Comparar no es lo mismo que equiparar
Irene Lozano no equipar¨® violaci¨®n con refer¨¦ndum, sino que compar¨® dos valores no absolutos
Irene Lozano, secretaria de Estado de Espa?a Global, critic¨® la semana pasada durante una entrevista en la cadena brit¨¢nica Sky News la afirmaci¨®n de que votar es siempre bueno y democr¨¢tico, sostenida con insistencia por los secesionistas catalanes. Y lo hizo con un s¨ªmil perfectamente entendible: el sexo tambi¨¦n es bueno, pero no cuando se produce una violaci¨®n.
Ella intentaba explicar, creo, que incluso lo m¨¢s saludable tiene sus l¨ªmites, y que tambi¨¦n existen las violaciones del derecho.
Porque as¨ª como en Espa?a no se pueden someter a votaci¨®n la pena de muerte o la esclavitud, tampoco se puede votar legalmente la separaci¨®n de un territorio: ni en el caso de que una comunidad entera se quisiese ir ni en el supuesto de que el resto de Espa?a decidiera expulsarla.
Ninguna de esas cuestiones admite un inmediato ¡°derecho a decidir¡± sobre el asunto: porque la mera pregunta implicar¨ªa la viabilidad de lo preguntado y porque para ello har¨ªa falta una reforma de la Constituci¨®n, del mismo modo que para mantener una relaci¨®n sexual hace falta el consentimiento previo.
As¨ª entend¨ª el razonamiento de Irene Lozano, y me pareci¨® una analog¨ªa posible.
Sin embargo, he le¨ªdo o escuchado noticias en las que se dice que ¡°Irene Lozano hizo una desafortunada comparaci¨®n¡¡±, o que us¨® ¡°un desafortunado s¨ªmil¡±. (Realmente la distinci¨®n entre informaci¨®n y opini¨®n sigue difumin¨¢ndose, incluso entre diarios serios).
A mi entender, la secretaria de Estado no estableci¨® una comparaci¨®n entre los separatistas y los violadores, sino entre dos aparentes valores absolutos que en realidad no lo son.
La libertad es un valor absoluto, pero existen las c¨¢rceles. La vida es un valor absoluto, pero se permite matar en defensa propia. La libre informaci¨®n es un valor absoluto, pero criticaremos la calumnia o la vulneraci¨®n de la intimidad. Las relaciones sexuales no est¨¢n prohibidas, pero s¨ª para proteger a los menores o para respetar una negativa adulta. No hay un solo derecho que no se defina con l¨ªmites.?
Sin embargo, el debate p¨²blico espa?ol prescinde a menudo de las finuras cuando se encuentra ante un razonamiento por v¨ªa de comparaci¨®n.
En el an¨¢lisis simpl¨®n habitual para tales casos, se suele caer en dos errores. En primer lugar, entender que cuando se comparan las circunstancias de personas, de ideas o de cosas se est¨¢n comparando las personas, las ideas o las cosas. Y en segundo t¨¦rmino, la confusi¨®n permanente entre ¡°comparar¡± y ¡°equiparar¡±. Puedo comparar al Real Madrid con el Burgos Club de F¨²tbol (empezando por sus diferentes presupuestos), pero no equipararlos.
Algo de todo eso le sucedi¨® al entrevistador de Irene Lozano, que us¨® el verbo ¡°comparar¡± (to compare) para repreguntarle a la pol¨ªtica espa?ola: ¡°?Est¨¢ comparando el refer¨¦ndum con una violaci¨®n?¡±. La respuesta pod¨ªa haber sido: ¡°S¨ª, los estoy comparando; pero no los estoy equiparando¡± (to equate).
Lozano, sin embargo, se vio en la necesidad de se?alar lo obvio: ¡°Lo que he dicho es que el sexo est¨¢ bien, pero deja de estarlo cuando se hace sin permiso. El sexo sin permiso es una violaci¨®n. Votar est¨¢ bien, pero si no tienes permiso es un delito en Espa?a¡±.
Sinceramente, yo lo veo bastante claro. Irene Lozano no equipara, sino que compara. Una diferencia precisa y fina. Pero en el lenguaje p¨²blico, a las sutilezas se responde muchas veces con brochazos.
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