La alegr¨ªa como pol¨ªtica
La samba de Mangueira triunf¨® en el Carnaval recordando a la asesinada Marielle Franco; cantaron su nombre entre sonrisas
El Carnaval pas¨®. Hace pocos d¨ªas, pero parece muy lejano. Cuando le¨ª Ren¨¦ Gu¨¦non no acab¨¦ de entender una de las tesis principales de El reino de la cantidad y los signos de los tiempos, que el tiempo se acelera. Hoy me resulta una realidad palpable. La aceleraci¨®n del tiempo precipita los recuerdos en el olvido. Quisiera rescatar, antes de que sea demasiado tarde, lo sucedido este a?o en el Carnaval de los Carnavales, el de R¨ªo de Janeiro y, m¨¢s concretamente, en el desfile de las Escuelas de Samba.
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Mangueira, la escuela de los colores verde y rosa, triunf¨® con un tema que inclu¨ªa el recuerdo de Marielle Franco, la concejal asesinada. Digan lo que digan, ahora que por todos lados se afirma lo absurdo y se niega lo obvio, fue un asesinato pol¨ªtico. Marielle, negra, feminista, que sali¨® de la favela para volver sobradamente preparada para luchar por su gente, hab¨ªa sido el blanco m¨¢s deseado por la intolerancia retr¨®grada, la misma que por la v¨ªa del voto ha acabado por introducirse en las m¨¢s altas esferas del Estado brasile?o.
Sin embargo, cantaron su nombre y su hero¨ªsmo quienes desfilaron, quienes presenciaron el desfile en las gradas del Samb¨®dromo concebido por Oscar Niemeyer y cuantos lo vieron por televisi¨®n en bares o en sus casas, y durante mucho tiempo se seguir¨¢ cantando. Doy fe de que aquella noche del verano carioca lo hicieron con los rostros iluminados por la sonrisa y con el coraz¨®n alegre porque es imposible, por tr¨¢gico que sea el hecho que se conmemora, poder desfilar y cantar samba entre la multitud engalanada y desnuda de aquellos Carnavales sin estallar de alegr¨ªa.
¡°Europa debe sonre¨ªr¡±, record¨® al final de la I?Guerra Mundial el presidente italiano Francesco Saverio Nitti, exiliado durante el fascismo
No obstante, Mangueira y cuantos se sumaron a su Carnaval apuntaban al coraz¨®n de un subsistema parapolicial atroz al que la correlaci¨®n de fuerzas surgida de las ¨²ltimas elecciones parec¨ªa poder integrar como un elemento propio del nuevo r¨¦gimen. En Brasil entend¨ª, ya de joven, que no debe confundirse la seriedad con la tristeza. Sin ir m¨¢s lejos, varios miembros de la familia de Marielle desfilaron en una de las carrozas de la escuela. Tambi¨¦n aprend¨ª que las escuelas de samba, con toda su alegr¨ªa, son una cosa muy seria. Por eso no me extra?¨¦ que, pocos d¨ªas despu¨¦s de concluir la fiesta con el triunfo de Mangueira, fuesen detenidos dos de los principales sospechosos del crimen, al parecer inmersos en una trama que, seg¨²n se comenta, podr¨ªa dejar muy mal parado a, por lo menos, un hijo del nuevo presidente del pa¨ªs.
Cien a?os antes y en Europa, Francesco Saverio Nitti invent¨® una nueva ¡°arma¡± pol¨ªtica, la sonrisa, probablemente la expresi¨®n m¨¢s arm¨®nica de la alegr¨ªa. Reci¨¦n terminada la Gran Guerra, en su condici¨®n de presidente del Consejo de Ministros de Italia, presidi¨® una conferencia internacional en la que mantuvo un largo coloquio con Lloyd George y Millerand, primeros ministros del Reino Unido y Francia, respectivamente. Nitti era muy l¨²cido y cr¨ªtico sobre los tratados draconianos que los aliados iban a imponer a las naciones derrotadas. Una vez concluida la conferencia, los periodistas asistentes, singularmente los americanos, le preguntaron qu¨¦ era, a su parecer, lo m¨¢s necesario para la paz. Nitti, un inteligente hombre del sur, nacido en Melfi, en la regi¨®n de Basilicata, y profesor de Econom¨ªa en la Universidad de N¨¢poles, dio una respuesta memorable. ¡°Solo una cosa es necesaria: Europa debe sonre¨ªr¡±. Y a?adi¨® algo que hoy tal vez no nos resulte extra?o: ¡°Ahora la sonrisa ha desaparecido de todos los labios; solo hay odio, amenazas o excitaci¨®n. Cuando Europa sonr¨ªa tambi¨¦n reencontrar¨¢ las ideas pol¨ªticas de la paz y las fuentes de la vida¡±. Lo dej¨® escrito con estas mismas palabras en su libro L¡¯Europa senza pace, que fue publicado en Florencia el a?o 1921.
La lecci¨®n de Nitti, que las gentes entra?ables y humildes de Mangueira acaban de actualizar y difundir por el amplio mundo gracias a la repercusi¨®n del fabuloso Carnaval carioca, merecer¨ªa tener mejor fortuna que cuando ¨¦l la dio. En efecto, la sonrisa propugnada por Nitti como lo ¨²nico necesario para la paz, Mussolini la troc¨®, poco tiempo despu¨¦s, en mueca y gestualidad grotescas.
En 1924, tras la llegada ¡°democr¨¢tica¡± de Il Duce al poder, Nitti tuvo que exiliarse. Y todos sabemos las consecuencias para Europa y el mundo entero del trueque de sus sonrisas para la paz por las muecas y aspavientos del odio fascista, pero tambi¨¦n las que tuvo el trato cruel impuesto a los adversarios vencidos al que ¨¦l se hab¨ªa resistido. Que la aceleraci¨®n del tiempo no nos haga olvidar, reincidir y retroceder. Sint¨¢mosla m¨¢s bien como la causante inevitable de una brisa de futuro y, pensando en ello, volvamos a sonre¨ªr y a sonre¨ªrnos en paz.
Llu¨ªs Boada es doctor en Ciencias Econ¨®micas y en Humanidades y autor de La senectud del capitalismo.
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