Por sus animales los conocer¨¦is
En muchos pa¨ªses del mundo, el n¨²mero de cerdos, ovejas, vacas o gallinas es superior al de humanos
IMAGINABA HORDAS de cerdos avanzando, arrasando, apoder¨¢ndose sin piedad o compasi¨®n o miramientos o lo que sea que los cerdos tienen o no tienen. Los peri¨®dicos son lugares brutales: todo empez¨® con esa noticia ¡ªpeque?a, casi perdida entre tanta Catalu?a y tanto Vox¡ª que advert¨ªa que en Espa?a, por primera vez en su historia, viv¨ªan m¨¢s cochinos que personas. Supuse que eso quer¨ªa decir algo; no supe, por supuesto, qu¨¦.
Pens¨¦ en el lugar del cerdo en la historia de Iberia. Su uso, sobre todo, para diferenciar cristianos de moros y jud¨ªos, su potencia legitimadora: cuando se dudaba de alguien se le hac¨ªa comer marrano para confirmar que era uno-de-nosotros, como ahora lo confirman las banderas ¡ªpero, aun as¨ª, no es f¨¢cil postular que el puerco fuera el estandarte nacional. En cualquier caso, no encontraba conclusiones, y se me ocurri¨® replicar ese dato en otros pa¨ªses. As¨ª fue como me sumerg¨ª en el estudio de esa ¨¦lite de pa¨ªses pacma, que tienen m¨¢s animales que personas. Son pocos, se?alados.
Empec¨¦, por supuesto, por los cerdos, ese logro patrio. Porque los grandes pa¨ªses porcineros ¡ªChina, EE UU, Brasil¡ª suelen tener tanto poder y tantos habitantes que son m¨¢s sus personas que sus bestias. En el mundo viven unos 1.000 millones de cerdos y solo en dos pa¨ªses son m¨¢s que los humanos. Uno es Espa?a, queda dicho, donde ya hay unos 45 millones de puercos ¡ªy alguna gente menos¡ª, y en Dinamarca, donde hay 12 millones y la mitad de gente.
Las ovejas tienen un reparto parecido: son casi 1.200 millones en el mundo, pero solo en tres pa¨ªses son m¨¢s que las personas. En Nueva Zelanda, sobre todo, hay cinco veces m¨¢s ovejas que gente: 26 millones contra 5. En Australia m¨¢s del doble ¡ª60 millones para 25 millones de personas¡ª y en Uruguay un poco menos: 6,5 para 3,5.
Las excesivas vacas, en cambio, son cuesti¨®n del Cono Sur o Mercosur o Sudaquia extrema: Brasil tiene 219 millones de rumiantes para 210 millones de personas y el se?or Bolsonaro; Argentina, 52 de cuadr¨²pedos para 42 de b¨ªpedos; Paraguay, 14 para 7. Y Uruguay, otra vez: all¨ª viven m¨¢s de tres vacas por persona ¡ªy eso, sin duda, significa. Solo un pa¨ªs no conosur redunda tanto en vacas y es, otra vez, Nueva Zelanda, con proporciones paraguayas, dos por una. Y son tambi¨¦n, en todo el mundo, 1.000 millones.
Pero todas esas cifras, esas im¨¢genes, esas consideraciones, palidecen frente a la gallina. Hay pocos rincones de la Tierra donde no haya m¨¢s gallinas que personas. El mundo es un lugar donde viven gallinas; somos lo que pulula en los resquicios que dejan las gallinas. Todas las mujeres, hombres, ni?os, cerdos, vacas y ovejas juntas no les llegamos siquiera a los tobillos: apenas si pasamos los 10.000 millones y ellas son ¡ªlas cuentas se oscurecen¡ª alrededor de 30.000 millones. Olvidemos los pa¨ªses; en todo el mundo hay cuatro gallinas por persona, y las matamos sin parar y las criamos sin parar y siguen siendo cada vez m¨¢s y muriendo cada vez m¨¢s: el mundo es un holocausto permanente de gallinas ¡ªpor no hablar de sus abortos, el holocausto a¨²n m¨¢s brutal de embriones de gallina.
Con lo cual los cerdos espa?oles se convierten en una escena id¨ªlica, dom¨¦stica, entra?able. Imaginaba la posibilidad de pensar los pa¨ªses seg¨²n qu¨¦ bestias los superpueblan, los ocupan m¨¢s que sus personas. Es cierto que las vacas evocan grandes planicies f¨¦rtiles vac¨ªas, el verde, gente de a caballo, la potencia boba; las ovejas, peladales extremos y sus perros pastores, amarillo, la explotaci¨®n sostenida sin matanza; los cerdos, cierta torpeza gorda, el marr¨®n, sus chiqueros y su mugre ah¨ªta. Pero si el animal hegem¨®nico del mundo es la gallina, este mundo est¨¢ listo: las gallinas son f¨¢brica despiadada, producci¨®n sin escr¨²pulos ni color ninguno, vida para la muerte y el provecho ajeno, dinero para hacer dinero y el desprecio, puro sufrimiento. Hemos armado un mundo de gallinas: en ¨¦l vivimos para que ellas mueran.?
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