Jenny Holzer: ¡°El trauma est¨¢ presente en la vida de los artistas¡±
A esta creadora incapaz de dar rodeos no le interesa el sexo de los ¨¢ngeles y s¨ª las grandes cuestiones que afectan a la gente: amor, dinero, muerte, guerra, paz¡ Sobre ese material inventa o toma prestadas de otros frases que son mensajes, aforismos que convierte en arte, arte que proyecta en calles, edificios y plazas. Ahora, la ganadora del Le¨®n de Oro en la Bienal de Venecia de 1990 expone en el Guggenheim Bilbao tras hacerlo en lugares como la Tate Modern de Londres o Times Square
EL ABUSO DE PODER llega sin avisar¡± es uno de los aforismos que Jenny Holzer (Gallipolis, Ohio; 68 a?os) bautiz¨® como truisms (verdades). Esta artista de la palabra empez¨® repartiendo octavillas con sus m¨¢ximas. Luego empapel¨® las calles. Pas¨® a emplear tubos de led para escribir sus mensajes cuando su obra entr¨® en los museos. Hoy proyecta sus ideas con tecnolog¨ªa punta sobre los monumentos del planeta.
El sur de Manhattan estaba lleno de almacenes cuando Holzer lleg¨® a Nueva York en los a?os setenta. A ella y al resto de artistas que asaltaron las calles recordando los derechos de los ciudadanos o los peligros de la sociedad de consumo les resultaba no ya posible sino barato vivir all¨ª. Hoy expone en los museos m¨¢s famosos del planeta y su estudio se ha trasladado a un almac¨¦n de Brooklyn, al otro lado del r¨ªo Este. All¨ª, dos ventanales m¨¢s grandes que una pantalla de cine de las de antes meten en la estancia el famoso puente que conecta su barrio con la orilla sur de Manhattan.
Sin maquillar, con el pelo suelto, vaqueros y una de esas camisas oscuras y masculinas que suele vestir, propone bajar la cortina: ¡°Mirar por la ventana es distra¨ªdo como ver una pel¨ªcula, vemos llegar la lluvia¡±. Tambi¨¦n ha contemplado c¨®mo los almacenes donde viv¨ªa se han ido transformando en rascacielos. Tal vez por eso, Holzer se compr¨® una granja. ¡°Ten¨ªa una abuela que fue sana, buena y granjera. Su nombre era Jenny. Para m¨ª la granja representa el cuidado y la salud. Mi abuela me salv¨® en parte. Por eso ahora tengo un lugar donde la gente lleva gatos hambrientos y caballos rotos¡±.
Tambi¨¦n hay dibujos rotos de otros artistas en la exposici¨®n de Bilbao. Es su colecci¨®n privada. Y la muestra por primera vez ahora que pertenece a su hija Lili, una fot¨®grafa que trabaja para The New York Times y de la que estaba embarazada cuando expuso en el pabell¨®n estadounidense de la Bienal de Venecia en 1990. ¡°Es muy gratificante que despu¨¦s de arrastrarla tanto por los museos eso haya entrenado su ojo en lugar de alienarla para siempre. Su padre es pintor [Mike Glier], de modo que la pobre ha tenido raci¨®n doble de arte¡±.
¡°Prot¨¦geme de lo que quiero¡± es uno de sus truisms m¨¢s conocidos. ?De qu¨¦ se ha protegido? Me alivia decir que esa frase no era solo para m¨ª. Quer¨ªa que sirviera a los dem¨¢s. Alude a ponerse l¨ªmites: no hacer lo que no quieres que te hagan. Los clich¨¦s son tesoros. Todo lo que dura es importante. Incluidos los problemas, ?verdad?
Todav¨ªa hay verdad y provocaci¨®n en aquellas m¨¢ximas de los setenta que usted, siempre autoexigente, describi¨® como ¡°una versi¨®n para el Reader¡¯s Digest del pensamiento occidental¡±. ?Qu¨¦ debe tener una m¨¢xima para perdurar? El tema es clave. Y los grandes son limitados: guerra, amor, paz, muerte, agresi¨®n, humor y dinero. La s¨ªntesis es m¨¢s dif¨ªcil que la idea, es esencial para que la m¨¢xima pueda repetirse. Quien la lee puede pensar que lleva siglos repiti¨¦ndose. Yo me escolarizo leyendo los aforismos de los maestros. Es interesante saber qui¨¦n lo consegu¨ªa y qui¨¦n fallaba.
?Qui¨¦n cree que fallaba? Para mi sorpresa, incluso Flaubert es a veces poco conciso.
?Qui¨¦n era el mejor? No es mi persona favorita, pero la negrura de sus frases es imbatible. Incluso con la mente enferma y tal vez el coraz¨®n podrido, Nietzsche es un gigante.
Sus aforismos son tan populares que se imprimen en camisetas y gorras. ?Pierden algo en ese formato? Espero que no. El clich¨¦ necesita que la gente lo haga suyo, que llegue a todas partes. Piense en las gorras que hoy llevan impresa la ideolog¨ªa del gobierno: MAGA (Make America Great Again). Aunque igual no debo entrar ah¨ª.
Entre, por favor. Cuando toco el tema pol¨ªtico me cuesta parar. Yo quer¨ªa trabajar en el espacio p¨²blico, como la mayor¨ªa de mis compa?eros artistas que llegaron a Nueva York a finales de los setenta. Pero la calle est¨¢ repleta de reclamos y neones con los que competir. Eso era lo primero que aprend¨ªas en Nueva York: aprovecha tus dos segundos de atenci¨®n.
?C¨®mo decide una joven de un pueblo del Medio Oeste comenzar su vida art¨ªstica en Nueva York repartiendo octavillas con sus ideas? En realidad me form¨¦ en humanidades. Estudi¨¦ arte despu¨¦s. Y siempre he agradecido esa formaci¨®n inicial. Pens¨¦ en ser abogada porque me interesaba la justicia. Luego intent¨¦ pintar, pero era muy mala. Esa incapacidad me hizo volver a la lengua.
Redirigi¨® su creatividad, pero ?qu¨¦ le llev¨® a ella? Me da un poco de verg¨¹enza decirlo, pero de muy peque?a llegu¨¦ a creer que era una artista. Pod¨ªa dibujar. Y lo hac¨ªa a diario. Mi madre me daba un rollo de papel que utilizaba para forrar estanter¨ªas y ese formato, enrollado e infinito, me daba para pintar mi idea de la historia del mundo a los cinco a?os. Del arca de No¨¦ a la invenci¨®n del coche.
?Qu¨¦ tipo de infancia tuvo? Una muy complicada en algunas cuestiones.
Es una persona reservada. Es dif¨ªcil dar con informaci¨®n personal suya. ?Por qu¨¦ fue tan complicada? Tambi¨¦n es un clich¨¦, pero con frecuencia el trauma est¨¢ presente en la vida de los artistas. No lo aconsejar¨ªa como receta para convertirse en artista, pero en mi caso fue as¨ª.
?Se convirti¨® en artista huyendo del trauma? M¨¢s bien tratando de hacer algo con ¨¦l.
Si no le incomoda, ?podr¨ªa saber m¨¢s de ese dolor? ?Fue la pobreza? No, fui una ni?a privilegiada. En nuestra casa no hab¨ªa problemas econ¨®micos.
¡°Tuve acceso a una educaci¨®n. Los privilegios hicieron mi infancia m¨¢s confusa porque sufr¨ª abuso sexual cotidiano durante a?os por parte de un miembro de la familia¡±
?Qu¨¦ fue entonces? Tuve acceso a una educaci¨®n. Pero esos privilegios hicieron mi infancia m¨¢s confusa porque por otro lado sufr¨ª abuso sexual cotidiano durante a?os por parte de un miembro de nuestra familia.
En este momento Jenny Holzer empieza a toser y se levanta a buscar agua diciendo: ¡°Doctor Freud, llama al doctor Freud¡±. Cuando regresa dice: ¡°Ese es el truco del cuerpo, la mente la puedes controlar con facilidad, pero el cuerpo¡ Lo somatizamos todo. Es decir ¡ª?contin¨²a¡ª tuve muchas ventajas, pero me violaba alguien a quien yo quer¨ªa¡±.
Ahora que tantas mujeres hacen p¨²blicos los abusos que han sufrido, todav¨ªa hay quien muestra incredulidad. Ha sido ocultado, e incluso aceptado, durante a?os. En mi caso, autocensurado, estaba convencida de que yo era la peor persona del mundo. Y que deb¨ªa callar para mantener a mi familia unida. Ahora que tengo casi 70 a?os he aprendido a aceptarme como persona.
?C¨®mo? Siempre cre¨ª que deb¨ªa protegerlos a todos y esperar a que mi madre muriera para contarlo.
?Y a usted qui¨¦n la proteg¨ªa? Tuve que reunir fuerzas hasta que logr¨¦ poder decirlo. Y ahora puedo tener esta conversaci¨®n, relativamente tranquila y objetiva, con usted.
Tiene una hermana. ?Se pregunt¨® si tambi¨¦n le estar¨ªa pasando a ella? Se lo pregunt¨¦. Dijo que no. Pero no lo s¨¦. Ha tenido muchos problemas en la vida. Y lo mismo les ha sucedido a muchas de mis primas y sobrinas. Problemas terribles. Problemas que ponen tu vida en peligro. Pero, claro, en un ambiente donde no hay problemas econ¨®micos cuesta afrontar, imaginar incluso, este tipo de situaciones. Estaba fuera de lugar hablar de un tema as¨ª. Es un camino que todav¨ªa estamos abriendo hoy.
?Qu¨¦ le dir¨ªa a quien pone en duda tantos abusos y violaciones porque se tarda en denunciar? Quien olvida intencionadamente roza el delito.
?C¨®mo encontr¨® el valor para huir de esa situaci¨®n? No fue valor, fue desesperaci¨®n. Dej¨¦ a mi familia y esper¨¦. Me dediqu¨¦ a trabajar. Tras odiarme mucho, pens¨¦ que una redenci¨®n ser¨ªa servirle de algo a la gente. No quiero decir que el arte deba ser ¨²til. Pero s¨ª creo que la cultura es ¨²til. Y maravillosa.
Uff. La que pregunt¨® fue usted.
Por supuesto. ?Est¨¢ segura de que quiere que lo publique? Pedir¨ªa que no fuera el titular. A los incr¨¦dulos recalcitrantes les funciona el esc¨¢ndalo para convertirnos en artistas locos. Puede que yo sea una mercanc¨ªa defectuosa, pero no soy una artista loca. Soy relativamente profesional y muy trabajadora.
Adem¨¢s de palabras, como artista eligi¨® utilizar el espacio p¨²blico. Fue una cortes¨ªa de cumplir los 18 en los sesenta. El mundo del arte no giraba entonces en torno a las galer¨ªas. Eran los a?os del arte conceptual y del minimalismo. El grupo de gente con el que me junt¨¦, Colab (Collaborative Projects), trabajaba en p¨²blico con temas que preocupaban a la gente. Por eso sal¨ª a la calle.
Con usted estaban Kiki Smith, Tom Otterness y a la vez Richard Prince, Barbara Kruger, Cindy Sherman¡ Con los primeros trabaj¨¦. De los otros valoro enormemente sus trayectorias. Son muy buenos. Me encanta que su obra est¨¦ en el mundo.
?C¨®mo se ganaba la vida? Trabajaba en la imprenta que publicaba The Laundry News [dice engolando la voz para darle importancia a la gacetilla de la lavander¨ªa]. Tuve muchos trabajos y, como casi todos mis compa?eros, viv¨ªa con muy poco.
En general, sus obras se oponen al poder, pero los museos son el poder. ?Mostrar arte reivindicativo en museos desmonta esas reivindicaciones? Despu¨¦s de tantos a?os por la calle, es un privilegio que te inviten a un museo. Pero entiendo la pregunta. Y creo que pagar por nuestras obras no las desactiva; al contrario, nos permite vivir de lo que hacemos y seguir haci¨¦ndolo. No es un deshonor. De todas formas, es tan distinto el mundo actual con todo el dinero que rodea al arte del de los a?os setenta¡ Hoy hay especulaci¨®n ?y hasta fondos de inversi¨®n! Invertir en arte contempor¨¢neo como quien invierte en petr¨®leo¡ Eso se me escapa.
?Hoy es el espacio p¨²blico o la falta de espacio p¨²blico lo que define las ciudades? Me pregunto si el espacio m¨¢s com¨²n de hoy no es la soledad de la pantalla en la que uno se conecta con otros solitarios que no salen a la calle. Como casi todo lo que hacemos los humanos, Internet es a la vez fraude y oportunidad. En ese sentido no es nada nuevo. Pero la falta de espacio p¨²blico en las ciudades es algo triste, tr¨¢gico y peligroso. No es el espacio en s¨ª, es hacer posible el derecho a que la gente se junte. Juntarnos nos define.
?Qu¨¦ le preocupa del mundo actual? Creo que el presidente [Trump] es un peligro. No soy la ¨²nica que lo piensa.
Pero la mitad de su pa¨ªs no tiene esa opini¨®n. Creo que ha bajado a un tercio. Da un poco de esperanza. Pero pensar que un tercio de los ciudadanos apoya su pol¨ªtica, que para m¨ª es irracional, cruel y temeraria¡
¡°Trump es un peligro. No soy la ¨²nica que lo piensa, aunque un tercio del pa¨ªs le apoya. Creo que le gustar¨ªa ser un dictador m¨¢s de lo que nos imaginamos¡±
?Puede entender qu¨¦ quieren sus votantes? Mi an¨¢lisis imperfecto sobre c¨®mo lleg¨® al poder incluir¨ªa: misoginia, racismo, falta de educaci¨®n, el hecho de que la gente puede ser enga?ada ¡ªeso en todas partes¡ª, y no creo que los rusos ayudaran a Hillary.
?Cree que repetir¨¢? Espero que su consumo de hamburguesas de queso lo lleve a un sitio mejor. No le deseo la muerte. Lo deseo fuera.
Es significativo que no le d¨¦ miedo ser tan franca. Ese es el buen legado de este pa¨ªs. De momento.
?Est¨¢n en juego valores que parec¨ªan intocables como la democracia o la libertad de expresi¨®n? Creo que a Trump le gustar¨ªa ser un dictador m¨¢s de lo que pensamos.
Uno de sus ¨²ltimos trabajos fue sobre el tiroteo en una escuela de Parkland, en Florida, en el que murieron 17 personas. Decid¨ª ir all¨ª con camiones ¡°antiarmas¡± para apoyar a los estudiantes que protestaban contra la violencia que producen las armas. En este pa¨ªs se mata cotidianamente porque existe el derecho a tener un arma. El presidente fue, pero sali¨® corriendo. Con la Asociaci¨®n Nacional del Rifle no se juega.
Obama no logr¨® prohibir la tenencia generalizada de armas. Es un problema inabordable. Obama hizo esfuerzos sinceros. Fue inteligente, en¨¦rgico y sensible. Qu¨¦ contraste. Michelle Obama ha sido capaz de conocer los problemas de la poblaci¨®n y de comprometerse con ellos con naturalidad y sensibilidad.
?Cree que har¨¢ campa?a alguna vez para presidir el pa¨ªs? Puede que sea demasiado lista. Pero ojal¨¢.
En determinado momento, usted dej¨® de escribir los textos que utiliza y pas¨® a emplear versos de poetas como Wis?awa Szymborska. En esos casos, ?qui¨¦n es el artista? Ella es la poeta y yo la artista visual: elijo la ubicaci¨®n, las secuencias, el lugar para la gente, el tema ¡ªen relaci¨®n con las noticias del momento¡ª y el simbolismo de la pantalla.
?La conoci¨®? Me encargaron una intervenci¨®n en el castillo de Cracovia y proyect¨¦ versos suyos y de Czes?aw Mi?osz. Vino a ver la intervenci¨®n. Nos sentamos en un tejado y comimos pi?a. Qu¨¦ l¨²cida, clara y divertida. Su selecci¨®n de temas y palabras est¨¢ entre lo m¨¢s sobrio y divertido que he le¨ªdo nunca. Soy fan.
Tambi¨¦n sustituy¨® sus textos por documentos y por noticias. ?Por qu¨¦, si ya los vemos en los informativos? Los archivos de los servicios de seguridad contienen informaci¨®n de la que se pueden extraer frases que desconciertan y aclaran. Investigo con un equipo de historiadores. Buscamos y presentamos hechos.
?Busca reescribir la historia? George W. Bush invadi¨® Irak. Y la gente se preguntaba qu¨¦ hab¨ªa pasado. Decid¨ª buscar la respuesta en los archivos. Pens¨¦ que haciendo hablar a muchas fuentes, tal vez podr¨ªamos escribir una historia colectiva distinta a la oficial.
?C¨®mo se consigue que una obra de arte despierte la conciencia? Primero defender¨ªa el derecho de una obra de arte a no remover ninguna conciencia. Adoro el arte abstracto. Pero la conciencia se despierta cuando el artista ha elegido un contenido que es relevante para un momento espec¨ªfico, pero tambi¨¦n ante la eternidad, y trabaja con algo que le pasa por el alma. La conciencia se despierta cuando uno ha sentido profundamente y ha ido al fin del mundo para representarlo lo mejor que ha podido.
En 1990 usted fue la primera mujer en tener una exposici¨®n individual en el pabell¨®n estadounidense de la Bienal de Venecia. Justo cuando el pabell¨®n brit¨¢nico mostraba, tambi¨¦n por primera vez, a un artista de origen indio: Anish Kapoor. ?Hay tambi¨¦n un inter¨¦s en reescribir la historia del arte? Ya era hora. No somos tan malas.
?Se ha sentido discriminada como artista? Oh, claro. El mercado discrimina a las mujeres artistas. Y luego est¨¢n tus vivencias: cuando fui elegida para representar a EE UU en la Bienal, el cr¨ªtico de Time escribi¨®: ¡°Si ten¨ªa que ser mujer, deber¨ªa haber sido otra¡±.
El pabell¨®n gan¨® el Le¨®n de Oro. S¨ª.
Hab¨ªa guardado, para acabar, otro truism: ¡°Cuando pasa algo terrible, la gente despierta¡±. No voy ya a preguntarle qu¨¦ cosa terrible le sucedi¨®. ?Boom! Pero tambi¨¦n puede pasar que no despiertes nunca despu¨¦s de algo terrible.?
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