Todos contra S¨¢nchez
El presidente del Gobierno puede convertir en ventaja y victoria la polarizaci¨®n de las generales
La virulencia de Unidos Podemos contra Pedro S¨¢nchez en la ¨²ltima sesi¨®n de control al Gobierno se resent¨ªa de cierta sobreactuaci¨®n y tacticismo, pero contribu¨ªa a identificar el aislamiento del presidente del Gobierno, no ya zarandeado por la pinza de Casado y de Rivera en discursos intercambiables, sino expuesto al rechazo o al despecho de los partidos soberanistas.
Es la raz¨®n por la que parece haberse consolidado el lema oficioso de las elecciones legislativas: todos contra S¨¢nchez. El monstruo de Frankenstein se ha sublevado a su creador, pero el escarmiento prometeico y el acoso de la derecha refleja al mismo tiempo un escenario de conveniencia pol¨ªtica. El l¨ªder socialista polariza el debate. La propia consideraci¨®n de enemigo a batir, de antagonista absoluto, redunda en la envergadura del presidente del Gobierno, transforma el 28-A en un plebiscito personal. Y predispone una victoria electoral que reanima la salud del Partido Socialista.
Pedro S¨¢nchez tiene a favor el viento en popa de la Moncloa, el dominio de la agenda, el peso institucional, el uso/abuso electoral de los medios p¨²blicos y el recurso de los reales decretos de ley como remedio a la par¨¢lisis de la actividad parlamentaria convencional.
La holgura, la inercia, del poder tanto beneficia la hegemon¨ªa socialista en la izquierda como justifica la euforia un¨¢nime de los sondeos, pero la eventual victoria de S¨¢nchez en el umbral de los 110 diputados no significa que pueda seguir gobernando. Necesita puntos de apoyo. Y el m¨¢s s¨®lido de todos, Unidos Podemos, parece constre?ido al hundimiento.
Se explica as¨ª que S¨¢nchez ¡ªo yo, o el mal¡ª necesite exponerse como dique al monstruo tric¨¦falo, trif¨¢lico y tricornio de la derecha. Es una mistificaci¨®n hiperb¨®lica que identifica o caricaturiza al drag¨®n del oscurantismo y la regresi¨®n, pero bien le convendr¨ªa a Ciudadanos matizar el malentendido, replantear su criterio y concepci¨®n de los cordones sanitarios.
La aversi¨®n particular de Rivera a S¨¢nchez no justifica el veto integral al Partido Socialista ni el castigo correspondiente a la sensibilidad de los votantes comunes, menos a¨²n cuando el l¨ªder de Ciudadanos condesciende con Vox en la calle y en las instituciones. Se trata de reprocharle la gesti¨®n temeraria del escenario catal¨¢n, pero Rivera se arriesga al desencanto del caladero socialdem¨®crata o centrista en beneficio del vuelo del propio S¨¢nchez.
Hay m¨¢s coincidencias que discrepancias entre Ciudadanos y el PSOE. Y pueden necesitarse en las alianzas municipales y auton¨®micas, de forma que las posiciones maximalistas, el tab¨², tanto identifican el dogmatismo del partido naranja como frustran las soluciones m¨¢s id¨®neas al porvenir de una patria que se conmueve en el p¨¦ndulo de los extremismos.
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