1999: el a?o en que muri¨® el cine adolescente tal y como lo conoc¨ªamos
'Crueles intenciones' cumple 20 a?os, al igual que muchos otros ¨¦xitos de cine de instituto que se estrenaron a la vez y rubricaron el fin de una forma de entender el g¨¦nero
?Adolescentes ricos teniendo sexo? Hoy lo llaman ?lite. Hace 20 a?os lo llamamos Crueles intenciones y nosotros, adolescentes que no ¨¦ramos ricos y consider¨¢bamos un exotismo para el futuro la idea de acostarnos con alguien, fuimos en masa a verla a cine.
Con la llegada de las primeras comunidades en Internet conseguimos crearnos un personaje alternativo que, parapetado tras el anonimato del dormitorio, pod¨ªa ser algo m¨¢s parecido a lo que hab¨ªamos so?ado de nosotros mismos
La pel¨ªcula en la que Ryan Phillippe ejerc¨ªa de toy boy correteando semidesnudo por ¨¢ticos de ensue?o en el Upper East Side y Sarah Michelle Gellar esnifaba coca¨ªna de un crucifijo (y se besaba con lengua con Selma Blair) fue la corona de lo que muchos consideran el mejor a?o para el cine adolescente de los noventa. Tambi¨¦n se estrenaron American Pie, 10 razones para odiarte, Alguien como t¨², Election, Las v¨ªrgenes suicidas o Nunca me han besado.
Todas son ejemplos de cine adolescente, pero ninguna se parece entre s¨ª y, a su manera, con su cat¨¢logo de g¨¦neros que van de la comedia negra a la comedia gruesa, pasando por la tragedia (casi) griega, dieron carpetazo a lo que toda una generaci¨®n ten¨ªa que decir sobre la vida en un instituto.
Una generaci¨®n que era (?¨¦ramos?) completamente in¨¦dita: con la introducci¨®n del m¨®vil nos saltamos el control paterno del tel¨¦fono fijo y con la llegada de las primeras comunidades de usuarios en Internet conseguimos crearnos un personaje alternativo que, parapetado tras el anonimato del dormitorio, pod¨ªa ser algo m¨¢s parecido a lo que hab¨ªamos so?ado de nosotros mismos.
Todas estas pel¨ªculas llaman hoy la atenci¨®n por ser s¨¢tiras con un regusto amargo y porque casi todos sus guionistas eran veintea?eros: por primera vez en la historia, los j¨®venes hablaban de s¨ª mismos. Alguien dir¨ªa que desde entonces no han dejado de hacerlo. Pero, desde luego, no lo han hecho igual.
Hoy los adolescentes sobreviven en el cine o bien en peque?as historias de autodescubrimiento que encandilan a la cr¨ªtica o bien en gigantescas franquicias en las que los teenagers son vampiros, guerreros, transformers o luchadores de clase en futuros dist¨®picos.
El cine de instituto como aquel con el que crecimos sobrevive en pel¨ªculas hechas para televisi¨®n y su esp¨ªritu est¨¢ m¨¢s presente hoy en series de ¨¦xito arrasador en plataformas como Netflix. Pero en las grandes pantallas de los cines ya no hay adolescentes o ya no se comportan como tal. Hoy son j¨®venes adultos. Tal vez es nuestra forma de triunfo: si uno lo piensa con frialdad, ser adolescente era un co?azo.
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