Helena Rubinstein, la emancipaci¨®n femenina a trav¨¦s de la belleza
Una exposici¨®n muestra en Par¨ªs la ins¨®lita vida de la creadora de un multimillonario imperio cosm¨¦tico
Ni sus or¨ªgenes humildes en el seno de una familia polaca de finales del siglo XIX ni su peque?o tama?o, 1,47 metros, impidieron que Helena Rubinstein (Cracovia, 1972-Nueva York, 1965) lograra todo lo que se propuso en la vida y acabara sus d¨ªas como multimillonaria tras haber construido un imperio de productos de belleza que lleva su nombre hasta hoy. Una exposici¨®n en Par¨ªs recorre la vida de esta inusual mujer durante la agitada primera mitad del siglo XX. Una ¨¦poca en la que, quiz¨¢s sin propon¨¦rselo, se acabar¨ªa convirtiendo en un modelo de emancipaci¨®n para muchas mujeres de todo el mundo.
As¨ª lo considera Mich¨¨le Fitoussi, periodista y comisario de la muestra Helena Rubinstein, la aventura de la belleza¡±. La suya es ¡°la historia de una emancipaci¨®n femenina, explica en entrevista en el Museo de Arte y de la Historia del Juda¨ªsmo (MAHJ) de Par¨ªs, que albergar¨¢ la muestra hasta el 25 de agosto.
¡°Es la historia de una mujer que se emancipa de un entorno religioso que era fuerte, porque ven¨ªa de una familia ortodoxa, que se niega a aceptar un matrimonio concertado y se marcha (primero a Viena, luego a Australia), que hasta cambia de nombre y de edad y se convierte en la mujer que acaba siendo¡±, dice Fitoussi, autora tambi¨¦n de la biograf¨ªa Helena Rubinstein, la mujer que invent¨® la belleza.
A trav¨¦s de fotograf¨ªas, productos cosm¨¦ticos y pertenencias personales, la muestra hace un recorrido por la ins¨®lita vida de esta mujer. Un ¡°bulldozer que solo pensaba en tener ¨¦xito¡±, seg¨²n Fitoussi. Fue esa determinaci¨®n la que la llev¨® a reinventarse desde la joven Chaja Rubinstein, que tuvo que dejar los estudios a los 15 a?os para ponerse a trabajar en la tienda de su padre en el barrio jud¨ªo de Cracovia, hasta la glamurosa Helena Rubinstein, el nombre que eligi¨® tras viajar sola a Australia a los 22 a?os y empezar su imperio cosm¨¦tico vendiendo cremas por correo. Una vida que, a trav¨¦s de sus diversas estaciones ¡ªla muestra est¨¢ agrupada en torno a las ciudades que marcaron su vida y su carrera: Viena, Melbourne, Londres, Par¨ªs, Nueva York y Tel Aviv¡ª traza tambi¨¦n la historia de la primera mitad del siglo XX, con sus luces y sus sombras. Como cuando en 1941 en Nueva York le niegan el alquiler de un piso por su origen jud¨ªo y Rubinstein decide comprar todo el edificio.
Los 400 metros cuadrados de exposici¨®n, m¨¢s grande que la que se mostr¨® previamente en Viena y que inspir¨® la de Par¨ªs, dan cabida tambi¨¦n a algunos de sus retratos ¡ªadoraba ser retratada y convenci¨® a muchos artistas de la ¨¦poca para que lo hicieran, incluido Salvador Dal¨ª¡ª, y piezas de su colecci¨®n de arte, esculturas, tapicer¨ªas y pinturas de artistas como Marc Chagall, Michel Kiko?ne, Sarah Lipska o Louis Marcoussis, de quienes fue mecenas. Su entrada en el mundo del arte y la literatura la hizo a trav¨¦s de su primer marido, el periodista estadounidense Edward William Titus, un jud¨ªo de origen polaco como ella. La pareja acabar¨ªa divorci¨¢ndose en 1938. Rompiendo una vez m¨¢s los moldes, Helena Rubinstein se cas¨® ese mismo a?o con el pr¨ªncipe georgiano Artchill Gourielli-Tchkonia, 23 a?os menor que ella, que ya hab¨ªa cumplido ya los 66.
En estos tiempos del MeToo puede chocar que una mujer tan fuerte, independiente y emprendedora viviera bajo un lema que invent¨® para su primer producto, la crema hidratante Valaze, pero que proclam¨® hasta el final de sus d¨ªas: ¡°Beauty is power¡±, la belleza es poder. ?Hacer del culto a la belleza un instrumento de emancipaci¨®n femenino? S¨ª, responde Fitoussi. Pero en su contexto hist¨®rico y social, acota. A comienzos del siglo pasado, ¡°en Estados Unidos o Inglaterra las mujeres no se maquillaban, eso era algo reservado a las prostitutas y las actrices. Y llega Helena Rubinstein y dice: 'S¨ª, os pod¨¦is maquillar'. Era un acto de rebeli¨®n¡±.
Tambi¨¦n su archirrival, Elizabeth Arden, reivindicaba el maquillaje como arma: en 1912, la otra reina de la cosm¨¦tica distribuy¨® entre las sufragistas estadounidenses una barra de labios roja para sus manifestaciones reclamando el voto femenino. Por mucho que Rubinstein y Arden se detestaran y compitieran ¡ªuna historia muchas veces contada¡ª compart¨ªan en este sentido una idea de la belleza como arma emancipadora de la mujer, una ¡°belleza de combate¡± que serv¨ªa para ¡°reapropiarse¡± de la identidad y alentaba a las mujeres a salir de casa para ir a trabajar o divertirse, como ellas tambi¨¦n supieron hacer en su vida.??
La colecci¨®n de arte primitivo de Helena Rubinstein
Helena Rubinstein bas¨® su poderoso imperio cosm¨¦tico en el ideal cl¨¢sico de la belleza, pero en el mundo del arte supo ver mucho m¨¢s all¨¢ de los estereotipos tradicionales. Tras la retrospectiva de su vida en el Museo Arte y de la Historia del Juda¨ªsmo (MAHJ), otra instituci¨®n parisina, el museo Quai Branly-Jacques Chirac, ofrecer¨¢ a partir de octubre una muestra con una parte m¨¢s desconocida de su legado, su colecci¨®n de arte primitivo, que comenz¨® a adquirir durante su estancia en Par¨ªs entre 1908 y 1909.?Rubinstein "es una mujer que rompe las reglas, rebelde, que no tiene miedo de nada, una mujer que asume su excentricidad en el arte, que asume decir que arte y belleza van de la mano y, a la vez, colecciona arte primitivo, lo que era bastante raro en la ¨¦poca", se?ala su bi¨®grafa Mich¨¨le Fitoussi.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.