?Qu¨¦ se puede hacer para acabar con la ablaci¨®n?

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Sierra Leona proh¨ªbe con ¡®efecto inmediato¡¯ la mutilaci¨®n genital femenina

El largo viaje contra la ablaci¨®n del imam Demba Diawara

La mutilaci¨®n genital femenina (MGF) hunde sus ra¨ªces en tradiciones ancestrales de muchas etnias, donde en ocasiones es entendida como un ritual de entrada a la madurez o como un requisito para casarse. En pa¨ªses en los que este rito es frecuente, la evidencia emp¨ªrica muestra que esta brutal pr¨¢ctica no solo tiene un impacto perverso sobre la salud de las mujeres, sino que sus efectos se expanden a ¨¢mbitos como la educaci¨®n, la posici¨®n social dentro de la comunidad y la facilidad para encontrar pareja.

En las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, la lucha contra la mutilaci¨®n genital se ha convertido en una prioridad para muchas organizaciones internacionales y gobiernos de pa¨ªses en desarrollo. Ejemplos de esto son el reciente anuncio, por parte del Departamento de Desarrollo Internacional del Gobierno de Reino Unido, de la creaci¨®n de un fondo de 50 millones de libras [unos 56 millones de euros] para luchar contra esta pr¨¢ctica en el mundo; o la proliferaci¨®n de leyes que la sancionan con multas y c¨¢rcel.

Sin embargo, a pesar de la cantidad de recursos invertidos y de la posici¨®n preferencial que ocupa la lucha contra la MGF en la agenda de muchas instituciones, la Organizaci¨®n Mundial de la Salud estima que cada a?o tres millones de ni?as se ven afectadas por ella. El siguiente mapa muestra los pa¨ªses en los que esta pr¨¢ctica est¨¢ extendida. Aunque es com¨²n sobre todo en pa¨ªses del ?frica Oriental y Occidental, tambi¨¦n existe en algunos pa¨ªses de Oriente Medio. La incidencia de casos tambi¨¦n var¨ªa mucho entre pa¨ªses y mientras que aproximadamente el 1% de las mujeres ugandesas o camerunesas se ve afectada por esta tradici¨®n, pr¨¢cticamente la totalidad de las somal¨ªes o de Guinea Conakri han sufrido ablaci¨®n genital.

La evoluci¨®n de esta pr¨¢ctica a lo largo de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas tambi¨¦n ha sido dispar en estos pa¨ªses. Para arrojar luz sobre este punto, el siguiente gr¨¢fico compara, pa¨ªs por pa¨ªs, la incidencia de la MGF en mujeres con edades entre los 15 y los 19 a?os con la incidencia en mujeres de entre 45 y 49 a?os. En ¨¦l se puede apreciar que mientras en pa¨ªses como Burkina Faso, Liberia o Kenia, se ha reducido mucho entre las nuevas generaciones, apenas ha variado en pa¨ªses como Somalia, Gambia o Yibuti.

Frente a este panorama cabe preguntarse por qu¨¦ la MGF se ha reducido tanto en unos pa¨ªses y no en otros. O, quiz¨¢s m¨¢s importante a¨²n, ?qu¨¦ pol¨ªticas p¨²blicas o intervenciones son efectivas en la lucha contra esta pr¨¢ctica? Pese a la relevancia de estas preguntas y la cantidad de recursos que mueve la lucha contra esta abominable tradici¨®n, lo cierto es que existen muy pocas evaluaciones rigurosas que analicen el impacto de intervenciones contra la ablaci¨®n genital.

A pesar de la gran cantidad de recursos invertidos contra la mutilaci¨®n genital femenina, cada a?o tres millones de ni?as est¨¢n en riesgo de sufrirla

En un estudio reciente, Jorge Garc¨ªa y Edgar Salgado investigan el efecto de prohibir esta pr¨¢ctica. Para ello, utilizan la legislaci¨®n senegalesa como caso de estudio. En l¨ªnea con una investigaci¨®n previa para Burkina Faso, los datos muestran que, aunque la prohibici¨®n de la MGF no consigui¨® erradicar esta pr¨¢ctica en Senegal, la ley s¨ª tuvo un efecto notable sobre su incidencia. Menos clara es la evidencia en relaci¨®n con los efectos de programas orientados a promover el empoderamiento femenino. Por un lado, un art¨ªculo de Elisabetta de Cao y Giulia La Mattina muestra que, en Nigeria, la expansi¨®n de la educaci¨®n primaria no tuvo ning¨²n efecto relevante sobre la probabilidad de oponerse a esta pr¨¢ctica ni tampoco redujo la MGF entre las hijas de las mujeres que recibieron m¨¢s educaci¨®n. Por otro lado, una investigaci¨®n de 2018 muestra que la equiparaci¨®n de los derechos hereditarios entre hombres y mujeres en Kenia contribuy¨® sustancialmente a la reducci¨®n de la MGF. En este sentido, tambi¨¦n existe evidencia de que en Senegal, el programa de educaci¨®n en higiene y derechos humanos que implementa la ONG Tostan logr¨® que muchas comunidades se comprometieran a abandonaran esta pr¨¢ctica.

Los estudios existentes son, en todo caso, muy pocos. En este contexto de escasez de evidencia rigurosa, se hacen imprescindibles m¨¢s evaluaciones de impacto para saber qu¨¦ programas e intervenciones destinadas a promover el empoderamiento de las mujeres y a cambiar preferencias culturales son efectivas para reducir la MGF. Solo conociendo qu¨¦ programas son o no efectivos, en qu¨¦ condiciones y a qu¨¦ precio, se podr¨¢n dise?ar e implementar pol¨ªticas p¨²blicas que contribuyan a erradicar esta terrible pr¨¢ctica que afecta de manera tan dram¨¢tica la vida de millones de mujeres en todo el mundo.

Jorge Garc¨ªa Hombrados es Investigador posdoctoral en la London School of Economics and Political Science, Reino Unido. Constanza Jeldres Garc¨ªa es periodista freelance y ling¨¹ista.

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