La aburrida vida de los colonos del Imperio Brit¨¢nico
Un libro con cartas y diarios an¨®nimos demuestra que la vida en las colonias no fue como narraron los periodistas y los exploradores
Dickens inaugur¨® el aburrimiento. El novelista emple¨® la palabra en ingl¨¦s, boredom, en Casa desolada y en Tiempos dif¨ªciles, y a partir de ah¨ª extendi¨® su uso. Quien no la utiliz¨® fue Rudyard Kipling en El hombre que pudo reinar, una de las novelas que seg¨²n Jeffrey A. Auerbach romantiz¨® el relato sobre las colonias y protectorados que Reino Unido gobern¨® hasta 1949. As¨ª lo explica el historiador en Imperial Boredom, donde analiza el papel del tedio en la construcci¨®n del Imperio Brit¨¢nico.
La tesis que sostiene Auerbach es que ni el paso de los a?os ni nuevos abordajes acad¨¦micos han cambiado la percepci¨®n porque siempre se ha explicado ese periodo desde los extremos: ¡°Por un lado se ha narrado como una aventura atrevida y gloriosa¡±, sostiene, ¡°y por otro, como la imposici¨®n por medios militares del poder econ¨®mico de una cultura capitalista¡±. Resuelto a modificar con su libro lo que considera un discurso equivocado ¡ªcuando no manipulado¡ª, su investigaci¨®n se centra en una fuente tan abundante y eficaz como son los documentos procedentes de personas an¨®nimas. Cartas o diarios de sirvientas, funcionarios, soldados en puestos fronterizos donde no pasaba nada, comerciantes en zonas inh¨®spitas o esposas de colonos que cuentan la decepci¨®n o el sopor que experimentan en su nueva tierra¡, todo vale para cimentar la tesis del autor: que la g¨¦nesis y desarrollo del imperio colonial brit¨¢nico fue un soberano aburrimiento.
Auerbach analiza c¨®mo narran esas personas viajes de seis meses en barco para llegar a India, en los que pod¨ªan pasar varias semanas viendo solamente agua. Tambi¨¦n se detiene en la vida de militares y funcionarios, y presta especial atenci¨®n al modo en que describen todos ellos los parajes porque es donde mejor se palpa la superioridad moral del colono y su apat¨ªa.
La etapa examinada abarca del siglo XVI al XX, pero es en el XIX donde m¨¢s veces se encuentra la palabra ¡°aburrimiento¡±. No ocurre s¨®lo en Inglaterra: el autor extiende el t¨¦rmino a toda la expansi¨®n del capitalismo industrial, con el desarrollo del tiempo libre y la noci¨®n de felicidad que naci¨® en la Ilustraci¨®n.
Afirma el autor del libro que el aburrimiento afect¨® especialmente a las mujeres: ¡°Entre las esposas de los gobernadores y las institutrices, entre las mujeres de buscadores de oro o las de los forajidos, el aburrimiento era omnipresente¡±. A ello contribu¨ªa el hecho de que todas ellas ten¨ªan prohibido relacionarse directamente con los ind¨ªgenas. Una prohibici¨®n que no pesaba sobre los hombres y que las condenaba a un aislamiento extremo.
Esos testimonios de gente de a pie desmontan el aura heroica que en torno al Imperio Brit¨¢nico conformaron no s¨®lo las novelas, sino tambi¨¦n los relatos autobiogr¨¢ficos de exploradores como James Cook, David Livingstone o Mary Kingsley.
El autor cree que hay que preguntarse si el Imperio fue aburrido para los colonizados: indios, maor¨ªes, abor¨ªgenes o xhosas, pues s¨®lo aborda de pasada su punto de vista al considerar que merece un an¨¢lisis exhaustivo aparte que ponga de manifiesto su potencial y su diferencia. Pero quiz¨¢ sirva como muestra lo que escribi¨® en su autobiograf¨ªa el primer ministro de India tras la independencia de la colonia, Jawaharlal Nehru: "El ingl¨¦s y el indio se aburren mutuamente y ambos se alegran siempre de alejarse uno del otro para respirar libremente¡±.
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