El calvario de los obispos en la Venezuela chavista
La relaci¨®n entre la Iglesia cat¨®lica y el r¨¦gimen bolivariano se ha movido entre la farsa y la tragedia
No se ha encontrado la frase de Hegel sobre la que Marx construye su idea de que la historia se repite dos veces, una como tragedia y despu¨¦s como farsa. Venezuela podr¨ªa ser un modelo, sobre todo en los ¨²ltimos 20 a?os, con crisis pol¨ªticas y sociales a punto de estallar.
La situaci¨®n actual, tras el desaf¨ªo al r¨¦gimen de Maduro planteado por el presidente de la Asamblea Nacional Juan Guaid¨®, recuerda lo ocurrido los d¨ªas 11 a 14 de abril de 2002, con el golpe de Estado que ech¨® del poder durante 47 horas al presidente Hugo Ch¨¢vez. Entonces, los obispos de la Iglesia venezolana y, con m¨¢s discreci¨®n, el Vaticano tuvieron un protagonismo especial. Vuelve a producirse ahora. El arzobispo Baltazar Porras presid¨ªa en 2002 la Conferencia Episcopal Venezolana y era objeto de ataques y mofas por parte de Ch¨¢vez. Nombrado cardenal en 2016 por el papa Francisco y enfrentado ahora al presidente Nicol¨¢s Maduro, ha escrito su versi¨®n de lo sucedido.
La Constituci¨®n de Venezuela, la Bolivariana, inspirada por Ch¨¢vez y aprobada en refer¨¦ndum en 1999, cita a Dios en la segunda l¨ªnea del pre¨¢mbulo (¡°El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protecci¨®n de Dios¡¡±). Es mucho m¨¢s de lo que ocurre en la Ley Fundamental del Estado de la Ciudad del Vaticano, que ni siquiera cita a la Iglesia cat¨®lica. As¨ª la f¨®rmula con la que Ch¨¢vez asumi¨® la presidencia rezaba: ¡°Juro delante de Dios, juro delante de la patria, juro delante de mi pueblo¡±.
Ch¨¢vez sol¨ªa expresar jocosamente sus cr¨ªticas a la Iglesia. Pero pidi¨® socorro al arzobispo Porras para salvar la vida en 2002
Maduro es de origen jud¨ªo sefard¨ª, pero tambi¨¦n se declara cristiano. ¡°Oren por m¨ª¡±, pidi¨® el mi¨¦rcoles en la inauguraci¨®n del Congreso del Movimiento Cristiano por la Paz. ¡°Mientras enfrento pruebas cada vez m¨¢s fuertes, soy cada vez m¨¢s creyente porque ?l me protege con su manto sagrado¡±.
C¨®mo explicar, entonces, la agresividad contra los obispos venezolanos, a los que los chavistas ridiculizan sin piedad. Es la pol¨ªtica. Sabedores del desprestigio de las altas jerarqu¨ªas cat¨®licas en un pa¨ªs mayoritariamente cristiano, los atacan para contrastarlos con sacerdotes que trabajan entre los pobres. Maduro: ¡°Nosotros somos los aut¨¦nticos cristianos. Los obispos est¨¢n apu?alando a Cristo¡±.
Tampoco los obispos se han mordido la lengua, aunque entre el catolicismo m¨¢s conservador se reprocha al papa Francisco mantener una posici¨®n d¨¦bil ante el chavismo por recibir en audiencia al presidente Maduro, sonrientes los dos, y por enviar un representante del Vaticano a su toma de posesi¨®n. La misma acusaci¨®n se hace a los jesuitas, una congregaci¨®n especialmente poderosa en Venezuela. En su Universidad Cat¨®lica Andr¨¦s Bello estudi¨® Juan Guaid¨® M¨¢rquez, reconocido por el Parlamento Europeo como presidente interino de Venezuela.
Los jesuitas fueron condescendientes hace una d¨¦cada con el r¨¦gimen chavista por el desprestigio de los partidos de oposici¨®n. Lo fue el actual prep¨®sito general de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, Arturo Sosa, venezolano. Sus cr¨ªticos lo consideran ultraizquierdista y de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n. Es la acusaci¨®n que hacen tambi¨¦n a Francisco, igualmente jesuita, que desde que lleg¨® al pontificado reclama una Iglesia misericordiosa, y critica a los obispos que se preocupan m¨¢s por la econom¨ªa de sus di¨®cesis que por los pobres. El Papa argentino ha dado pie a esas acusaciones. ¡°Nunca fui de derechas. En la adolescencia tuve una incursi¨®n por el zurdaje leyendo libros del Partido Comunista¡±.
Maduro es de origen jud¨ªo sefard¨ª, pero tambi¨¦n se declara cristiano. ¡°Oren por m¨ª¡±, pidi¨® el mi¨¦rcoles
Las disputas entre el r¨¦gimen bolivariano y los obispos parec¨ªan muchas veces una farsa. Ch¨¢vez sol¨ªa expresar jocosamente sus cr¨ªticas. Pero cuando la farsa amenaz¨® tragedia, pidi¨® socorro al arzobispo Porras para salvar la vida. Este es el relato del cardenal sobre el golpe de abril de 2002: ¡°Hacia las 0.30 del 12 de abril recib¨ª una llamada inesperada. El presidente quer¨ªa hablar conmigo. Me salud¨®, pidi¨® la bendici¨®n y me dijo: ¡®Perd¨®neme las barbaridades que he dicho de usted. Lo llamo para preguntarle si est¨¢ dispuesto a resguardar mi vida y la de los que est¨¢n conmigo. En vista de los acontecimientos de hoy, abandono el poder¡¯. Le respond¨ª que como sacerdote estaba dispuesto a hacer lo posible por la vida de cualquier persona. Agreg¨®: ¡®Lo que yo quiero es salir del pa¨ªs. Le pido que me acompa?e hasta la escalerilla del avi¨®n¡±.
El relato del cardenal es la cr¨®nica de un golpe que roza la tragedia y la farsa. Decenas de generales discutieron ante el arzobispo Porras, de madrugada, qu¨¦ hacer con el presidente, si matarlo, si hacerlo preso, si echarlo del pa¨ªs. Nada oye el cardenal sobre qui¨¦n asumir¨¢ la presidencia, o si piensan convocar elecciones. Tampoco se top¨® con el finalmente designado, el presidente de los empresarios Pedro Carmona. Antes de esas sesiones nocturnas, Porras hab¨ªa acudido a la Embajada de EE UU para un almuerzo protocolario. ¡°La comida fue servida con rapidez. Hab¨ªa tensi¨®n y se recomend¨® que cada uno regresara cuanto antes a su domicilio¡±.
Hacia las cuatro de la madrugada, Ch¨¢vez lleg¨® con su escolta al Fuerte Tiuna, donde estaban reunidos los generales, el cardenal y un obispo auxiliar. ¡°Me salud¨®, pidi¨® la bendici¨®n y pidi¨® perd¨®n por el trato a mi persona. Le di un abrazo y lo bendije¡±. Los generales impusieron sus condiciones sin miramiento. Y se fueron. ¡°Conversamos solos un largo rato. Nos pidi¨® que rez¨¢ramos por ¨¦l. Le brot¨® una l¨¢grima y nos dijo: ¡®Transmitan a todos los obispos que recen por m¨ª; les pido perd¨®n por no haber encontrado el mejor camino para un buen relacionamiento con la Iglesia. Denme su bendici¨®n¡±.
Cuando vinieron a llevarse a Ch¨¢vez, estaba amaneciendo. Lo que ocurri¨® en los dos d¨ªas siguientes es ya una farsa, aunque Porras, reclamado por la esposa del embajador de Cuba, hubo de acudir en ayuda de los sitiados y, a la salida de la embajada, se sube a la capota de un autom¨®vil para calmar sin ¨¦xito a unas masas que quieren linchar a los refugiados.
Aislado internacionalmente, Pedro Carmona entrega el mando y se va del pa¨ªs convencido de la imposibilidad de gobernarlo entre tanto general con ansias de mandar. Ch¨¢vez regresa. Escribe Porras: ¡°La euforia de los sectores oficialistas se desbord¨®. Los ataques contra mi persona arreciaron, y tambi¨¦n contra los cardenales. Nos buscan cuando est¨¢n abajo. Es la funci¨®n sacerdotal de la consolaci¨®n¡±.
Cinco d¨ªas m¨¢s tarde, todos los obispos se reunieron con Ch¨¢vez en la sede de la Conferencia Episcopal. ¡°Las primeras palabras del presidente fueron de agradecimiento por lo que hicimos para el resguardo de su vida. Tambi¨¦n dijo estar dispuesto a dialogar con todos los sectores. Que la Iglesia lo ayudara. Ante la pregunta: ¡®?Proyecto compartido o revoluci¨®n?¡¯, me impresion¨® su respuesta. S¨¦ que a ustedes no les gusta la palabra revoluci¨®n, pongan la que quieran, pero esto no lo para nadie. Y p¨ªdanle a Dios que sea pac¨ªfico. Eso no depende de m¨ª. Si no me dejan, esto va de todas maneras¡±.
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