 2002.
Ignacio Bol¨ªvar y su hijo C¨¢ndido fundaron en 1940 en su exilio mexicano la revista Ciencia, prohibida por Franco
¡°Mi padre fue el alma de la revista Ciencia¡±, afirma Antonio Bol¨ªvar. Su progenitor, C¨¢ndido Bol¨ªvar Pieltain, naci¨® en Madrid en 1897 y en seguida adquiri¨® la afici¨®n a los insectos del patriarca de la familia. En 1911, a los 14 a?os, describi¨® una nueva especie, hallada en cuevas de la regi¨®n cant¨¢brica, seg¨²n el historiador Santos Casado. Y, al llegar la Segunda Rep¨²blica en 1931, aquel intelectual experto en insectos cavern¨ªcolas se implic¨® en la renovaci¨®n pol¨ªtica de Espa?a, desempe?ando diversos cargos relacionados con la sanidad y la educaci¨®n. Cuando Manuel Aza?a asumi¨® la presidencia de la Rep¨²blica, en mayo de 1936, C¨¢ndido Bol¨ªvar acept¨® ser su secretario personal. Dos meses despu¨¦s estall¨® la guerra civil. Y el entom¨®logo fue fiel al presidente leg¨ªtimo. C¨¢ndido, con su nonagenario padre Ignacio, viaj¨® al exilio en M¨¦xico en 1939.
Antonio, nacido en 1942, solo pas¨® dos a?os en brazos de su abuelo, fallecido en 1944. Su padre, C¨¢ndido, muri¨® el 26 de noviembre de 1976, a tiempo de vivir un a?o m¨¢s que el dictador Francisco Franco. Antonio es hoy ¡°tal vez el ¨²ltimo tip¨®grafo al buen modo antiguo que va quedando en M¨¦xico¡±, seg¨²n le describi¨® Garc¨ªa M¨¢rquez en los agradecimientos de la novela El general en su laberinto. Ha sido editor de libros durante m¨¢s de 50 a?os. ¡°Entr¨¦ en el oficio de la mano de mi padre. Yo le ayudaba a corregir pruebas de la revista Ciencia desde que ten¨ªa siete u ocho a?os¡±, rememora.
Hoy, Antonio ha sido la voz del exilio espa?ol en el acto de reparaci¨®n a los siete acad¨¦micos represaliados. ¡°Hay que cerrar las heridas con la verdad, porque solo as¨ª quedar¨¢n cerradas¡±, ha dicho la vicepresidenta Carmen Calvo. Ante la sorpresa de Jes¨²s Mar¨ªa Sanz Serna,?presidente de la Real Academia de Ciencias, Bol¨ªvar ha devuelto, con 75 a?os de retraso, la medalla de acad¨¦mico de su abuelo Ignacio, como marca el protocolo decimon¨®nico de la instituci¨®n tras un fallecimiento. Con la voz quebrada, el hijo y nieto de exiliados ha le¨ªdo un poema, escrito en 1939 por el poeta espa?ol Pedro Garfias a bordo del buque que lo llevaba a M¨¦xico:
Espa?a que perdimos, no nos pierdas;gu¨¢rdanos en tu frente derrumbada,conserva a tu costado el hueco vivode nuestra ausencia amargaque un d¨ªa volveremos, m¨¢s veloces,sobre la densa y poderosa espaldade este mar, con los brazos ondeantesy el latido del mar en la garganta.
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