Si pensamos en una noche de sexo salvaje, probablemente la acompa?emos de empotramientos y coitos fuertes e intensos. Descansen. Es posible tener una excelente noche de sexo sin nada de eso. ?C¨®mo si no piensan disfrutar cuando sean ancianos?
Cualquiera que vea a Marita y se le pida que la describa, lo primero que dir¨¢ es que esta mujer es una anciana. Es evidente. Basta con verla. Si tuviera que hilar fino, dir¨ªa que est¨¢ m¨¢s cerca de los ochenta que de los setenta, pero jam¨¢s se me ocurrir¨¢ sacar el tema. No soy qui¨¦n. Lo que me gusta de Marita es c¨®mo habla de la vida. ?Su secreto? Marita no ha perdido un ¨¢pice las ganas de vivir con todas sus consecuencias. Y en estas tambi¨¦n entra el sexo. El d¨ªa que Marita me cont¨® c¨®mo era su sexualidad siendo una persona mayor me promet¨ª a m¨ª misma que, si llego a sus a?os, quiero quererme tanto como se quiere ella.
Seg¨²n un estudio de la Universidad Occidental de Australia, uno de cada tres hombres entre los 75 y los 95 a?os reconoce estar preocupado por este tema y querer saber, sobre todo, c¨®mo andar¨¢ de deseo conforme avance la edad. De ah¨ª su inter¨¦s por los niveles de testosterona y la posibilidad de que esta sea administrada de alguna manera, ya que es la hormona directamente relacionada con el deseo y el vigor sexual. Como los estudiantes de las ant¨ªpodas ni se preocuparon por la opini¨®n de las mujeres y sus dramas con el sexo, no puedo decirles si a nosotras el tema nos trae de cabeza, pero su estudio revela que la mayor¨ªa de los hombres encuestados piensa que el sexo es puramente coito. Mete y saca de toda la vida.
Pues no. Ojal¨¢ nuestro orgullo patrio, ahora que se exhibe todo tanto, nos ayude a demostrar a los australianos c¨®mo se puede tener sexo cuando ya no puedes ejercer de macho empotrador. Bastar¨¢ con que escuchen a sus mujeres.
Imaginen una abuela que naciera en 1940. Que perdiera la virginidad antes de los veinte a?os, que haya parido unos cuantos hijos y que haya tenido sexo con coito la mayor parte de su vida. No s¨¦ las abuelas de Australia, pero las de aqu¨ª, pocas reconocer¨¢n que se masturban. El caso es que imaginen que esas se?oras cuyas vaginas han pasado por todo lo descrito, pretendieran cuando tienen setenta, ochenta a?os, ser empotradas. A ver, enti¨¦ndanme, dejen de ver porno de mierda. Nuestra sexualidad (y por tanto la de los hombres heterosexuales) va m¨¢s all¨¢ del coito. Ya solo en el cl¨ªtoris tenemos la panacea del placer. Enti¨¦ndanos... Si alguien lo tiene m¨¢s f¨¢cil de seguir teniendo orgasmos a la vejez viruela, somos nosotras.
Cuenta Javier Mayor de Castro, ur¨®logo, especialista en el Hospital Gregorio Mara?¨®n de Madrid, que le ofreci¨® a un paciente, despu¨¦s de pasar por un c¨¢ncer de pr¨®stata, todos los tratamientos a su alcance para recuperar el coito en sus relaciones sexuales y que este le dijo que no. En ese momento ten¨ªa un c¨ªrculo de amigas entre las que era muy apreciado por el resto de sus capacidades amatorias. "No ten¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo inter¨¦s en recuperar la erecci¨®n a toda costa".
Marita recurri¨® a una sex¨®loga y terapeuta que la entren¨® con una din¨¢mica de ejercicios para el suelo p¨¦lvico. Durante tres meses acudi¨® a la consulta donde aprendi¨® a ejercitar su estructura muscular y ligamentaria de la vejiga, el ¨²tero y el recto. De forma que dej¨® de mojar sus bragas cada vez que estornudaba. Si lo hubiera aprendido a los veinte, despu¨¦s del primer parto, sus relaciones sexuales, adem¨¢s, habr¨ªan sido mucho m¨¢s placenteras. Pero como lo aprendi¨® ya viuda, se consuela con que es una de las se?oras mayores que no va con compresa. Que sepamos o demuestre, Marita no ha tenido m¨¢s amantes que su fallecido marido. Pero a cambio ha aprendido a utilizar los juguetes en su sexualidad, disfrut¨¢ndolos, que sepamos, siempre a solas.
No ser¨¦ yo la que eche en falta un novio para Marita. Si ella quisiera uno, quiero creer que lo buscar¨ªa. Lo que s¨ª que le agradezco es que con su discurso ponga encima de la mesa una realidad: hay muchas maneras de llegar al orgasmo y no todas tienen que ver con vergas enhiestas. Gracias a esto, cuando seamos mayores podremos disfrutar de un sexo que, seguro, habr¨¢ envejecido tambi¨¦n con nosotros en su ¨ªmpetu y fiereza, pero no tiene por qu¨¦ languidecer en la b¨²squeda del placer. Muchos hombres se excitan lo suficiente viendo c¨®mo se derriten sus parejas aun cuando su pene ya no entra en acci¨®n. Y hasta son capaces de explorar otras posibilidades, como su propia estimulaci¨®n anal o ponderando las caricias, alcanzando niveles de excitaci¨®n supinos.
Despu¨¦s de todo esto, cada vez lo tengo m¨¢s claro. Yo tendr¨¦ sexo hasta que me muera.
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