El juego vil
El peligro de las regresiones e injusticias es que adquieran la forma de la normalidad. Las golondrinas, que cada vez llegan menos a Espa?a, tambi¨¦n nos informan de esto
DESPU?S DE muchas vueltas, calcu?lo que el peso de un alma debe aproximarse al de una golondrina. Entre 15 y 22 gramos. Me refiero a un alma machadiana, ligera de equipaje. Lo sabremos en el juicio final, cuando tenga lugar la prueba definitiva de la psicostasis o pesaje de las almas. En la iconograf¨ªa cristiana, es el arc¨¢ngel san Miguel el que sostiene la balanza. Por supuesto, aparecen peque?os demonios intentando manipular el pesaje, pero tambi¨¦n se le atribuye un papel a la Virgen Mar¨ªa, que figura como intercesora, a lo Concepci¨®n Arenal, lo que ofrece ciertas garant¨ªas frente al fanatismo punitivo.
Las golondrinas son buenas para pensar. En la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, llevan a?os adelantando su migraci¨®n desde el golfo de Guinea o el sur africano. Esos cambios en el ciclo migratorio son la mejor informaci¨®n sobre la violencia ambiental provocada por la codicia humana. Ahora que apenas hay correo postal, lo mejor es levantar los ojos al cielo y ver lo que nos cuentan las aves. Tambi¨¦n los nidos son maravillosos y, a veces, inquietantes buzones. No hay ning¨²n premio Pritzker de arquitectura con obra comparable a un nido de golondrina, esa sublime autoconstrucci¨®n de hormig¨®n b¨ªblico, esa esfera palpitante que desaf¨ªa la gravedad, un prodigio de orientaci¨®n y un espacio de bienestar. Como lecho no solo utilizan plumas, sino tambi¨¦n, cuando les es posible, lana tomada directamente del lomo de las ovejas. Adem¨¢s, el nido de las golondrinas es un h¨¢bitat comunitario, donde la pareja reparte los cuidados y la alimentaci¨®n de las cr¨ªas en turno igualitario. Y donde una de las primeras lecciones es la higiene de mantener limpio el nido.
Destruir de modo intencionado un nido de golondrinas o cerrar el paso a los vencejos para impedirles anidar se consideraba tradicionalmente un acto de brutalidad, una especie de profanaci¨®n, que acarreaba la desgracia a la casa en la que se produc¨ªa esa violencia. Las aves insect¨ªvoras cumpl¨ªan, cumplen, un papel fundamental para evitar la transmisi¨®n de enfermedades y plagas. Entre los disparates humanos contra las aves destaca la orden de las autoridades chinas, durante el llamado Gran Salto Adelante, para la completa extinci¨®n de los gorriones y as¨ª ahorrar el grano que consum¨ªan. Semejante desatino de Estado tuvo como consecuencia una cat¨¢strofe sanitaria que oblig¨® a la repoblaci¨®n con gorriones emigrantes. Supongo que los jefazos a los que se les fue la olla se hicieron expertos en trinos y en reparto de migas.
Hay un paralelismo entre el bienestar de las aves y el bienestar humano. Tambi¨¦n en el sentido mental. Los p¨¢jaros emigrantes no solo nos transmiten conocimiento ecol¨®gico, informaci¨®n vital, sino tambi¨¦n esa especie de vuelo simb¨®lico que es lo sagrado. Y la agresi¨®n y tortura a los animales anticipa un mundo desalmado, como en el poema perturbador de Luis Pimentel Juego vil, que habla de un ni?o que les pinchaba los ojos a los p¨¢jaros y le divert¨ªa verlos chocar contra el muro de su casa con un ruido muy triste. El ni?o ¡°creci¨® y fue de aquellos¡±.
Ahora el Juego vil no es cosa de ni?os que ciegan a los p¨¢jaros con alfileres. Es un juego adulto, masivo y vil, un juego adictivo y de depredaci¨®n ilimitada, un modo de crecimiento de apariencia irrefrenable. El gran peligro de las anomal¨ªas, regresiones e injusticias es que adquieran la forma de la normalidad. Las golondrinas tambi¨¦n nos est¨¢n informando de todo esto. La tradici¨®n religiosa cuenta que a Cristo lo liberaron de las espinas que lo martirizaban. De alguna forma siguen en la tarea, detectando lo que martiriza al mundo. Si su bienestar es nuestro bienestar, su malestar es nuestra desgracia.
Llegan antes, pero cada vez llegan menos. Se va reduciendo la poblaci¨®n de golondrinas emigrantes a Espa?a y a Europa. A la vez, se incrementa imparable el abandono rural. Cada vez m¨¢s nidos vac¨ªos, cada vez m¨¢s casas abandonadas. Y, no solo en el campo, la tasa de natalidad en Espa?a se reduce a m¨ªnimos hist¨®ricos. Nada que ver con el aborto. En las regiones m¨¢s conservadoras muere m¨¢s gente de la que nace.
La psicostasis trata del pesaje de las almas en el juicio final. Unas elecciones no son el juicio final, aunque no faltan pol¨ªticos grandilocuentes que presentan estos comicios como un dilema existencial en el que est¨¢ en juego el ser o no ser de Espa?a. Deber¨ªa haber un pesaje para disparates electorales. Alguien deber¨ªa sacarlos de la batalla de Clavijo, de 1898 y del s¨ªndrome del campe¨®n perdedor. Justo lo que necesita Espa?a es lo que les enfurece: feminizaci¨®n, inmigraci¨®n, diversidad. Que pregunten a las golondrinas.?
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