Malas noticias: a Matthew McConaughey se le apag¨® la luz

Hace una d¨¦cada, Matthew McConaughey (Texas, 1969) era m¨¢s celebrity que actor: compa?ero de running de Lance Armstrong, comparsa de la novia de Am¨¦rica de turno (C¨®mo perder a un chico en 10 d¨ªas, Novia por contrato) y expromesa a quien un d¨ªa una portada hab¨ªa bautizado ¡°el nuevo Paul Newman¡± bas¨¢ndose en el color de sus ojos, el dorado de sus bucles y la geometr¨ªa de su mand¨ªbula. As¨ª que empez¨® a rechazar comedias rom¨¢nticas, y el tel¨¦fono dej¨® de sonar.

Pero como nada le gusta m¨¢s a Hollywood que un relato de superaci¨®n, su reconversi¨®n en actor de car¨¢cter en Dallas Buyers Club (es decir, perder 25 kilos para el papel) fue celebrada con un Oscar y el p¨²blico masculino, que hasta entonces no hab¨ªa reparado en McConaughey ni para re¨ªrse de ¨¦l, le acogi¨® en el redil de los actorazos gracias a True detective e Interstellar. La prensa etiquet¨® de nuevo el fen¨®meno (¡°mcconaissance¡±) y hasta ¨¦l empez¨® a tomarse muy en serio, tal y como en su d¨ªa le hab¨ªa ocurrido a Tom Hanks. Pero en vez de Forrest Gump, Apolo 13 y Salvar al soldado Ryan, McConaughey ha tenido El bosque de los sue?os (abucheada en Cannes), Gold, la gran estafa (donde su barriga, calva y dientes prost¨¦ticos fueron percibidos como un intento desesperado de rev¨¢lida), La torre oscura y la reci¨¦n estrenada White boy Rick.

?D¨®nde esta aquel McConaughey disfrut¨®n, bronceado y en permanente control de sus hoyuelos? Quiz¨¢ haya dejado de personificar esa par¨¢bola americana del hombre cuyos mejores d¨ªas siempre est¨¢n por llegar (a ello apel¨® en su discurso del Oscar: ¡°Mi h¨¦roe soy yo dentro de diez a?os¡±) porque la cima de su carrera en realidad ya ha quedado atr¨¢s. Sus cinco minutos como predicador yupi en El lobo de Wall Street aporre¨¢ndose el pecho siguen siendo el mejor resumen de Matthew McConaughey: un tipo con el talento de venderte no solo una entrada de cine, sino un estilo de vida. Eso s¨ª que era una estrella.