George Pell: un pastor convertido en chacal
Condenado por abuso y violaci¨®n, el cardenal malogra la lucha cosm¨¦tica de la Iglesia contra la pederastia
La cumbre pontificia sobre la pederastia hubiera adquirido mayor credibilidad si no fuera porque unas horas despu¨¦s de clausurarse esposaban simb¨®licamente al n¨²mero tres del Vaticano. Era el rango que ocupaba el cardenal Pell como ministro de Econom¨ªa. Y la prueba de una implosi¨®n que contradec¨ªa el esfuerzo cosm¨¦tico con que Francisco anunciaba la catarsis, la persecuci¨®n de los abusadores, la cooperaci¨®n ineludible con la justicia.
George Pell (Ballarat, Australia, 1941) trabajaba a su vera desde 2013. Y hab¨ªa sido acusado de abuso de menores en el a?o 2016, aunque el santo padre se dec¨ªa convencido de su inocencia y de su bondad. Lo ha desmentido ahora un tribunal de Victoria (Australia) con el peso de una sentencia estremecedora: Pell abus¨® de un ni?o y viol¨® a otro. Ingresar¨¢ en prisi¨®n el 13 de marzo. Podr¨ªa caerle medio siglo entre rejas.
No vivir¨¢ para cumplirlo, pero s¨ª para expiar sus delitos, sus pecados y sus contradicciones. Pell se jactaba de perseguir a los divorciados y a los homosexuales. Consideraba a los unos y a los otros una plaga incorregible, pero curiosamente formaba parte de la segunda categor¨ªa.
El escarmiento nada tiene que ver con la orientaci¨®n sexual, sino con la infracci¨®n de las reglas particulares ¡ªel voto de castidad¡ª y con los l¨ªmites del C¨®digo Penal. ?Pell los ha transgredido a expensas de dos coristas que ten¨ªan 12 y 13 a?os cuando su eminencia abus¨® de ellos en la d¨¦cada de los noventa. No hab¨ªa adquirido a¨²n el rango de arzobispo de S¨ªdney ¡ªlo desempe?ar¨ªa entre los a?os 2001 y 2014¡ª, pero s¨ª hab¨ªa consolidado un carisma imponente y un discurso demoledor contra las libertades sexuales, los anticonceptivos, el laicismo y el comunismo.
De hecho, Pell se inscrib¨ªa en una suerte de corriente neocon eclesi¨¢stica. Un capitalismo revestido de doctrina moral que simpatiz¨® ¡ªy viceversa¡ª con la filosof¨ªa de Juan Pablo II. Le otorg¨® Karol Wojtyla el rango de cardenal en 2003, de forma que Pell estuvo en el colegio que eligi¨® a Benedicto XVI y figur¨® en la lista B de los papables. Por la ortodoxia continuista. Por sus dotes de comunicador. Y por el exotismo de un pont¨ªfice anglosaj¨®n y australiano.
Trascendieron entonces tambi¨¦n sus diatribas contra los divorciados. Y contra su progenie, pues sosten¨ªa Pell que los hijos de padres separados estaban predispuestos a las drogas y al libertinaje. Produc¨ªan estupor sus homil¨ªas en Melbourne. All¨ª fue arzobispo durante cinco a?os (1996-2001) y se enorgulleci¨® de negarle la comuni¨®n a 75 parejas de homosexuales que aspiraban al sacramento. Las expuls¨® del templo como si fueran una epidemia.
Fue el periodo en que se produjeron los abusos a los menores de edad, aunque los delitos permanecieron sepultados un par de d¨¦cadas, concretamente hasta que la apertura de una gran investigaci¨®n de Estado en 2012 a iniciativa de la primera ministra Julia Gillard precipit¨® la ca¨ªda del gran tab¨² y de la omert¨¤. Llegaron a acreditarse 4.444 casos de pederastia. Y vino a saberse que en algunas di¨®cesis australianas el porcentaje de abusadores rondaba el 15%. Quedaba expuesto Pell al escrutinio. Los monaguillos se despojaron del miedo a la sotana.
Tambi¨¦n hab¨ªa sido Pell sacerdote raso. Estuvo cerca de dedicarse al rugby. Estudi¨® en Oxford. Y emprendi¨® su trayectoria sacerdotal en Roma en 1966. Imposible imaginar entonces que George Pell regresar¨ªa a la Ciudad del Vaticano como preboste de la curia.
Se jactaba de perseguir a divorciados y homosexuales por considerarlos una especie de plaga
Formaba parte de los nueve cardenales m¨¢s allegados a Francisco (un grupo conocido como C9). Y de los menos escrupulosos con el dinero y las costumbres. Jorge Bergoglio le encomend¨® encargarse de la limpieza de las nauseabundas cuentas, pero la eficacia y contundencia de sus acciones ¡ªse le llamaba clandestinamente ¡°el cardenal Rambo¡±, por la corpulencia y por la rotundidad¡ª no contradijo la extravagancia de su nivel de vida. Viajaba en primera su eminencia. Frecuentaba restaurantes car¨ªsimos. Ocupaba un lujoso apartamento de 4.600 euros en el per¨ªmetro sagrado de Roma.
Se habr¨ªa gastado unos 500.000 euros George Pell entre julio de 2014 y enero de 2015, tal como documentan las p¨¢ginas del libro-esc¨¢ndalo Avaricia, aunque no ha sido el dinero la maldici¨®n del cardenal australiano, sino la delincuencia sexual, hasta el extremo de convertirse en el primer alto prelado de la Iglesia cat¨®lica condenado por la justicia civil en un caso de pederastia.
No cabe mayor contratiempo al congreso sobre la pederastia que emprendi¨® Francisco. George Pell no era un mero sacerdote, sino una figura nuclear de la Iglesia cat¨®lica en sus responsabilidades, atribuciones y poderes. Tantos poderes que el Vaticano ha tratado de protegerlo y encubrirlo hasta el ¨²ltimo susurro.
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