Seducidos y abandonados
El pol¨ªtico m¨¢s da?ino es el que aun detentando el poder ya no va a presentarse a las siguientes elecciones
En campa?a electoral los pol¨ªticos nos parecen toscos y primarios, aferrados a lemas tan simplones que resulta evidente que consideran a gran parte de sus votantes como meros borreguitos a los que pasar la mano por el lomo. No corramos a culparles, en demasiadas ocasiones la realidad les da la raz¨®n. Tengamos en cuenta que solo hay una cosa peor que un pol¨ªtico sometido a elecciones: un pol¨ªtico no sometido a ellas. Lo vemos habitualmente con l¨ªderes ya jubilados, les cuesta no hablar con cierta prepotencia de su tiempo y su lugar. Se muestran desacomplejados, pero claro, porque no tienen que ser refrendados en las urnas. Como no les contradiga su compa?ero de petanca, se vienen arriba. Pero a¨²n hay un pol¨ªtico m¨¢s da?ino y es el que aun detentando el poder ya no va a presentarse a las siguientes elecciones. Entonces se permite zarpazos contables, desprecios manifiestos y en ocasiones la ¨²nica urgencia que demuestra es la de abrirse hueco en alg¨²n consejo de administraci¨®n bien remunerado. As¨ª que paciencia, los pol¨ªticos en campa?a pueden resultar irritantes, pero al menos se someter¨¢n a la cura de humildad de los resultados electorales.
La Comunidad de Madrid lleva meses sepultada bajo la inoperancia. La depresi¨®n del presidente regional tras ser apartado por la nueva direcci¨®n del partido de las listas electorales le conden¨® a un periodo de existencia zombi. Si no, que se lo cuenten a los taxistas madrile?os. Enfebrecidos por la ira creyeron que la huelga servir¨ªa para protegerlos frente al nuevo negocio de rapi?a, pero lo que lograron en otras ciudades, como por ejemplo en Barcelona, fue imposible en Madrid. El presidente de la Comunidad no ten¨ªa que someterse a nuevas elecciones, as¨ª que le daba absolutamente igual atrincherarse y negarse a negociar. En un gesto de inteligencia, los taxistas disolvieron la protesta y esperar¨¢n a momentos m¨¢s propicios. Algunos hasta sospechan que veremos premiado al inflexible regidor con un puesto de consejero de empresa del ramo; ya pas¨® con la comisaria europea Neelie Kroes, que de defensora rabiosa de la rutilante econom¨ªa colaborativa pas¨® a lobista de Uber por l¨®gica gravitatoria. Sucede algo similar con los servicios sanitarios, que salieron en marea de nuevo este fin de semana, pero ni tan siquiera lograron espacio en los medios para sus reclamos de mejoras en la atenci¨®n primaria. Por desgracia en estas elecciones nacionales y locales no parece que la protecci¨®n de la educaci¨®n, la sanidad y el transporte vayan a tener ning¨²n peso en la campa?a salvo que los votantes lo remedien. La clave catalana sirve para merendarse cualquier inter¨¦s cotidiano.
Y en Madrid nada hay m¨¢s cotidiano que el metro. La joya de una ciudad que lucha por seguir en funcionamiento civil pese al crecimiento desmesurado del negocio tur¨ªstico. Pues bien, el metro est¨¢ abandonado. Los profesionales consideran que falta personal y material. Los usuarios han experimentado las desventajas de que la optimizaci¨®n de recursos se haya hecho desde un despacho lejano, donde se ha decidido que en cada vag¨®n caben tantas personas como diga el contable que cuadra presupuestos. Ya en su d¨ªa se dise?aron vagones novedosos que carecen incluso de agarraderas en sus zonas centrales. As¨ª cabe m¨¢s gente, seguro, pero tambi¨¦n andan zarandeados sin poderse sujetar. La saturaci¨®n evidente en este servicio degradado no parece importar, porque los responsables no van a presentarse a la reelecci¨®n. As¨ª que bienvenidos sean los pol¨ªticos en campa?a, al menos ellos nos dedicar¨¢n 15 d¨ªas de seducci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.