S¨ªntoma y problema
El juicio m¨¢s ben¨¦volo que uno puede hacer del PSOE es que no sabe muy bien hacia d¨®nde se dirige. No tiene br¨²jula
El resultado electoral en Andaluc¨ªa ha sido sintom¨¢tico de una situaci¨®n y expresivo de un estado de ¨¢nimo. Para un viejo socialista, una se?al m¨¢s de que la socialdemocracia se est¨¢ desmoronando o bien transform¨¢ndose en otra cosa en la que muchos ya no se reconocen. Desde la posguerra en Europa, la socialdemocracia se ha identificado con el socialismo liberal. Tras el convulso periodo de entreguerras, el rendimiento de este proceso no ofrece dudas. Nunca en suelo europeo ha habido tanta paz civil, justicia social, Estado de derecho y democracia como en estos 70 a?os. Y fue viable porque una parte importante de la izquierda devino reformista y consolid¨® un pacto social con la derecha. Unos y otros abandonaron toda veleidad extremista. Justamente es lo que m¨¢s se necesita hoy y lamentablemente no est¨¢ disponible por distintos motivos: incumplimientos, incompetencia de los actores institucionales e impotencia ¡°sist¨¦mica¡±.
Esto no es de ahora. Cuando en el verano de 1993 dejaba el Congreso de los Diputados para marchar a estudiar fuera, Javier Pradera me desped¨ªa con una exclamaci¨®n casi de horror: ¡°?Pero qu¨¦ hemos hecho para llegar hasta aqu¨ª!¡±, consciente de la dimensi¨®n de los esc¨¢ndalos pol¨ªticos que arreciaban. Las alertas sonaron hace tiempo. Pero casi nadie pareci¨® escucharlas en el PSOE. El desconcierto se apoder¨® del partido a medida que aumentaba el declive de Felipe Gonz¨¢lez.
Desde finales de los ochenta, el mundo ha ido cambiando sin que en el interior de las organizaciones pol¨ªticas se hayan percatado del calado de tan profundas transformaciones. Los ocupantes de los partidos estaban y est¨¢n a lo suyo, satisfacer as¨ª su inter¨¦s primordial: vivir de la pol¨ªtica. La supervivencia pol¨ªtica depende del ¨¦xito de un r¨¦gimen clientelar que les facilite una cooptaci¨®n eficaz para lograrlo. El precio ha sido el auge de la figura del pol¨ªtico rampante, unas organizaciones silentes, vac¨ªas de contenido. Y cuando rompen su silencio, es para montar un bochinche lamentable. Ocurri¨® en aquel bochornoso Comit¨¦ Federal del PSOE de 2016. Unos y otros ¡°dieron la talla¡±.
En Andaluc¨ªa, la derecha se ha valido de una mala compa?¨ªa para gobernar. Pero algunos de quienes apoyan a S¨¢nchez son aun menos recomendables
La falta de respuesta apropiada a estas transformaciones ha hecho que el PSOE, y no solo ¨¦l, se haya ido convirtiendo en algo irreconocible seg¨²n los criterios valorativos del socialismo liberal que nos ense?aba Norberto Bobbio. Desde Zapatero a S¨¢nchez, el PSOE ha tenido un comportamiento err¨¢tico; no para de dar bandazos doctrinales y estrat¨¦gicos. Por la ma?ana abrazaba el social-liberal de Rawls; a mediod¨ªa, el republicanismo de Pettit, y al atardecer, una versi¨®n de la tercera v¨ªa que venteaba el ¨²ltimo en llegar. Unos d¨ªas levanta la bandera medioambiental; otros, abraza al completo el relato feminista, lo mismo le vale el identitario que el de la igualdad; y todo ello sin que medien filtros racionales y cr¨ªticos como corresponde a un partido de tradici¨®n ilustrada. El juicio m¨¢s ben¨¦volo que uno puede hacer del PSOE es que no sabe muy bien hacia d¨®nde se dirige. No se atisba sentido ni direcci¨®n. No tiene br¨²jula; pero s¨ª brujos demosc¨®picos que cambian sus pron¨®sticos seg¨²n sopla el viento.
Se recurre a veces a la gesticulaci¨®n pol¨ªtica imperante, ese estilo de hacer pol¨ªtica que amenaza imponerse a derecha e izquierda: cesarismo, vuelo gallin¨¢ceo, sobreactuaci¨®n ret¨®rica y el cuento (ahora llamado relato). Y si, adem¨¢s, el l¨ªder est¨¢ urgido por la necesidad, se agarra a quien se presta. En Andaluc¨ªa, la derecha se ha valido de una mala y agreste compa?¨ªa para gobernar. Pero algunos de quienes prestan apoyo a S¨¢nchez para seguir gobernando son, si cabe, a¨²n menos recomendables. Con golpistas, separatistas y Bildu, uno solo puede aproximarse a las puertas del infierno. Alertar a los ciudadanos y al pol¨ªtico de que eso puede ocurrir es, dec¨ªa Maquiavelo, la misi¨®n del que piensa pol¨ªticamente.
Y es que si decae la sociedad liberal y sus elementos constituyentes, desaparece el socialismo liberal. Sin autonom¨ªa moral, tolerancia, aspiraci¨®n a la verdad, informaci¨®n solvente, pluralismo, organizaci¨®n de intereses y voluntad de inclusi¨®n, fenece el entramado institucional de la democracia. Sin Estado de derecho firme, unido, respetado y eficaz, sin una representaci¨®n pol¨ªtica congruente con sus distintivos, no hay democracia ni justicia social. Esta deber¨ªa ser principal preocupaci¨®n y af¨¢n primordial de los l¨ªderes de un partido respetuoso con lo mejor de su herencia e inspiraci¨®n. De lo contrario, estar¨ªan arruinando las esperanzas de muchos ciudadanos que a?oran reformismo pol¨ªtico y social.
Hace m¨¢s de 40 a?os, cuando asomaba nuestra democracia, un socialista liberal ten¨ªa certeza de cu¨¢l era su sitio y qui¨¦n le representaba. Y se explica: aquel viejo y nuevo PSOE super¨® pronto la empachera de una ret¨®rica izquierdista, incongruente con el patrocinio de la socialdemocracia de la ¨¦poca. Reconozco que la situaci¨®n actual es muy distinta y m¨¢s dif¨ªcil. Solo ruego a estos dirigentes que se pregunten buscando m¨¢s informaci¨®n que autobombo lo siguiente: ?hacia d¨®nde va el PSOE?
Ram¨®n Vargas-Machuca es profesor de Filosof¨ªa Pol¨ªtica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.