Viaje al coraz¨®n del chiismo

En Irak es m¨¢s f¨¢cil morir de accidente de tr¨¢fico que en un ataque terrorista. Es lo primero que le viene al periodista a la cabeza mientras se aferra a su asiento como un n¨¢ufrago a su tabla de salvaci¨®n. Finales de 2018. Amanece en Bagdad. Es un d¨ªa t¨®rrido y polvoriento. La furgoneta coreana supera los suburbios y acelera por la maltrecha autov¨ªa que une la capital con Nayaf. Una ruta de tres horas que hoy ser¨¢n seis por la peregrinaci¨®n religiosa del Arbain, una de las grandes celebraciones del chiismo. El conductor no lleva cintur¨®n de seguridad y serpentea entre los coches a 160 kil¨®metros por hora. Los pasajeros dormitan. Apenas rompen su letargo para rezar. A la izquierda de la carretera surge la vega del ?ufrates. El arc¨¦n es una sucesi¨®n de controles donde hay que detenerse con prudencia, abrir el maletero, mostrar el pasaporte y contestar las preguntas de los polic¨ªas de turno. Todo ambientado con sus jocosas referencias al Bar?a y el Real Madrid cuando averiguan nuestra nacionalidad. ¡°Somos turistas¡±, es la respuesta adecuada. Nuestro visado as¨ª lo indica.

Cada puente y desv¨ªo de la ruta est¨¢ tomado por militares de camuflaje, chaleco antibalas y Kal¨¢shnikov. Hay torres de vigilancia, nidos de ametralladoras y viejos veh¨ªculos Humvee heredados del Ej¨¦rcito americano. Las fuerzas de seguridad est¨¢n en situaci¨®n de m¨¢xima alarma. Se teme un nuevo atentado del Estado Isl¨¢mico (ISIS), los enemigos mortales del chiismo, a los que consideran los herejes del islam. Esta peregrinaci¨®n ha concluido en otras ediciones con un ba?o de sangre. Bordean el asfalto enormes carteles propagand¨ªsticos con la imagen adusta, barbada, severa, con sotana y turbante negro de los dos l¨ªderes del chiismo iraqu¨ª: Ali Sistani, de 88 a?os, lo m¨¢s parecido a un sumo pont¨ªfice que se puede encontrar en el islam; y Muqtada al Sadr, de 45, cl¨¦rigo, pol¨ªtico y se?or de la guerra, que es el impulsor en la sombra del reci¨¦n formado Gobierno transversal de Irak.

Al Sadr aspira a suceder al viejo Sistani como referencia de los chi¨ªes, no solo de los iraqu¨ªes, sino de los 200 millones de todo el mundo, aunque la mayor¨ªa est¨¦n localizados en torno al golfo P¨¦rsico. Una expansi¨®n e influencia en la regi¨®n que va desde Ir¨¢n hasta Siria y desde Yemen hasta Bar¨¦in, que algunos comparan con una luna en cuarto creciente. Y que quita el sue?o a su facci¨®n rival, la mayoritaria y siempre orgullosa sun¨ª.

Cada puente y desv¨ªo de nuestra ruta est¨¢ tomado por militares. Hay torres de vigilancia y viejos Humvee americanos. Se teme un atentado del ISIS

Ir¨¢n es la gran potencia econ¨®mica, militar y diplom¨¢tica del chiismo y el portaviones de su expansi¨®n por todo el planeta. Y no quiere ni a uno ni a otro, sino a un cl¨¦rigo iran¨ª al frente de Irak. Para manejar todos los resortes del pa¨ªs vecino. Formado en el seminario de Qom, la factor¨ªa de ayatol¨¢s de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n: una teocracia dirigida por el cl¨¦rigo Al¨ª Jamenei, que ostenta todos los poderes del Estado. Ese modelo de control del pa¨ªs por parte de los religiosos es el que querr¨ªan implantar, como primer paso para extender su revoluci¨®n, a toda la comunidad universal de creyentes. Por el momento han tenido escaso ¨¦xito en exportarla a Irak, aunque teledirigen las principales formaciones pol¨ªticas chi¨ªes del pa¨ªs, que lo han gobernado desde 2006. Sin embargo, a¨²n se les escapa el factor religioso. Y en esta zona del mundo es ah¨ª donde se encuentra el poder real.

La futura desaparici¨®n de Sistani, un anciano gran ayatol¨¢ que ha intentado inocular sentido com¨²n en el avispero de Oriente Pr¨®ximo (hasta el punto de sonar como Nobel de la Paz) y ha puesto freno a la ocupaci¨®n de un tercio de Irak por el ISIS con una fatua (un decreto pol¨ªtico-religioso) que moviliz¨® en el verano de 2014 a decenas de miles de chi¨ªes en contra del enemigo salafista (de inspiraci¨®n y financiaci¨®n saud¨ª), hasta derrotarlo en 2017, es un nuevo motivo para contener la respiraci¨®n en una regi¨®n que desde hace 50 a?os no encuentra la paz. En Irak, en 2003, como consecuencia de la invasi¨®n estadounidense, ¡°se abrieron las puertas del infierno¡±, seg¨²n una afirmaci¨®n atribuida al secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan. Esas puertas no se han vuelto a cerrar en este tablero de juego en el que conviven una religi¨®n fracturada, el terror provocado por los extremistas de cada facci¨®n, un enemigo com¨²n, Israel, y la mitad de las reservas de petr¨®leo del planeta.

A medida que descendemos hacia el sur por esta carretera, en la que no se ha invertido un euro desde antes de la ocupaci¨®n americana (como en la mayor¨ªa de las infraestructuras que encontramos, en un pa¨ªs donde no conviene beber agua del grifo y no se divisa un hospital), uno empieza a sentir v¨¦rtigo dentro de esa marea humana que abarrota cada m¨ªnimo espacio de los 170 kil¨®metros que separan Bagdad de Nayaf, la ciudad santa donde se educan desde hace 1.000 a?os los cl¨¦rigos chi¨ªes. Y que alberga una mezquita chapada en oro donde se veneran los restos del imam Al¨ª. Yerno de Mahoma, fue asesinado en el a?o 661. Es el primer chi¨ª de la historia.

Arabia se juega en el conflicto en Yemen su prestigio frente a Ir¨¢n, l¨ªder chi¨ª. Es una de las llamadas proxy wars, guerras a trav¨¦s de terceros pa¨ªses

Con ¨¦l se inici¨® la ruptura de su facci¨®n del islam de la mayoritaria sun¨ª, que hoy tiene en Arabia Saud¨ª y sus santos lugares (La Meca y Medina) su centro de operaciones ideol¨®gico y econ¨®mico (los saud¨ªes cuentan con el 20% de las reservas de petr¨®leo y financian las posturas musulmanas m¨¢s extremistas en todo el planeta). Un complejo religioso-militar-industrial que controla desde hace tres a?os el poco avezado y col¨¦rico pr¨ªncipe Mohamed Bin Salm¨¢n (MBS), de 33 a?os, que ha logrado marginar a sus primos rivales de la dinast¨ªa Saud, apartar a los cl¨¦rigos refractarios y controlar los servicios de inteligencia y la Guardia Nacional. Solo ¨¦l tiene acceso al autocr¨¢tico rey Salm¨¢n, su padre. Pasa por ser un tipo peligroso. Fue el presunto instigador del asesinato del periodista Jamal Khashoggi el pasado mes de octubre en Estambul; el l¨ªder ¨¢rabe que m¨¢s ha alentado el odio sectario hacia los chi¨ªes (a los que los jeques wahabitas consideran impuros) y es, desde 2015, el responsable del conflicto militar en Yemen, que ha provocado una hambruna que afecta a 20 millones de personas y a consecuencia de la cual han muerto cerca de 100.000 ni?os.

Es una guerra fr¨ªa entre Arabia e Ir¨¢n, supuestamente entre el sunismo y el chiismo, que se dirime en el mortificado terreno de juego yemen¨ª y supone un gran negocio de venta de material militar. Entre los proveedores, Espa?a, que est¨¢ fabricando para el reino saud¨ª cinco corbetas por valor de 2.000 millones de euros para que combata a los rebeldes huthi (alineados con el chiismo iran¨ª). Para un analista ¨¢rabe, que prefiere no dar su nombre (por lo que pueda ocurrir), ¡°MBS est¨¢ potenciando la idea de que lo que est¨¢ ocurriendo en Yemen es el producto de una lucha milenaria entre el sunismo y el chiismo. Y es falso. Como es falso que en Siria se est¨¦n enfrentando las dos ramas del islam. No estamos hablando de religi¨®n, sino de influencia internacional¡±. Arabia Saud¨ª se juega (una vez m¨¢s) reafirmarse como la gran potencia de Oriente Pr¨®ximo. Se juega su prestigio frente a Ir¨¢n, como siempre, en territorio ajeno. Son las llamadas proxy wars: enfrentarte a tu enemigo a trav¨¦s de otros actores y escenarios. T¨² pones las armas y la ideolog¨ªa. Otros ponen las vidas. Como ha pasado con las guerras de Siria (donde Ir¨¢n ha sido el andamio financiero, diplom¨¢tico y militar que ha sostenido al dictador Bachar el Asad), L¨ªbano o Irak. ¡°Ir¨¢n y los saud¨ªes saben que un enfrentamiento cara a cara ser¨ªa in¨²til: ninguno iba a ganar. Ya se comprob¨® entre 1980 y 1988 con la guerra entre Irak (entonces bajo la dictadura de Sadam Husein) e Ir¨¢n, que termin¨® en tablas y con un mill¨®n de bajas¡±, explica Haizam Amirah Fern¨¢ndez, investigador principal del Real Instituto Elcano.

Itxaso Dom¨ªnguez de Ol¨¢zabal, experta en Oriente Pr¨®ximo y Magreb de la Fundaci¨®n Alternativas, define el enfrentamiento entre sunismo y chiismo como ¡°un juego de tronos en Oriente Pr¨®ximo. Es puro sectarismo de laboratorio. Se han exacerbado las diferencias entre las dos ramas, cuando durante siglos vivieron en paz. No se trata de bloques religiosos, sino de Estados que buscan expandir su influencia. El sectarismo es una herramienta pol¨ªtica de odio que se activa o desactiva cuando conviene, aunque es cierto que los chi¨ªes arrastran su victimismo desde la cuna. Es inherente en ellos¡±.

El chiismo es una religi¨®n de luto. Gira en torno al martirio. Su espina dorsal es el desgarro, la injusticia, la desposesi¨®n y la resistencia. Es un credo de musulmanes pobres y oprimidos; de ciudadanos de segunda con un fuerte sentido de comunidad y una red capilar transnacional que llega a Reino Unido, Rusia o Venezuela. Y moviliza miles de millones de ingresos opacos. Durante 14 siglos, los chi¨ªes fueron invisibles. Tuvieron que esconder sus creencias. Usar el arte isl¨¢mico del disimulo. Vivieron en guetos, realizaron los peores trabajos y fueron marginados de la Administraci¨®n. Algo que a¨²n ocurre en Arabia, Egipto, Afganist¨¢n, Pakist¨¢n o Marruecos. En estos momentos viven el renacimiento de su fe y su influencia. Gracias a la revoluci¨®n isl¨¢mica en Ir¨¢n, de 1979, y al Irak despu¨¦s de Sadam Husein. Y tambi¨¦n por los ¨¦xitos de Hezbol¨¢ (el Partido de Dios) contra los israel¨ªes en L¨ªbano, a los que expulsaron en 2006, ante la desconfianza de Arabia Saud¨ª, que teme que el chiismo se convierta en un caballo de Troya de Ir¨¢n dentro de sus fronteras. Y tambi¨¦n de su gran socio, Estados Unidos.

Para Donald Trump, Ir¨¢n sigue siendo el centro del ¡°eje del mal¡± (como lo defini¨® el presidente George W. Bush en 2002) y, en consecuencia, ha recrudecido las sanciones y dinamitado el acuerdo de no proliferaci¨®n nuclear con ese Estado. Haizam Amirah lo explica: ¡°Trump est¨¢ haciendo lo contrario que hizo Obama. Va a por Ir¨¢n. Y si no interviene en este mandato, lo har¨¢ en el segundo (si gana). Y eso favorece al ala dura de Ir¨¢n e imposibilita su democratizaci¨®n. Las sanciones econ¨®micas de Estados Unidos est¨¢n hundiendo ese pa¨ªs, sus importaciones, el comercio, el valor del rial, sus transacciones bancarias¡­, y favorece que los cl¨¦rigos m¨¢s conservadores sigan dominando el pa¨ªs. Una invasi¨®n de Estados Unidos a Ir¨¢n podr¨ªa hacer que el d¨ªa despu¨¦s fuera lo peor que hemos visto en mucho tiempo. Porque llevan 40 a?os prepar¨¢ndose para esa eventualidad¡±.

Durante los d¨ªas que dure nuestro viaje al coraz¨®n del chiismo se van a reunir entre Nayaf y Kerbala 20 millones de fieles llegados de 50 pa¨ªses. Es una demostraci¨®n de orgullo religioso. Y una muestra de poder. Tiene algo de reto. Llegan para celebrar el Arbain, en recuerdo del imam Husein, nieto de Mahoma, torturado y muerto en la batalla de Kerbala (donde reposan sus restos), junto a su familia, en el a?o 680, por un ej¨¦rcito de musulmanes omeyas muy superior al suyo. Esa derrota es la clave del chiismo. El argumento que sus seguidores repiten 1.400 a?os despu¨¦s. Y que a¨²n les provoca el llanto. La piedra de Rosetta del chiismo es esa fractura que se vivi¨® en el islam a la muerte del Profeta, entre su familia y sus colaboradores. Ambos lucharon por su control. Fue una contienda pol¨ªtica. Hoy, el sunismo representa el 85% del islam, y el chiismo, el 15%. Sin embargo, en la pen¨ªnsula ar¨¢biga esa proporci¨®n est¨¢ m¨¢s equilibrada: se habla de 60-40.

Para un ayatol¨¢ iraqu¨ª, ¡°no queremos gobernar este pa¨ªs. Pudimos hacerlo y renunciamos. No somos como Ir¨¢n. No recibimos sus ¨®rdenes¡±

Los peregrinos abarrotan las carreteras de Irak. Es dif¨ªcil ser testigo de una movilizaci¨®n tan multitudinaria en otro lugar del mundo. M¨¢s de un mill¨®n de iran¨ªes ha realizado la traves¨ªa entre las dos orillas del Golfo. Los aviones que llegan desde Estambul procedentes de Occidente est¨¢n repletos de j¨®venes arrogantes con barbas recortadas y mujeres, algunas casi ni?as, vestidas como monjas de clausura que bromean en ingl¨¦s y franc¨¦s. Ellas y ellos no se mezclan, ni se tocan, ni se hablan, ni se miran. Ser¨¢ as¨ª durante los d¨ªas de celebraci¨®n. Aunque compartan las desbordadas callejas de las ciudades santas, no interact¨²an. Les est¨¢ prohibido. Ellas tampoco pueden vestir atuendos occidentales.

Van de luto. Ellos, con camisa y pantal¨®n negro; ellas, de chador; algunas con el rostro cubierto. Portan grandes banderas con una imagen recreada de Husein: barba, turbante y aspecto de protagonista de Las mil y una noches. Y tambi¨¦n ondean ense?as negras con consignas pol¨ªticas. Algunas de esp¨ªritu b¨¦lico, como los miembros de Hezbol¨¢, con sus banderas amarillas presididas por un fusil, que han llegado desde el L¨ªbano; y los guerrilleros yemen¨ªes y los veteranos de las batallas contra el ISIS, con atuendos paramilitares. Desde Bagdad tardar¨¢n una semana en llegar a su destino. Algunos vienen desde Azerbaiy¨¢n, Pakist¨¢n y Afganist¨¢n. Su calzado es precario. Abundan las sandalias de goma. Se puede reconocer a los que vienen del mundo desarrollado por sus deportivas americanas. Muchos no llevan m¨¢s que lo puesto. A lo largo del camino proliferan los campamentos financiados por cofrad¨ªas religiosas que ofrecen comida, bebida, una manta y un jerg¨®n a los caminantes. Es posible atravesar el territorio iraqu¨ª hasta las ciudades santas sin gastar un c¨¦ntimo. Es una muestra del m¨²sculo de los chi¨ªes. ¡°Ser chi¨ª supone ser militante¡±, me dir¨¢ con arrogancia el ayatol¨¢ Habib al Tofi, ¡°estar dispuestos a luchar contra la injusticia y el usurpador, y morir, como el imam Husein¡±.

Es viernes. Un par de horas antes del rezo del mediod¨ªa, que hoy reunir¨¢ en una fila de un centenar de kil¨®metros a millones de fieles inclinados en direcci¨®n a La Meca, hacemos escala en un oasis. Aqu¨ª se va a reunir un grupo de religiosos de m¨¢xima categor¨ªa. Centenares de cl¨¦rigos barbados, ataviados con sus elegantes sotanas, camisas bien planchadas, vaporosas capas y turbantes blancos o negros (estos ¨²ltimos, reservados a los descendientes del linaje de Mahoma), responden a las dudas de sus fieles, desde asuntos piadosos a consultas sobre sexualidad. No hay ni una sola mujer entre ellos.

Desde el barrio de Houeic, en Nayaf, el ayatol¨¢ Sistani controla su red, con ramificaciones en todo el mundo e ingresos de 700 millones al a?o

Una de las claves del chiismo frente al sunismo es la importancia que dan a la jerarqu¨ªa religiosa, intermediaria entre Dios y los mortales. ¡°Eso permite que los cl¨¦rigos con mayor formaci¨®n interpreten las ense?anzas del Cor¨¢n con relaci¨®n a la situaci¨®n de hoy, no con la de hace 14 siglos¡±, explica Ibrahim Amal, responsable de la mezquita chi¨ª Alulbeyt, en Madrid, que ha sido nuestra introductora en Irak: ¡°Nuestra jurisprudencia es din¨¢mica. En el chiismo, la interpretaci¨®n de los preceptos y las normas se hace a trav¨¦s de una autoridad cualificada, no del primero que llega, frente al sunismo wahab¨ª (el islam rigorista de Arabia Saud¨ª), donde un telepredicador o un imam de provincias, o Bin Laden, o el califa del ISIS, emite dict¨¢menes, decide lo que es haram (est¨¢ prohibido) y puede llamar a la guerra santa. Eso es un caos. Enga?an a la gente. Por la ignorancia se llega al terrorismo¡±.

Acostumbrados al gesto fiero del primer ayatol¨¢ del que tuvo constancia Occidente, Ruhollah Jomeini, dictador teocr¨¢tico de Ir¨¢n entre 1979 y 1989, que no usaba gafas en p¨²blico para no perder un ¨¢pice de autoridad, el encuentro con los altos cl¨¦rigos chi¨ªes en este campamento entre palmeras es sorprendente: son de una amabilidad absoluta. Prodigan los besos en la mejilla. Est¨¢n en la ¨®rbita del gran ayatol¨¢ Sistani. Hablamos con dos de ellos, sentados en el suelo, con un t¨¦ entre las manos. Tras la inicial cortes¨ªa ¨¢rabe, la pregunta es inevitable:

¡ª?Por qu¨¦ los ayatol¨¢s gobiernan en Ir¨¢n y ustedes en Irak se han mantenido al margen?

¡ªEl clero chi¨ª puede obrar de tres maneras. La primera es gobernar en nombre de la religi¨®n. La segunda, ser un gran centro de cultura que civiliza y educa. Y la tercera, ser la voz de la gente, defender sus derechos contra la injusticia y la opresi¨®n, presionar al Gobierno cuando no hace las cosas bien. Esos somos nosotros. No queremos gobernar este pa¨ªs, pudimos y hemos renunciado.

¡ª?Por qu¨¦?

¡ªNo es nuestro camino. Ir¨¢n practica el modelo uno y nosotros el tres. Son dos estilos distintos: el de Sistani, y el de Jamenei (actual l¨ªder supremo de Ir¨¢n). Aqu¨ª no respondemos ante Ir¨¢n. No recibimos sus ¨®rdenes. Ning¨²n partido nos las da. La corriente de Ir¨¢n es que los cl¨¦rigos gobiernen el pa¨ªs. Nosotros, no.

El ayatol¨¢ Jomeini estuvo exiliado en la ciudad santa de Nayaf entre 1964 y 1978. All¨ª fue profesor de uno de los seminarios de la ciudad y elabor¨® un tratado titulado Islamic Government: Governance of the Jurist, donde conclu¨ªa que los ¨²nicos legitimados para el gobierno en ausencia de la autoridad divina eran los cl¨¦rigos, a los que denominaba ¡°guardianes de la fe¡±. Era la primera vez en la historia del chiismo que un ayatol¨¢ se arrogaba el completo control de la sociedad. Cuando lleg¨® al poder en Ir¨¢n, en 1979, tras la expulsi¨®n del sah (el emperador Reza Pahlevi), lo puso en pr¨¢ctica e intent¨® exportar la dictadura de los ayatol¨¢s a todo el islam. Incluso puso en solfa la monarqu¨ªa saud¨ª por ¡°corrupta¡±. Esta nunca se lo perdon¨®. En Irak, Sistani fue el freno ante esa visi¨®n jomeinista que sigue monopolizando el poder en Ir¨¢n.

El gran ayatol¨¢ Sistani jam¨¢s concede entrevistas. Es la respuesta a nuestra petici¨®n de mantener un encuentro con ¨¦l en Nayaf. Tampoco recibe a los pol¨ªticos. Ni a los l¨ªderes extranjeros. Se comunica con el mundo a trav¨¦s de sus sermones del viernes, sus fatuas y la voz de su hijo (Mohamed Reza al Sistani) y su yerno (Jawad al Shahristani), ambos cl¨¦rigos, sus dos personas de confianza y que influir¨¢n en su futura sucesi¨®n.

Nayaf es una ciudad pobre a las puertas del desierto y a orillas de un lago donde dicen que acab¨® varada el Arca de No¨¦. Es la capital intelectual del chiismo. Desde hace 1.000 a?os viven aqu¨ª los grandes ayatol¨¢s (los te¨®logos supremos del islam chi¨ª) y sus seminaristas. Su formaci¨®n dura al menos 10 a?os. Su proceso de educaci¨®n y ascensos es secreto. En el momento de la ca¨ªda de Sadam, en 2003, quedaban en Nayaf 700 estudiantes; ahora hay m¨¢s de 15.000. Todo chi¨ª de cualquier lugar del mundo que aspire a ser un alto cl¨¦rigo debe pasar por esta ciudad; todo chi¨ª con posibles anhela ser enterrado aqu¨ª. Su inmenso cementerio es m¨¢s grande que el resto de la ciudad.

El ayatol¨¢ Sistani vive en un discreto callej¨®n cerrado al p¨²blico llamado Masjede-e Hindi, a unos cientos de metros de la mezquita de Al¨ª. No se diferencia de las otras callejas sombr¨ªas y rodeadas de bazares de la zona. En torno a su cuartel general hay un perceptible servicio de seguridad de militantes con fusiles AK-47. Est¨¢ prohibido hacer fotos. Este rinc¨®n ha sido escenario de varios atentados. En 2004, un comando asalt¨® el complejo y asesin¨® al responsable de las finanzas, Abdullah Falaq al Basrawi. Buscaban a Sistani. No estaba. Salv¨® el pellejo.

Desde este barrio popular de Houeich se controla la red Sistani, con ramificaciones en todo el mundo: unos 2.000 cl¨¦rigos en el exterior de Irak, ingresos anuales de 700 millones (a trav¨¦s de los impuestos que recauda entre sus seguidores, que le entregan un quinto de sus ingresos) y un patrimonio superior a los 3.000 millones. Unas rentas que su organizaci¨®n distribuye en obras sociales, seminarios y el mantenimiento de su lobby exterior (por ejemplo, la Fundaci¨®n Alulbeyt, en Madrid).

Sistani es el n¨²mero uno del chiismo. No solo en conocimientos jur¨ªdicos, sino como fuente de interpretaci¨®n del islam y ejemplo de vida a imitar. Comparte el poder (al menos nominalmente) con otros tres grandes ayatol¨¢s que viven en este barrio de Houeich. Son la punta de la pir¨¢mide del chiismo. Los denominan los ¡°cuatro grandes¡±: un afgano, Mohammad Ishaq al Fayyad, de 87 a?os; un paquistan¨ª, Bashir al Najafi, de 76, y un iraqu¨ª, Mohammad Saeed al Hakeem, de 84, que es considerado el n¨²mero dos de Sistani.

A trav¨¦s del empresario iraqu¨ª Musa Alaasam, presidente de Alulbeyt y miembro de una importante familia chi¨ª de Nayaf, logramos un encuentro con el gran ayatol¨¢ Al Hakeem. Su hogar es laber¨ªntico y monacal. No hay muebles, solo alfombras y tapices negros con inscripciones religiosas. La familia Al Hakeem es una de las m¨¢s ricas y poderosas del chiismo. Decenas de sus miembros, todos cl¨¦rigos, fueron asesinados por la dictadura de Sadam. Al Hakeem, su patriarca, es un sabio enjuto, de ojos acuosos y nariz prominente, que permaneci¨® en sus c¨¢rceles entre 1983 y 1991. Relata c¨®mo escuchaba desde su celda los gritos de dolor y las ejecuciones de sus familiares. Afirma que no siente odio hacia el sunismo.

Dentro de la red de influencia internacional de los Al Hakeem est¨¢ la Fundaci¨®n Hikmeh, dedicada al di¨¢logo interreligioso, que dirige su hijo, el tambi¨¦n ayatol¨¢ Riyadh al Hakeem, de 59 a?os, un cl¨¦rigo elegante y de mirada inquisitorial. Ante el mutismo piadoso de su padre, que desgrana las cuentas de un rosario ¨¢rabe, Riyadh toma la palabra: ¡°Los chi¨ªes nunca hemos pensado en vengarnos contra el sunismo; nunca hemos hecho una llamada al odio. Y eso que Sadam hizo un genocidio. Nos mat¨® con armas qu¨ªmicas. Nosotros apostamos por el di¨¢logo y que no vuelva a pasar. No odiamos ni tan siquiera a Israel. No somos radicales. No nos interesa la pol¨ªtica. No somos una tendencia, somos una religi¨®n.

¡ª?Y c¨®mo hacen patente su influencia en el pa¨ªs?

¡ªSiendo vigilantes de que ninguna ley sea contradictoria con las disposiciones del islam, y tambi¨¦n a trav¨¦s de nuestras fatuas, que llaman la atenci¨®n de los pol¨ªticos cuando oprimen o hacen algo mal contra el pueblo.

¡ª?Contemplan un Irak para chi¨ªes desgajado de los kurdos y los sun¨ªes?

¡ªNo. Ellos quisieron romper el pa¨ªs y no les dejamos. Somos un solo pa¨ªs. Tenemos una bandera y vamos a seguir as¨ª. Y lo defenderemos si hace falta.

¡ª?Por qu¨¦ las mujeres son ciudadanas de segunda?

¡ªNo estoy conforme con esa apreciaci¨®n. Est¨¢n por encima de nuestras cabezas. Y la Constituci¨®n dice que el 25% de los esca?os del Parlamento tiene que estar ocupado por mujeres. Y nosotros aprobamos eso. Este pa¨ªs no lo gobierna la shar¨ªa sino la ley civil.

Si Nayaf es la capital intelectual del chiismo, Kerbala es la emocional. El trayecto entre las dos ciudades, apenas 80 kil¨®metros, exige en v¨ªsperas del Arbain ocho horas de coche. Millones de personas abarrotan la carretera, los arcenes, los campos contiguos en direcci¨®n a las c¨²pulas doradas de la mezquita de Husein. Cada pocos kil¨®metros, centenares de cl¨¦rigos escenifican ante grupos de fieles la pasi¨®n y muerte del imam Husein. El nivel de exaltaci¨®n comienza a elevarse. Las banderas ondean. Hay gestos de dolor por el esfuerzo y la emoci¨®n. Ya en Kerbala, el caos es absoluto. La polic¨ªa impide el paso de veh¨ªculos y cachea y registra los equipajes de los peregrinos. Cuanto m¨¢s se acerca uno a los dos santuarios, m¨¢s estrechas se vuelven las medidas de seguridad. Despu¨¦s de tres controles, se accede a la zona santa del chiismo, a orillas del ?ufrates, donde fue masacrado Husein en 680 y se fractur¨® el islam. En torno a la mezquita (que fue bombardeada por Sadam en 1991) hay miles de puestos de comida para los peregrinos; en los callejones se matan corderos, se preparan guisos en inmensas ollas y se reparte agua, dulces y t¨¦. La aglomeraci¨®n no es apta para claustrof¨®bicos. No hay ni un solo puesto de socorro. Cualquier incidente provocar¨ªa una estampida y una inmensa tragedia.

El chiismo es una religi¨®n con una elaborada puesta en escena. El color negro, las banderas, los lamentos, las l¨¢grimas. La mezcla de esos elementos practicada por millones de personas sobrecoge. En el interior de la mezquita, en cada rinc¨®n, cl¨¦rigos histri¨®nicos relatan con pasi¨®n el martirio de Al¨ª ante un p¨²blico entregado que llora y gime sin consuelo hasta alcanzar un ¨¦xtasis m¨ªstico. Esta expresi¨®n religiosa durar¨¢ toda la noche. En el exterior, decenas de miles de j¨®venes cantan y se golpean el pecho en una suerte de rap hipn¨®tico. Vienen de todo el mundo. Los m¨¢s vitoreados son los guerrilleros de Hezbol¨¢ (la milicia chi¨ª libanesa con 20.000 miembros), entre ellos, centenares de mujeres. Cuando le pregunto a una si se consideran un movimiento de resistencia contra Israel o una organizaci¨®n criminal, como afirma Estados Unidos, contesta sin inmutarse, ¡°lo ¨²nico que le puedo decir es que cada chi¨ª del mundo, independientemente de donde viva, se siente de Hezbol¨¢¡±.

El analista Haizam Amirah define la situaci¨®n en Oriente Pr¨®ximo como ¡°un proceso l¨ªquido, cambiante, de flujos y reflujos; donde las piezas cambian cada d¨ªa; donde se ha pasado de la racionalidad al sectarismo. Vivimos en un mundo sin certezas; todo puede ocurrir¡±.

Un paisaje incierto al que se une el estancamiento de la econom¨ªa y el aumento del paro en Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª. Y unos niveles de cleptocracia en Irak, que ingresa cada a?o 100.000 millones de euros por la venta de crudo, entre los m¨¢s altos del mundo: es el noveno Estado m¨¢s corrupto, seg¨²n Transparencia Internacional. Una situaci¨®n que ya ha provocado levantamientos en Basora, la capital petrolera y chi¨ª del pa¨ªs, con el apoyo del entorno del ayatol¨¢ Sistani. Durante una manifestaci¨®n se pod¨ªa leer en una de sus pancartas: ¡°2.500.000 barriles de petr¨®leo al d¨ªa. 70 d¨®lares por barril. 2.500.000 ¡Á 70 = 0. ?Hola, Pit¨¢goras, estamos en Irak!¡±.

Para llegar a la puerta de embarque en el aeropuerto de Bagdad es necesario pasar nueve controles. Hay cacheos y esc¨¢ner; perros y preguntas. Es la mejor met¨¢fora de un pa¨ªs que lleva medio siglo sin encontrar el sosiego, entre una dictadura, una guerra con Ir¨¢n, la invasi¨®n de EE UU, una contienda civil y la invasi¨®n del ISIS. Los expertos dicen que no es un Estado fallido, pero que a¨²n est¨¢ en construcci¨®n. Antes de acceder al vuelo, de madrugada, los pasajeros dormitan tras las emociones religiosas del Arbain. Al menos ellos han encontrado la paz.