El lobo feroz marroqu¨ª
Vox crece en Ceuta sobre un cuento asustani?os que se desminti¨® hace un cuarto de siglo
Cuando Espa?a entr¨® en la Comunidad Econ¨®mica Europea, una buena parte de los ceut¨ªes no eran espa?oles, a pesar de que hab¨ªan nacido en Ceuta, de padres ceut¨ªes, y, no pocos, de abuelos tambi¨¦n ceut¨ªes, pero segu¨ªan teniendo el pasaporte verde de Marruecos. Esta anomal¨ªa se arregl¨® pronto y, a comienzos de la d¨¦cada de 1990, todos los ceut¨ªes de origen marroqu¨ª (as¨ª como los melillenses) ten¨ªan la nacionalidad que les correspond¨ªa por nacimiento. Se repar¨® entonces una injusticia que se arrastraba desde tiempos del Protectorado, pero se despertaron a la vez unos temores que no solo han azuzado los pol¨ªticos m¨¢s patrioteros y xen¨®fobos, sino incluso algunos ministerios. Muchos vieron las primeras elecciones auton¨®micas de 1995 como el fin de la espa?olidad de las ciudades.
Casi veinticinco a?os despu¨¦s, no solo no se ha producido ese vuelco, sino que Ceuta es un basti¨®n del PP. Hasta ahora, cuando parece lo va a perder, y no a manos de unos islamistas barbudos, sino de esa erupci¨®n que le ha salido a la derecha llamada Vox, que puede ganar con un discurso que, entre otras soflamas trumpianas sobre levantar muros, insiste en profetizar una marroquinizaci¨®n ficticia: la poblaci¨®n musulmana de Ceuta nunca ha votado a partidos que preconicen la integraci¨®n en Marruecos. Vox crece sobre un cuento asustani?os que se desminti¨® hace un cuarto de siglo. Y si ya es terrible que dicho cuento cuaje al norte de Gibraltar, no hay quien entienda que triunfe en Ceuta, donde todo el mundo se conoce y se saluda en el Revell¨ªn a la ca¨ªda de la tarde, y los deseos e intenciones del vecino son tan transparentes.
Una tarde en el Zoco del Pr¨ªncipe, el barrio fronterizo donde se ambient¨® la famosa serie de Telecinco, la favela que la gente de bien no se atreve a pisar, puede aclarar muchas ideas confusas. A Abdelkamil Kamal, el voluntarioso presidente de la Asociaci¨®n de Vecinos, le encanta recibir visitas, ense?ar el barrio y hacerse selfis con sus invitados para demostrar en Facebook que no es tan fiero el lugar como lo pintan. La explicaci¨®n de la posible victoria de Vox se encuentra ah¨ª: casi ninguno de sus vecinos tiene pensado ir a votar. Los que no tienen un l¨ªo con la polic¨ªa y desconf¨ªan de cualquier ceremonia civil, son, simplemente, pasotas que perciben Espa?a y sus cuitas como algo tan ajeno como las lunas de J¨²piter. La desmovilizaci¨®n de este electorado perturba mucho el mapa electoral y ha dado una ventaja desproporcionada al PP, que sol¨ªa sacar entre el 40% y el 50% de los sufragios (algunos de ellos, de votantes de origen musulm¨¢n, pues votan a todos los partidos).
La paradoja es aterradora: Vox puede ganar por las razones que invalidan su discurso. Si de verdad hubiera una marroquinizaci¨®n, Vox no podr¨ªa formar una mayor¨ªa, ni siquiera con la abstenci¨®n prevista. En otras palabras: la victoria de Vox es la refutaci¨®n de su aviso de que viene el lobo. Falta que alguien lo vea. O que en El Pr¨ªncipe se animen a votar.
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