Dise?ar videojuegos m¨¢s all¨¢ de lo humano
El iran¨ª Mahdi Bahrami crea obras inspiradas en el arte abstracto isl¨¢mico y el concepto de la trascendencia
Cuando Mahdi Bahrami ve saltar a Super Mario siente que el pobre fontanero italiano es una oportunidad perdida. ¡°Pulsamos un bot¨®n y ya. Salta. Pero ?qu¨¦ pasa con toda esa complejidad interna de nuestros cuerpos que nos permite ese salto? ?Ad¨®nde ha ido esa belleza?¡±.
Mahdi Bahrami vive con los ojos abiertos. Es joven, apuesto, iran¨ª, risue?o, tendente a la mirada perdida acompa?ada de sonrisa. Y s¨ª, su arte son los videojuegos. Pero unos videojuegos que caminan por una vereda muy distinta a la que ¨¦l ve¨ªa en Occidente cada vez que lo invitaban a una convenci¨®n para mostrar sus fascinantes dise?os abstractos. ¡°En Occidente, el humanismo es el centro de todo. Estatuas por todas partes. Hasta cuando se representa una patata en un videojuego se le ponen ojos y boca. Se la humaniza, para poder empatizar con ella¡±, explica.
Las creaciones de Bahrami, como su laureado Engare, van de otra cosa. ¡°No tratan sobre nada humano. No parten tampoco de una idea narrativa o de un deseo est¨¦tico. Parten de una curiosidad por un problema geom¨¦trico o matem¨¢tico que define una mec¨¢nica¡±. Bahrami ilustra con un ejemplo lo que quiere decir. Estaba en Londres, pasando unos d¨ªas con un amigo. Una ma?ana visit¨® un museo victoriano (no recuerda cu¨¢l) en el que se pod¨ªan contemplar los famosos aut¨®matas dibujantes. Ver el mecanismo que hac¨ªa posible el ingenio le encendi¨® la bombilla: ¡°Hay 20 niveles en Engare que surgen solo de ver dibujar a ese aut¨®mata. Y cosas as¨ª me pasan constantemente. Caminando por la calle o viendo algo en ?Twitter. Si es interesante y guarda relaci¨®n con mi juego, lo utilizo¡±.
Engare va un poco de hacer de Cop¨¦rnico, de Galileo, de Kepler. Al jugador se le presentan complejos mecanismos y se le pide que encuentre el punto de ese dispositivo que genera una determinada trayectoria. Puede ser algo tan simple como una curva y tan complejo como la cicloide m¨¢s barroca. Al resolverlo, se premia al jugador con el desarrollo de tal trayectoria en uno de los patrones cl¨¢sicos del arte isl¨¢mico.
¡°Yo creo que cualquiera debe dibujar y crear lo que le d¨¦ la gana. Pero es cierto que la restricci¨®n no figurativa que deb¨ªan asumir los antiguos artistas isl¨¢micos los forzaba a encontrar estas formas abstractas tan interesantes que vemos en las mezquitas. Es arte sobre el infinito¡±, abunda el dise?ador. La divertida paradoja es que el primer videojuego que hechiz¨® a Bahrami fue El pr¨ªncipe de Persia, el trabajo de un estadounidense, Jordan Mechner, fascinado con la herencia cultural de Ir¨¢n. ¡°Es muy curioso que fuera precisamente un juego inspirado por persas. Creo que s¨ª, que me ha influido¡±. Bahrami, por cierto, es ateo y reconoce con humor que echa de menos el buen vino y la cerveza en su pa¨ªs.
?Y ser¨¢n los videojuegos el presente y futuro de este artista y dise?ador? ¡°No lo tengo claro¡±, responde, ¡°hay otras cosas que me interesan mucho, como la arquitectura o la programaci¨®n pura de soft?ware. Pero creo que s¨ª, que de momento me dedicar¨¦ a esto¡±. El porqu¨¦ lo explica Bahrami recordando su primera experiencia como dise?ador invitado a una convenci¨®n de videocreadores en Tokio: ¡°Me hicieron esta misma pregunta y contest¨¦ lo mismo, que no lo ten¨ªa claro. Pero luego vi jugar a la gente a mi videojuego y su reacci¨®n de sorpresa, y aquello me hizo pensar que s¨ª, que igual val¨ªa la pena tom¨¢rselo m¨¢s en serio¡±. Tanto como para generar una complej¨ªsima herramienta de dibujo donde lo m¨¢s importante es ver antes de actuar. Ver con intensidad y m¨¢s all¨¢ de lo humano.
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