La reina de las cefeidas
El descubrimiento esencial de Henrietta Swan Leavitt, una cinta m¨¦trica del cosmos, acaba de revelar la forma de la V¨ªa L¨¢ctea
Lo que peor conocemos es a menudo lo que tenemos m¨¢s cerca. Parece una paradoja, pero en realidad tiene toda la l¨®gica. Es muy dif¨ªcil ver en qu¨¦ consiste tu casa si solo la ves desde dentro. Los ¨¢rboles te impiden ver el bosque. Por eso nos cost¨® Dios y ayuda comprender que la Tierra era una m¨¢s de esas lucecitas brillantes que se mueven lentamente en el ocaso, los planetas que ya observaron los astr¨®nomos de la antig¨¹edad, y seguramente los primeros Homo erectus que salieron de ?frica para conocer mundo. El efecto bosque se ha repetido a escala gal¨¢ctica. Ya conoc¨ªamos algunas galaxias que, vistas de canto, tienen la forma de una S. Pero no ten¨ªamos ni idea de que nuestra casa, la V¨ªa L¨¢ctea, era una de ellas. Lee en Materia todos los detalles. Aqu¨ª vamos a repasar el descubrimiento crucial de la mujer que ha hecho todo esto posible. Henrietta Swan Leavitt (1868-1921), la reina de las cefeidas.
La primera cefeida (Delta Cephei, en la constelaci¨®n Cepheus) fue descubiera en 1784 por el astr¨®nomo brit¨¢nico John Goodricke. El brillo de esta estrella, y de todas las de su clase que se describir¨ªan despu¨¦s, muestra pulsaciones con un periodo que va de un d¨ªa y medio a unos 50 d¨ªas, seg¨²n la estrella concreta (para cada cefeida, el periodo es extremadamente regular). No son muy comunes: se han descrito unas 400 cefeidas en la V¨ªa L¨¢ctea, que tiene 200.000 millones de estrellas. Y as¨ª estaban las cosas cuando Leavitt abord¨® el problema, y en las peores condiciones imaginables: en su ¨¦poca ni siquiera la adelantada Universidad de Harvard la admiti¨® para estudiar f¨ªsica, y se las apa?¨® como pudo para formarse en astronom¨ªa y colocarse en un grupo de mujeres conocidas, un tanto despectivamente, como las ¡°calculadoras¡±, dedicadas a catalogar el cielo nocturno, sobre todo del hemisferio austral, el gran olvidado por la astronom¨ªa europea cl¨¢sica.
Leavitt sab¨ªa que hab¨ªa cefeidas m¨¢s y menos brillantes, y con periodos de pulsaci¨®n m¨¢s lentos o m¨¢s r¨¢pidos, sin que esas dos propiedades mostraran la menor relaci¨®n. Pero en un sector concreto del cielo austral, las Nubes de Magallanes, s¨ª que hab¨ªa una relaci¨®n precisa entre el brillo y el periodo de pulsaci¨®n. ?Qu¨¦ quer¨ªa decir esto? Piense el lector un minuto antes de seguir leyendo.
Leavitt dedujo la respuesta correcta en un rasgo de genio. El periodo de pulsaci¨®n de una cefeida depende siempre de su brillo (es decir, de su masa), pero no de su brillo aparente, el brillo que vemos desde la Tierra, sino de su brillo intr¨ªnseco, el que ver¨ªamos si estuvi¨¦ramos a su lado. Con las cefeidas de la V¨ªa L¨¢ctea, esa relaci¨®n queda ocluida por las muy distintas distancias a las que est¨¢n de la Tierra. Pero las Nubes de Magallanes est¨¢n tan lejos que las diferencias de distancia a la Tierra de una cefeida u otra dejan de importar. A efectos pr¨¢cticos, todas las cefeidas de las Nubes de Magallanes est¨¢n a la misma distancia de nosotros, y por eso revelan la relaci¨®n hasta entonces oculta del brillo con el periodo. Leavitt hab¨ªa encontrado la cinta m¨¦trica para medir el cosmos: observa el periodo de una cefeida y sabr¨¢s a qu¨¦ distancia est¨¢ de nosotros sin m¨¢s que comparar su brillo aparente con su brillo intr¨ªnseco. Esta fue la cinta m¨¦trica que us¨® Hubble para descubrir que el cosmos est¨¢ en expansi¨®n, y la que han usado ahora los astr¨®nomos para revelar que nuestra galaxia tiene la forma de una chapa torcida. Ya te lo dije: genial.
* LA CIENCIA DE LA SEMANA es un espacio en el que Javier Sampedro analiza la actualidad cient¨ªfica. Suscr¨ªbete a la newsletter de Materia y lo recibir¨¢s cada s¨¢bado en tu correo, junto con una selecci¨®n de nuestras mejores noticias de la semana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.