Plataforma
Hoy el t¨¦rmino tanto vale como matriz de un nuevo partido, que como impulso a un l¨ªder pol¨ªtico en trance electoral
Vieja conocida de la pol¨ªtica, plataforma signific¨® en sus ya lejanos or¨ªgenes, y aunque la RAE nunca se hiciera eco de este uso, el programa de acci¨®n pol¨ªtica elaborado y publicado por varios partidos que coincid¨ªan en alguna especie de frente com¨²n, como pretendi¨® el Partido Comunista al publicitar a mediados del siglo XX la Plataforma del Frente Nacional como sustituta del Frente Popular. Luego, con la Transici¨®n, Convergencia Democr¨¢tica ser¨¢ la plataforma que, fundida con la Junta, dar¨¢ paso a la Platajunta hasta culminar meses despu¨¦s en la Plataforma de Organismos Democr¨¢ticos, coalici¨®n de todas las siglas que por entonces florecieron en los medios de la oposici¨®n.
Muy pronto, plataforma ampli¨® su significado a diversas manifestaciones reivindicativas, de solidaridad, de apoyo, o de oposici¨®n en las que converg¨ªan intelectuales y artistas procedentes de diversos horizontes pol¨ªticos, sin distinci¨®n de edad ni sexo. Este fue el caso de la plataforma Por el Cambio, que cosech¨® un ¨¦xito tan singular que pas¨® a convertirse en modelo de intervenci¨®n pol¨ªtica de ese conglomerado pronto rebautizado como mundo de la cultura y trabajadores del espect¨¢culo. As¨ª ocurri¨® con la Plataforma C¨ªvica por la Salida de Espa?a de la OTAN, matriz de Izquierda Unida, nueva formaci¨®n pol¨ªtica bajo la que desaparecieron para siempre las siglas del gran partido de la clase obrera, el PC, que nunca m¨¢s volvi¨® a presentarse con su nombre propio a unas elecciones.
Plataforma como modo de intervenci¨®n del mundo de la cultura y de los trabajadores del espect¨¢culo fue el sentido que domin¨® durante los a?os de la Espa?a va bien, y tanto vali¨® para el propietario del copyright de esa expresi¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, como para su sucesor en el cargo, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero: Defender la Alegr¨ªa fue una plataforma l¨²dica de cientos de intelectuales y artistas a los que muy pronto se les borr¨® la sonrisa de la cara. En ocasiones, la plataforma se convert¨ªa en preciado instrumento para ampliar el atractivo electoral de alg¨²n l¨ªder pol¨ªtico, como Ciutadans pel Canvi, una idea de Pasqual Maragall en su ag¨®nica y finalmente exitosa batalla por la conquista de la Generalitat.
Hoy, en estos tiempos de relatos, plataforma significa lo mismo y lo contrario: tanto vale como matriz de un nuevo partido que como impulso a una o un l¨ªder pol¨ªtico en trance electoral no m¨¢s all¨¢, sino fuera, y hasta en contra del partido pol¨ªtico del que ha obtenido su cargo institucional. Es el caso de Puigdemont con su Crida, una iniciativa tomada de espaldas al PDeCAT y contra ERC, su reciente aliado en la plataforma Junts pel S¨ª, que le aup¨® a la presidencia. Como es tambi¨¦n el caso de Errej¨®n cuando, a escondidas de Podemos, se une a la plataforma M¨¢s Madrid, cuyo origen es ?otra plataforma!, Ahora Madrid, que llev¨® a Carmena a la presidencia del Ayuntamiento. Y es curioso que el eslogan de la Crida sea id¨¦ntico al de M¨¢s Madrid: ¡°Sumamos personas, no siglas¡± / ¡°Sumar m¨¢s all¨¢ de las siglas¡±, lo que quiere decir que entre las personas a sumar y la o el l¨ªder sin siglas no se interpone ning¨²n partido: ¡°Manuela e ??igo te necesitan¡±, nos dicen desde su p¨¢gina estos dos l¨ªderes pol¨ªticos.
Es solo pura coincidencia que en el discurso que confirm¨® a Jos¨¦ Calvo Sotelo en el liderazgo de la derecha subversiva all¨¢ por 1934, el l¨ªder del Bloque Nacional, una plataforma, afirmara que a los partidos pol¨ªticos solo hab¨ªa que dejar lo accesorio, lo subalterno, jam¨¢s lo sustantivo, porque ¡°los partidos se interponen entre el pueblo y sus mandatarios¡±. Hoy no se dice pueblo, sino gente; y menos a¨²n se dice mandatarios, sino l¨ªder. Pero la idea se parece: mi plataforma frente a vuestro partido; mi equipo frente a reparto de puestos entre siglas; lo sustantivo frente a lo accesorio. Antes de la guerra, a eso se llamaba caudillismo: cada partido presum¨ªa de varios caudillos; hoy esa palabra est¨¢ podrida y lo llaman presidencialismo. Vale, pero ?c¨®mo definimos la relaci¨®n del o de la l¨ªder con la gente o las personas cuando se prescinde del partido pol¨ªtico? Habr¨¢ que hurgar en el l¨¦xico para dar cuenta de esta nov¨ªsima realidad en la que ha venido a parar la proliferaci¨®n sin tasa de plataformas pol¨ªticas.
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