El filme inacabado de Orson Welles termina cuatro d¨¦cadas despu¨¦s en La Mostra
El festival de Venecia estrena ¡®Al otro lado del viento¡¯, que el cineasta film¨® entre 1970 y 1976 pero nunca remat¨®
El sue?o roto de Orson Welles duraba m¨¢s de cien horas. Cuando el cineasta falleci¨®, en 1985, dej¨® atr¨¢s un oc¨¦ano de proyectos inacabados. Pero le importaba especialmente que uno en concreto no se ahogara. Por ser su ¨²ltimo rodaje -o eso dice una de las muchas leyendas sobre Welles; por los? vaivenes e intentos de filmarlo, entre 1970 y 1976; porque contaba con una gran cantidad de material ya grabado. Y, quiz¨¢s, porque hablaba de ¨¦l mismo: se centraba en un viejo cineasta que trata desesperadamente de rematar su extra?o canto del cisne f¨ªlmico en Hollywood. En sus ¨²ltimos d¨ªas, el genio hasta le fio?la labor de terminarlo a su amigo, productor y tambi¨¦n actor de la pel¨ªcula, Peter Bogdanovich. La promesa se ha cumplido al fin este viernes en el festival de Venecia: m¨¢s de cuarenta a?os despu¨¦s de su ¨²ltima toma,?Al otro lado del viento lleg¨® a la gran pantalla.
En un certamen destinado a descubrir las obras maestras del futuro, el pasado reclam¨® su trono incontestable. Ante el creador de Ciudadano Kane, no hay director que compita. Rey Midas de la genialidad, ya tocara el cine, el teatro, la radio o la televisi¨®n, Welles empez¨® a dejar huellas en la historia de la cultura cuando ni siquiera ten¨ªa 20 a?os. Hoy en d¨ªa, ya tiene mitolog¨ªa propia: La guerra de los mundos, las adaptaciones de Shakespeare, Sed de mal; pero tambi¨¦n la voz de bar¨ªtono, la figura descomunal, sus enfermedades y los padres perdidos demasiado pronto. De ah¨ª que el estreno de Al otro lado del viento representara todo un evento en La Mostra. Aunque la sala llena acab¨® con algunas butacas vac¨ªas dos horas despu¨¦s, quiz¨¢s porque no se esperaran una obra que nada tiene que ver con el curr¨ªculo de Welles. Otros, en cambio, agradecieron con fascinaci¨®n el enrevesado esfuerzo final del maestro.?
La pel¨ªcula re¨²ne estrellas y amigos de Welles en un set familiar: hasta se rod¨® en algunas de sus casas. John Huston, Bodganovich, Norman Foster, Edmond O'Brien, Susan Strasberg o Lilli Palmer desfilan por Al otro lado del viento. De ah¨ª que el universo personal del creador se mezclara con la pel¨ªcula ya desde su casting. He aqu¨ª el Ocho y medio de Welles, como escribi¨® uno de sus bi¨®grafos. En el fondo, en el filme se dice: "Copiar a los otros est¨¢ bien. El problema es hacerlo contigo mismo". No cuesta reconocer aqu¨ª el hambre creativa y la obsesi¨®n innovadora de un artista excepcional.
Toda la pel¨ªcula est¨¢ invadida por su creador. Tan audaz como a ratos frustrante, en color y en blanco y negro, el filme se mete en el delirante entorno del cineasta protagonista, entre actores, productores y cr¨ªticos, volcados en admirarle, despreciarle o secundarle; una inmersi¨®n en un mar de egos, vacuidad, talento, frenes¨ª, inseguridad y provocaci¨®n. A lo largo de una noche, el director lucha por superar el adi¨®s repentino del int¨¦rprete principal de su obra y por hallar el dinero para acabarla. Mientras, su pel¨ªcula, titulada Al otro lado del viento, se proyecta, para los personajes del filme y por tanto para el espectador, en peque?os trozos: catas amargas e incompletas de un drama donde un hombre y una mujer se inquietan y se persiguen.
Una historia de caos
La propia historia de la producci¨®n es la de otro caos. A la saz¨®n, el director regresaba a ese Hollywood que amaba y odiaba, tras un nuevo exilio europeo. Se volc¨® en el proyecto y avanz¨® con paso firme. Lleg¨® a declarar que estaba "al 96% completo". "Verificamos que no era as¨ª. Estaba montado en torno al 30% de la pel¨ªcula", explic¨® el montador Bob Muraski. "Desde el punto de vista legal fue muy complejo", agreg¨® el productor Philip Rymsza.
Muchos se proclamaban due?os de los derechos y hasta se interpuso la revoluci¨®n en Ir¨¢n: el triunfo de Jomeini y el adi¨®s forzado de Reza Pahlev¨ª tambi¨¦n congelaron la aportaci¨®n de un familiar del sha, uno de los principales financiadores. Welles apenas pudo mostrar algunos fragmentos de su pel¨ªcula en una gala de premios, pocos a?os despu¨¦s. Y, entonces, termin¨® en la sombra. Cineastas como Wes Anderson o Clint Eastwood apoyaron en momentos distintos su rescate. Finalmente, el productor hist¨®rico de Welles, Frank Marshall, logr¨® sumar a la misi¨®n a Netflix, que lo distribuir¨¢ en 130 millones de hogares. Un mensaje previo al filme, ayer, se?alaba su camino accidentado, sus dificultades y mostraba la esperanza de haber levantado un homenaje digno al genio. Y una carta de su hija, Beatrice Welles, celebr¨® el estreno tard¨ªo.
"Consultamos todas las fuentes y el material posible. Quer¨ªamos ser fieles a ¨¦l. Pero tambi¨¦n que la pel¨ªcula funcionara", afirm¨® Murawski. Dijo que aplic¨® el mismo montaje "cruel" de Welles: de aquellas cien horas, desaparecieron 98. Pero qued¨® una pel¨ªcula.
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