Esperando a Churchill
Cada l¨ªder atribulado ha tenido al lado -ligeramente detr¨¢s- a una Fern¨¢ndez de la Vega, S¨¢enz de Santa Mar¨ªa, Calvo, Montero o Arrimadas
As¨ª se nos van los d¨ªas. Esperando a que cualquiera de los l¨ªderes de los partidos que nos disponemos a votar tenga un rasgo de grandeza o un gesto que ilumine el camino. Ahora se juzga con severidad a los nuevos dirigentes por querer ¡ª?oh pecado que nunca cometieron sus predecesores!¡ª rodearse de gente suya, a ser posible que no conspire en su contra y que facilite la aprobaci¨®n de las pol¨ªticas que decidan. Se dice de todos ellos que han cavado trincheras, levantado muros y cerrado puertas al entendimiento. Y se les dice dispar¨¢ndoles desde las redes sociales y algunas tribunas period¨ªsticas convertidas en escuadrones dispuestos a la ejecuci¨®n sumar¨ªsima de cualquiera que se mueva de lo que ¡°nos conviene¡±, o de lo que se espera de cada uno. Sea lo que sea que se espere de ellos. En definitiva, se acusa a S¨¢nchez, Casado, Iglesias y Rivera de ser exactamente un reflejo del mundo que vivimos, urgente, emocional, cortoplacista y felizmente encapsulado en la zona de confort de nuestro barrio en Twitter, en Facebook o en la ¨ªnsula que prefieran.
Pues se?ores, esto es lo que hay. Parece que conviene ir haci¨¦ndose a la idea de que Churchill no va a volver. Y de que, si vuelve, es m¨¢s probable que se llame Jacinda que Winston. No porque las mujeres sean intr¨ªnsecamente mejores que los hombres ¡ªtranquilos, tranquilos¡ª, sino porque, como dice la matem¨¢tica Karen Uhlenbeck, ¡°uno de los problemas m¨¢s serios que tienen las mujeres es hacerse a la idea de que existe una sutil falta de aceptaci¨®n hacia ellas y que tienen que actuar en consecuencia¡±. Tantos siglos de actuar en consecuencia ten¨ªa por fuerza que dar l¨ªderes con la empat¨ªa de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, la lucidez de la adolescente sueca Greta Thunberg o la valent¨ªa de la congresista dem¨®crata norteamericana Alexandria Ocasio-Cortez. O cualquiera que a ustedes les guste m¨¢s. Tenemos para elegir en nuestra historia reciente y presente. Cada l¨ªder atribulado ¡ªy aspirante a Churchill¡ª ha tenido al lado ¡ªligeramente detr¨¢s¡ª a una Teresa Fern¨¢ndez de la Vega, Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa, Carmen Calvo, Irene Montero o In¨¦s Arrimadas para estar al frente del d¨ªa a d¨ªa, servir de pararrayos y aguantar ¡°la sutil falta de aceptaci¨®n¡±. Preparad¨ªsimas para la sangre, el sudor y las l¨¢grimas.
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