Al otro lado de Orson Welles
Mayor y gordo, pero l¨²cido y sabio como nunca, el director de cine pase¨® su destierro por los plat¨®s de televisi¨®n, mendigando dinero
Si tuviese que elegir un personaje del Olimpo del cine quiz¨¢ me quedar¨ªa con el m¨¢s inconformista y contradictorio de todos, Orson Welles. En los ¨²ltimos meses, al menos tres proyectos agrandan m¨¢s si cabe su ya desmesurada figura. Cannes estren¨® el ¨²ltimo ensayo del historiador Mark Cousins, En los ojos de Orson Welles, despu¨¦s de perder la inacabada y monumental Al otro lado del viento, cuyo montaje y restauraci¨®n financi¨® Netflix. La plataforma llev¨® la pel¨ªcula al Festival de Venecia y la distribuy¨® acompa?ada por el documental Me amar¨¢n cuando est¨¦ muerto. Como todo lo que rodea a Welles, los tres t¨ªtulos solo alcanzan a explicar a medias su insondable persona.
Extra¨ªda de las 100 horas que rod¨® el cineasta y de los 40 minutos que dej¨® montados, Al otro lado del viento ha sido incluida por muchos cr¨ªticos entre las mejores pel¨ªculas del a?o. Fracturada o no, su arrastre es incontestable. En palabras de Welles, se trata de ¡°la historia de un viejo director, otro m¨¢s joven y una traici¨®n¡±. Dicho de otro modo, es un filme sobre Hollywood dirigido por un hijo pr¨®digo.
La pel¨ªcula empez¨® a rodarse en 1971 y se prolong¨® durante a?os. En su camino se cruzaron todo tipo de infortunios: de un joven productor espa?ol, Andr¨¦s Vicente G¨®mez, que abandon¨® de golpe el proyecto, a la revoluci¨®n iran¨ª, que dej¨® a los otros productores, pr¨®ximos al Shah, en bancarrota. El nudo de la trama era una fiesta que se celebraba en la casa del viejo director, interpretado por John Huston. Al joven lo encarnaba Peter Bogdanovich, rendido admirador de Welles. Entre los invitados, una incisiva cr¨ªtica de cine inspirada en Pauline Kael. En un momento de la fiesta, ella y Huston se encaran. En su apuesta por el Nuevo Hollywood, Kael ¡ªquien este a?o tambi¨¦n se lleva su parte en el pastel de los documentales biogr¨¢ficos¡ª fue especialmente miope con la vieja escuela. Valga como ejemplo que en su libro 5.001 noches en el cine despacha R¨ªo Bravo, de Howard Hawks, como un ¡°pastiche¡±, ¡°boba, pero con gusto¡±. El ejemplo no es caprichoso, Welles pretend¨ªa que Al otro lado del viento acabase con el mito del cineasta como todopoderoso macho alfa, es decir lo que ¨¦l mismo, Huston o Hawks representaban. En su origen, la historia ocurr¨ªa en Espa?a y se inspiraba en Hemingway.
Sea como sea, el asunto principal del filme es la amistad y la traici¨®n. En su ensayo En los ojos de Orson Welles, Mark Cousins se detiene en Campanadas a medianoche para llegar a la conclusi¨®n de que Falstaff no era en realidad el ¨¢lter ego shakesperiano del cineasta sino que es el pr¨ªncipe Hal, es decir, el traidor que mata con su desprecio (¡°anciano, no te conozco¡±) a su viejo y ebrio amigo. Me resisto a comprar esta idea.
Mayor y gordo, pero l¨²cido y sabio como nunca, Orson Welles pase¨® su destierro con un puro en la mano por los plat¨®s de televisi¨®n, mendigando dinero. Pod¨ªa traicionar sus principios, dijo en una ocasi¨®n, pero jam¨¢s a un amigo. Aunque eso tampoco fue del todo cierto, Hal no podr¨ªa ser nunca su espejo. ¡°A Shakespeare le preocupaba la p¨¦rdida de la inocencia, y eso es lo que Falstaff representa para m¨ª, el fin de la inocencia¡±, dijo acerc¨¢ndose a la verdad. En la secuencia final de la pel¨ªcula, se cuela en un plano desconsolado un paje que triste observa el f¨¦retro del viejo buf¨®n. ¡°Falstaff ha muerto¡±, dice el peque?o. Aquel ni?o era su hija Beatrice, las ¨²nicas l¨¢grimas que a esas alturas pod¨ªan conmover al mayor ap¨¢trida que ha conocido el cine.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.