Nicolas Brusson, el optimista que levant¨® Blablacar
Al mando de la star-up parisiense desde 2018, el piloto de esta compa?¨ªa mantiene que el futuro del transporte pasa por la movilidad compartida
No tiene p¨¢gina personal en Wikipedia y, sin embargo, la start-up que cofund¨® en 2006 se ha convertido en el orgullo de la econom¨ªa colaborativa made in France. ?l es su consejero delegado desde 2018. Con 65 millones de usuarios repartidos en 22 pa¨ªses (5 millones en Espa?a) y un valor en libros que supera los 1.000 millones de euros, Blablacar se ha impuesto en tan solo una d¨¦cada como el l¨ªder mundial del coche compartido. Un ¨¦xito del que Nicolas Brusson (Villeneuve-Saint-Georges; 41 a?os) nunca dud¨®, pese a las duras cr¨ªticas que ¨¦l y sus dos socios, Fr¨¦d¨¦ric Mazzella y Francis Nappez, recibieron al lanzar el ambicioso proyecto que naci¨® en las aulas de la escuela de negocios parisiense Insead: ¡°Si logr¨¢is tener 100.000 usuarios ya ser¨¢ un milagro¡±, les dijeron.
Trataron de convencer a los primeros inversores en 2009, cuando la ca¨ªda del sector bancario internacional hab¨ªa dejado al mundo en estado de shock. ¡°Nadie estaba dispuesto a invertir, y menos en lo que entonces se percib¨ªa como un servicio de autoestop en l¨ªnea para perroflautas¡±, recuerda. Adem¨¢s, hab¨ªa una barrera psicol¨®gica que parec¨ªa insuperable. ¡°Nos han ense?ado desde peque?os a no subirnos al coche de un desconocido. Conseguir que la gente cambie de mentalidad ha sido lo m¨¢s dif¨ªcil¡±, reconoce este cient¨ªfico de formaci¨®n, predestinado a una apacible carrera de investigador en ingenier¨ªa ¨®ptica.
¡°Sin optimismo no habr¨ªa empresarios¡±, explica con naturalidad, como si se tratara de un mantra heredado de su etapa en Berkeley, donde lleg¨® en los a?os 2000, en pleno boom de Internet. Hijo de una m¨¦dica y un profesor, reconoce que solo hab¨ªa o¨ªdo hablar de Silicon Valley en los c¨®mics de Superman. ¡°Una nueva industria se estaba creando para cambiar el mundo. Y entonces pens¨¦: ?por qu¨¦ no intentarlo yo tambi¨¦n?¡±. As¨ª que abandon¨® un doctorado y empez¨® a trabajar en una start-upde telecomunicaciones donde se enganch¨® a la adrenalina del empresario que sobrevive en un ecosistema tan estimulante como arriesgado y vol¨¢til. Una etapa que complet¨® como inversor en Londres. ¡°Creo que se aprende mucho m¨¢s de las malas rachas¡±, subraya. De hecho, Brusson lleg¨® al cargo de CEO de Blablacar el a?o pasado para atajar su primera crisis.
Durante una d¨¦cada, la red social centr¨® su estrategia en la expansi¨®n internacional haciendo caso omiso de su rentabilidad. ¡°Nos hemos dado cuenta de que intentamos abarcar demasiado... Pero no me arrepiento. Una start-up es como un acorde¨®n. Lo m¨¢s importante es mantener la ilusi¨®n¡±, asegura. Brusson se estren¨® al mando de la empresa diversificando su oferta con la adquisici¨®n de su competidor, la compa?¨ªa de autobuses francesa Ouibus, propiedad de la SNCF, y con un continuo desarrollo tecnol¨®gico que ya ha dado luz a un nuevo algoritmo que genera puntos de recogida cercanos al itinerario que los conductores realizan.
Este fan¨¢tico del caf¨¦, incapaz de viajar sin su m¨¢quina espresso, ya puede presumir de haber alcanzado la rentabilidad tan deseada. Blablacar no descarta una salida en Bolsa en los pr¨®ximos a?os y quiere llevar el ¨¦xito cosechado en las rutas de larga distancia a los trayectos casa-trabajo, algo que ya est¨¢ probando en los alrededores de Par¨ªs. ¡°Un nuevo cap¨ªtulo empieza para nosotros: el de la evangelizaci¨®n de los ciudadanos a la movilidad compartida en el d¨ªa a d¨ªa¡±, conf¨ªa.?
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