La nueva informalidad, una movida muy tocha
Un c¨®mico en apuros se planta en una fiesta tratando de adivinar entre los invitados cu¨¢l es la mejor manera de presentarse en un acto p¨²blico. Su investigaci¨®n le ha permitido descubrir que el fin de la etiqueta es la tendencia
LA SONRISA de un concejal de urbanismo. Esa es la bonita imagen que viene a mi mente cuando me invitan a un c¨®ctel de noche. No son el esmerado catering ni la barra libre de primeras marcas mis principales motivaciones, sino la oportunidad de vestirme para la ocasi¨®n y pavonearme desplegando mi encanto manchego.
En mi armario empotrado descansa el traje de las bodas y en cuanto llega la invitaci¨®n lo oigo canturrear feliz: ¡°Ah¨ª vamos otra vez¡±. Es de color rojo burdeos ¡ªel armario digo; bueno, m¨¢s bien son las puertas las que est¨¢n pintadas en ese color¡ª. Las decor¨¦ tambi¨¦n con un vinilo de mi frase favorita enmarcada en elegantes arabescos: ¡°Cuando deseas algo con mucha fuerza, todo el universo conspira para ayudarte a conseguirlo¡±.
El traje en cuesti¨®n es gris metalizado. Lo suelo combinar con una camisa blanca de cuello italiano (que es el m¨¢s favorecedor para mi tipo de rostro diamante), con una corbata de color siena (cinco veces tuve que ver el tutorial para lograr hacer el nudo Fishbone, aunque mereci¨® la pena porque aporta algo de fantas¨ªa y tambi¨¦n lanza un mensaje inequ¨ªvoco de superaci¨®n), y remato mi outfit con unos zapatos negros acharolados de pico de pato. Los adquir¨ª en un outlet por 40 ?euros, y si bien es cierto que son medio n¨²mero menos, oblig¨¢ndome a encoger los deditos, por otro lado aportan a mi caminar un cierto aire pizpireto.
El ¨²ltimo sarao al que fui convocado lo organizaba una multinacional tabacalera responsable de un artilugio con el que fumas sin echar humo. Comprob¨¦ su eficacia con mi amigo Juanfran; por mucho que se afanaba en succionar, no exhalaba nada de nada. Era bonito y relajante verle boquear como un pez. Juanfran trabaja ahora en Londres. El otro d¨ªa me llam¨® a las dos de la madrugada para contarme que estaba muy preocupado porque paga unas facturas muy abultadas a su compa?¨ªa de telefon¨ªa m¨®vil: ¡°??Macho! ?Es un mont¨®n de dinero! y no lo entiendo¡¡±, dec¨ªa. ¡°Es que es mucho, mucho¡, ?una barbaridad!, y no s¨¦ a qu¨¦ se debe¡ Voy a llamar para quejarme, ?me van a o¨ªr!¡±, repet¨ªa. ¡°Es que son m¨¢s de 300 euros lo que apoquino. ?Es que no puede ser que pague tanto!¡±, y as¨ª estuvo su buena hora y media.
No es la incontinencia verbal su principal problema. Juanfran es pelirrojo y se conjunta fatal; se empe?a en vestir prendas de color verde. Ya le he advertido mil veces que verde y rojo, patada en el ojo. No me hace ni caso, pasa de mi body.
Perdonen, queridos lectores, la digresi¨®n. Se me ha ido la olla a Camboya. ?C¨®mo me gustan las expresiones que riman! ¡°M¨¢s a gusto que un arbusto¡±. ¡°Me piro, vampiro¡±. ¡°Vaya toalla¡±. ¡°En fin, Seraf¨ªn¡±. ¡°Como mola la gramola¡±. ¡°La ca?a de Espa?a¡±. ¡°Tengo un hambre que da calambre¡±¡ La elegancia tambi¨¦n consiste en expresar los pensamientos de una forma bella.
Acud¨ª a la fiesta lleno de expectativas y nada m¨¢s entrar me top¨¦ con un camello; un ejemplar de Camelus bactrianus. Estaba tan tranquilo abrevando. A su lado, un dealer abrevaba tambi¨¦n apaciblemente. Los distingo a simple vista porque tienen dos jorobas. Los otros tampoco se me suelen escapar. Este vest¨ªa de manera descuidada, con sudadera de capucha gris, camiseta blanca y pantal¨®n vaquero roto por el uso (las prendas parec¨ªa que se hab¨ªan ca¨ªdo desde un tendedero).
El ¨²nico normal era yo, con mi traje gris met¨¢lico, camisa de cuello italiano, corbata siena con nudo Fishbone y zapatos de pico de pato con talla ajustada
Cu¨¢l fue mi sorpresa cuando reconoc¨ª su cara, era un director de cine muy talentoso. A?os atr¨¢s hab¨ªamos tenido cierto trato. De hecho, en otra fiesta, lleg¨® a prometerme un papel protagonista para una de sus pel¨ªculas: ¡°Quiero que hagas de superdotado¡±, me dijo. Pasado el tiempo, tarar¨ª que te vi.
Hay un t¨¦rmino en alem¨¢n para mostrar el placer obtenido por la mala suerte de una persona, no era mi caso, yo no estaba schadenfreude en absoluto. Me entristeci¨®, sinceramente, descubrir que se hab¨ªa convertido en un barco a la deriva. Pregunt¨¦ si me vend¨ªa algo, solo por ayudar; se rio en mi cara tom¨¢ndoselo a broma. ¡°Qu¨¦ l¨¢stima, se ha visto en la obligaci¨®n de disimular¡±, pens¨¦. Pero de repente me fij¨¦ en la gente que me rodeaba y toda mi reflexi¨®n se desmoron¨®. ?C¨®mo iban vestidos los invitados? ?Qu¨¦ eran esas prendas inveros¨ªmiles? Chaquetas de tactel, pantalones con aberturas laterales, tops, plum¨ªferos¡ ¡°?Bambos!¡±1. Empec¨¦ a sentirme languidecer, adem¨¢s, con la espiral de colores que me envolv¨ªa. Una especie de delirio que iba desde el magenta al amarillo mostaza, pasando por el azul Klein y terminando en el verde Formentera ¡ªsin olvidar el naranja butano¡ª. Esto no era new native. Era una locura ¡°conejil¡± (aunque lo peor estaba por venir). En ese momento anunciaron la actuaci¨®n musical estelar, y ante los focos apareci¨® la cantante con un ch¨¢ndal y unos tacones¡ tra, tra.
Estaba claro que todo el mundo se hab¨ªa vuelto loco y el ¨²nico normal era yo, con mi traje gris met¨¢lico, mi camisa de cuello italiano, mi corbata siena con nudo Fishbone y mis zapatos de pico de pato medio n¨²mero m¨¢s peque?os. Me faltaba el aire y estaba a punto de desmayarme. Algo parecido a lo que me pas¨® cuando me enter¨¦ de que la flecha lanzada por el arquero Antonio Rebollo en la ceremonia de inauguraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos de Barcelona 92, en realidad, nunca aterriz¨® en el recept¨¢culo. Dirig¨ª mis pasitos pizpiretos hacia el camello, me sub¨ª en ¨¦l y nos alejamos al trote cochinero. No fue ?f¨¢cil, el animal no colaboraba. Por un momento pens¨¦ que quiz¨¢ hubiera sido mejor idea encaramarme en el director de cine. En todo caso, ya era tarde. El periplo hasta mi casa dur¨® unos 10 minutos, pero se me hizo largu¨ªsimo; llegu¨¦ a quedarme traspuesto entre las ?jorobas. So?¨¦ con un embajador en ch¨¢ndal, con un premio Nobel en ch¨¢ndal, con Nicol¨¢s Maduro en ch¨¢ndal¡
Cuando despert¨¦, el camello me hab¨ªa puesto el pijama e introducido en la cama. Volv¨ª a desvanecerme¡
A las dos de la madrugada, mi tel¨¦fono empez¨® sonar. Era una llamada entrante desde Londres.
¡ªJuanfran, ?eres t¨²? ¡ªcontest¨¦ aturdido.
¡ªS¨ª, t¨ªo, me he enterado de una movida muy tocha. ?Sabes lo que es la nueva informalidad en la moda? Supone el fin de las etiquetas, de las convenciones y la apuesta por la comodidad¡ Incluso vestirse como un traficante de drogas es tendencia, se llama sleazecore¡
(1) Bambo: t¨¦rmino que utilizo como murciano consorte para referirme a las zapatillas de deporte.
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