Izquierdas
La estocada ?definitiva ?vendr¨ªa ?cuando a la crisis de identidad de la socialdemocracia le sigui¨® la Gran Recesi¨®n
Cuando comenzaba la ¨²ltima d¨¦cada del siglo pasado, escribi¨® Steven Lukes un breve art¨ªculo que resum¨ªa en el doble sentido de su t¨ªtulo la perplejidad que recorri¨® las filas de las izquierdas europeas tras el derrumbe del comunismo y la simult¨¢nea crisis de la socialdemocracia ante el avance del neoliberalismo. Con su What is Left? fund¨ªa en una sola pregunta la inquietud por el pasado, qu¨¦ queda de todo aquello, con la duda sobre el presente, qu¨¦ es la izquierda cuando el siglo XX emboca su fin y parece cerrarse una larga historia en la que las izquierdas, obreras o burguesas, liberales o progresistas, socialistas o comunistas, hab¨ªan desempe?ado un decisivo papel, tanto en su versi¨®n revolucionaria, con la promesa de creaci¨®n del hombre nuevo, como en la versi¨®n reformista, empe?ada en la construcci¨®n del Estado de bienestar, con su pleno empleo y la expansi¨®n de servicios sociales.
La estocada definitiva vendr¨ªa unos a?os despu¨¦s, cuando a esta crisis de identidad de la socialdemocracia sigui¨® la Gran Recesi¨®n de la primera d¨¦cada del nuevo siglo que liquid¨® los restos de cualquier tercera v¨ªa o, en Espa?a, la apuesta por un republicanismo c¨ªvico con la que pretendi¨® limpiar sus arrugas un socialismo repentinamente avejentado aunque se hubiera presentado como nuevo. La magnitud de la crisis solo sirvi¨® para resaltar la incapacidad o m¨¢s bien el silencio, la mudez de las izquierdas para darle una respuesta propia y a su medida. El clamor que sub¨ªa de la calle, aquel ¡°No nos representan¡±, se dirigi¨® por igual a izquierda y derecha, que de pronto parec¨ªan como las dos caras de la misma moneda: la casta pol¨ªtica, los partidos cartel.
No por nada, el principal partido que surgi¨® de esta recusaci¨®n total a una historia tan rebosante de sangre y l¨¢grimas, pero tambi¨¦n de conquistas de igualdad y democracia, Podemos, rechaz¨® ser ubicado en el campo de la izquierda, que su principal l¨ªder despreciaba calific¨¢ndola de ¡°marca perdedora¡±. Y algo parecido ocurri¨® con Izquierda Anticapitalista, que renunci¨® al nombre para quedarse solo con el apellido ¡ª?los Anticapitalistas¡ª cuando decidi¨® subirse a la grupa del caballo que parec¨ªa destinado a convertirse en ganador. Con los nuevos llegados, la representaci¨®n del campo de la pol¨ªtica como un escenario en el que los actores se situaban en una l¨ªnea continua que iba de la extrema izquierda a la extrema derecha dej¨® paso al tablero de ajedrez, en el que actores reci¨¦n egresados de las facultades de Ciencia Pol¨ªtica pugnaban por ocupar una centralidad que nada ten¨ªa que ver con el centro ni con la izquierda.
As¨ª que en 2015 nadie entre los nuevos grupos y partidos pol¨ªticos crecidos al calor de la protesta quer¨ªa presentarse bajo el hist¨®rico nombre de izquierda, ya fuera en su modo revolucionario, menos a¨²n en el reformista. Por eso, cuando Pedro S¨¢nchez decidi¨® que el lema del 39? congreso de su partido, que le habr¨ªa de ratificar como secretario general, fuera ¡°Somos la izquierda¡±, son¨® a desaf¨ªo o provocaci¨®n. Ante todo, porque con el singular del ar?t¨ªculo ¡°la¡± pretend¨ªa liquidar una caracter¨ªstica hist¨®rica de la izquierda, su presencia siempre dividida y enfrentada; adem¨¢s, porque con el sustantivo ¡°izquierda¡± marcaba un nuevo punto cero en esta secular historia; a la pregunta de Richard Rorty: ¡°?Cantaremos nuevas canciones?¡±, S¨¢nchez habr¨ªa respondido: no te quepa la menor duda. Decir ¡°Somos la izquierda¡± significaba tanto lavarse las manos de todo lo que hab¨ªa llevado a la agon¨ªa de las izquierdas como marcar un nuevo comienzo hist¨®rico para la izquierda, la ¨²nica, la suya.
Pero si eso ocurr¨ªa en junio de 2016, en noviembre del mismo a?o ¡°Somos la izquierda¡± inici¨® un vergonzante mutis para dejar el fondo rojo de los escenarios socialistas a nueva consigna: ¡°Ahora, tu pa¨ªs¡±. Eran momentos tristes, lamentaba una voz en el v¨ªdeo de presentaci¨®n, porque algunos quer¨ªan romper el pa¨ªs que construimos entre todos, y una gotas de lenguaje nacional-popular a la manera supuestamente gramsciana, tan de moda, podr¨ªan servir para levantar los ¨¢nimos; tu pa¨ªs, pronto identificado como la Espa?a que quieres. Ah¨ª nos hab¨ªamos quedado cuando la imaginaci¨®n de los nuevos publicistas ha dado con la consigna que conducir¨¢ a la victoria: ¡°Haz que pase¡±; tal es la nueva canci¨®n, nada que recuerde a las izquierdas, ese fardo definitivamente arrojado por la nueva pol¨ªtica al basurero de la historia.
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