?El mundo nos mira!
Sorprende la distancia entre la intensa propaganda orquestada y su paup¨¦rrimo impacto pol¨ªtico
Sorprender¨¢ a los creyentes que la dimensi¨®n internacional del proc¨¦s no llegue al estrado judicial por los pl¨¢cemes que debi¨® obtener de todas las canciller¨ªas, y que nunca llegaron.
Sorprender¨¢ sobre todo a quienes se inyectaron autoestima con los complacientes lemas oficiales: ¡°Catalanes, ?el mundo nos mira!¡±, ¡°?Estamos haciendo historia!¡±, o ¡°?Nunca antes en Europa hubo tales manifestaciones!¡±.
Pues no, la internacionalizaci¨®n del pretendido cambio de tortilla del oto?o levantisco catal¨¢n cuelga ahora de una investigaci¨®n muy a ras de suelo: si desde la Generalitat se desvi¨® dinero a fines ilegales, los menguados apoyos exteriores, al refer¨¦ndum. Una simple y nada heroica malversaci¨®n (presunta).
Levantando la vista desde el palacio del Tribunal Supremo, sorprende tambi¨¦n la distancia entre la intensa propaganda orquestada hacia el mundo mundial y su paup¨¦rrimo impacto pol¨ªtico, enseguida desarticulado por el llamado Estado espa?ol.
La habil¨ªsima operaci¨®n de agitaci¨®n indepe de Mas & Puigdemont & C¨ªa dormit¨® a?os inerte en el mundo. Solo alcanz¨® ecos exteriores significativos cuando el Gobierno u otro poder estatal cometieron errores de bulto.
Como cuando el juez instructor del caso, Pablo Llarena, dict¨® la euroorden de detener al gran fugitivo.
Y se intent¨® ejecutarla en el land alem¨¢n de Schleswig-Holstein, el m¨¢s refractario a aceptarla, entre los cuatro o cinco que deb¨ªa atravesar hasta alcanzar Bruselas por tierra.
O cuando un sector policial propin¨® el 1-O palizas a abuelitos y tietes, innecesarias e injustas aunque hubieran sido miserablemente usados como escudos humanos de la naci¨®.
Sorprende, en fin, que siendo los pagos internacionales uno de los puntos te¨®ricamente fuertes de la acusaci¨®n de malversaci¨®n (el otro era, y sigue siendo, el manejo siempre incestuoso de las cuentas de TV-3), est¨¦ corriendo la (escasa) suerte que corre.
De un lado, el gestor de Diplocat, Albert Royo, se merend¨® a los acusadores ¡ªcon aplomo, tan pancho¡ª, sobre dos de los pagos sospechosos (los efectuados al ex primer ministro holand¨¦s Wim Kok y al diario Ara), y neutraliz¨® bastante, al menos de momento, al tercero (la observadora Helena Catt).
De otro, faltaron testigos (y m¨¢s que eso), tanto en la vertiente internacional como en la de papeleter¨ªa y carteler¨ªa. La fragmentaci¨®n del proceso los centrifuga a otros juzgados y aqu¨ª ¡ªleg¨ªtimamente¡ª no declaran. Para beneficio principal de los procesados.
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