Entre banderas
Los representantes pol¨ªticos no pueden arrojar los problemas a las calles
El Partido Popular y Ciudadanos han convocado este domingo una manifestaci¨®n en favor de la unidad de Espa?a a la que tambi¨¦n se ha sumado Vox. El objetivo ¨²ltimo declarado por los convocantes va m¨¢s all¨¢ del lema, y se concreta en lograr mediante la presi¨®n de la calle que el presidente del Gobierno se vaya y llame a elecciones generales de inmediato. Son muchos los ciudadanos preocupados por el secesionismo catal¨¢n y por las ¨²ltimas decisiones del Gobierno, as¨ª como por la inestabilidad pol¨ªtica que ha marcado la legislatura. Pero el hecho de que el PP y Cs prefieran recurrir a una movilizaci¨®n antes que a una iniciativa parlamentaria, y, adem¨¢s, a una movilizaci¨®n convocada bajo un lema diferente del objetivo que dicen perseguir abiertamente, demuestra hasta qu¨¦ punto los l¨ªderes de ambas fuerzas degradan el principio de la integridad territorial a la condici¨®n de reclamo partidista, al tiempo que conceden igual valor a las instituciones y a las calles.
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Resulta inexplicable que Pablo Casado y Albert Rivera no adviertan el gratuito aval que combinar ambas esferas ofrece a las fuerzas independentistas, cuya estrategia consiste en forzar mediante viajes al asfalto resultados pol¨ªticos que no est¨¢n a su alcance en un Parlamento. Pero m¨¢s grave resulta que la exasperada competici¨®n por hacerse con la hegemon¨ªa de su espectro pol¨ªtico les empuje a ignorar que iniciativas como la movilizaci¨®n que han convocado solo redunda en favor de la consolidaci¨®n de una fuerza extremista, mucho m¨¢s cuando va acompa?ada de un lenguaje que confunde la dureza con el insulto, el ultraje y hasta la injuria. Puesto que en las calles no cuentan los votos, sino las multitudes, Vox estar¨¢ en igualdad de condiciones que el PP y Cs para reivindicar como propio el ¨¦xito que pueda tener la convocatoria. Con el agravante de que, si se saldara con un fracaso, la responsabilidad ser¨ªa de todos menos suya. Compartir con Vox la cabecera de una manifestaci¨®n que la responsabilidad institucional aconsejaba no haber convocado (m¨¢xime cuando el Gobierno ya ha anunciado la ruptura de las negociaciones con los independentistas) coloca a esa fuerza en posici¨®n siempre ganadora y har¨¢ del PP y Ciudadanos sus v¨ªctimas electorales, antes de llevar a la totalidad del pa¨ªs hasta el callej¨®n sin salida donde las intransigencias sim¨¦tricas acaban mir¨¢ndose frente a frente.
Apenas dos d¨ªas despu¨¦s de que el PP, Cs y Vox llenen de banderas espa?olas la plaza de Col¨®n, el Tribunal Supremo albergar¨¢ el juicio a los l¨ªderes independentistas, que, previsiblemente, ser¨¢n recibidos con las banderas contrarias. La ¨¦pica cada vez m¨¢s inquietante de esta escenograf¨ªa est¨¢ contribuyendo a ocultar que la elecci¨®n trascendental en la que Espa?a se juega la convivencia es entre grados de compromiso con las instituciones democr¨¢ticas y con el Estado de derecho, en el que, entre otras cosas, los partidos y los ciudadanos est¨¢n obligados a no aventurar la imagen de los tribunales, y no solo a no interferir una independencia garantizada por la Constituci¨®n y por las instancias jurisdiccionales europeas a las que la Espa?a democr¨¢tica decidi¨® someterse. Un deber inequ¨ªvoco exigir¨ªa que quienes ejercen la representaci¨®n pol¨ªtica no arrojen los problemas a las calles, intentando resolverlos mediante el mandato recibido de los ciudadanos en las urnas. No ha sido esa la opci¨®n de los convocantes, que han preferido devolver el mandato a los ciudadanos convoc¨¢ndolos a elegir entre banderas.
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