Lo mismo no queda claro
Busquen las ideas de Vox, oigan sus discursos y contemplen sus actitudes vitales y ya ver¨¢n lo que encuentran. Igualmente peligrosos son quienes les bailan el agua, los besan y los soban
Antes de echar los tres cerrojos a su parvo zaquizam¨ª, labor tan cotidiana como est¨²pida, porque nada tiene que proteger de nadie, decide Jos¨¦ K. echarse un ¨²ltimo vistazo en el espejo del cuarto de ba?o, un d¨ªa amenazado por el paso del tiempo pero hoy ya, desgraciadamente, invadido por el azogue. Primero se gusta con el sombrero tirol¨¦s de caza, con pluma incluida, acompa?ado de la funda del rifle con la bandera de Espa?a, que alterna con el sombrero cordob¨¦s ¡ªun punto ladeado¡ª y el chaleco corto de paseo para la capea, y culmina su pase de modelos con los zahones de becerro para el caballista. Galas y afeites de rabiosa actualidad, si nuestro amigo sabe leer con tino por d¨®nde soplan los vientos de esta derecha que nos amenaza, no ya castiza, como ellos pretenden, sino casposa y hasta grumosa.
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Sorprende en primera instancia que estos barbianes gasten de la mentira como si fuera moneda de alto valor, tal que bitcoin especulador. Mienten, mienten y mienten, y no se les cae la cara de verg¨¹enza porque no la tienen. Atentos a sus mayores, ven c¨®mo Donald Trump ha emitido 8.158 afirmaciones falsas durante los dos a?os que lleva de mandato, seg¨²n The Washington Post, que no es un panfletillo trotskista, si le permiten la expresi¨®n a Jos¨¦ K. As¨ª que por qu¨¦ los nuestros, gran se?or de las Am¨¦ricas en vos depositamos nuestro esp¨ªritu, no van a mentir, mentir, mentir.
Cuesta admitirlo porque ellos son mucho de curas y santos, rezadores y tragaavemar¨ªas. Deber¨ªan conocer, pues, que ya en el Apocalipsis, 22.15, se lee aquello de que ¡°fuera est¨¢n los perros, los hechiceros, los inmorales, los asesinos, los id¨®latras y todo el que ama y practica la mentira¡±. Les da igual, que todo vale para alcanzar el fin supremo de su existencia, el poder, todo el poder, un poder omn¨ªmodo.
De atr¨¢s adelante, necesitan un punto de apoyo que justifique sus barbaridades y han optado por pertrecharse con un pasado m¨ªtico que nada tiene que ver con la historia real, una mezcla id¨ªlica que refuerza su raza, un mundo glorioso lleno de felicidad, que un malhadado d¨ªa vinieron a robarnos los otros. Pasado rid¨ªculo, que nadie sabe fecha de comienzo ni de final. ?Abarca nuestro para¨ªso Altamira, don Pelayo, los Reyes Cat¨®licos, las guerras carlistas, los ¨²ltimos de Filipinas, los fusilamientos en las plazas de toros, los corruptos de la G¨¹rtel? ?De qu¨¦ pasado hablar¨¢n estos ga?anes, una historia de sangre y dolor que apenas si somos capaces de soportar con decencia sobre nuestras espaldas, tan parecida a la de todos los pueblos que han habitado el planeta Tierra? ?O quiz¨¢ somos mejores ¡ªo peores¡ª que los asirios, los t¨¢rtaros, los polacos o los aztecas? Farsa, pantomima, paparrucha.
Todo vale para alcanzar el fin supremo de su existencia, el poder, todo el poder, un poder omn¨ªmodo
Dibujado tienen, pues, el campo de batalla: amigos y enemigos. Y si la primera palabra, amigo, a veces carece de sentido, la segunda, enemigos, siempre est¨¢ cargada de significado, como dec¨ªa Victor Hugo. A por ellos, pues, que a inmigrantes, feminazis, gais o lesbianas, r¨¢pidamente a?adimos los verdaderos c¨®mplices en los delitos contra la patria: socialistas, comunistas y separatistas. D¨¦monos prisa en armar el mu?eco, se dicen. Pero nosotros, la raz¨®n y la decencia est¨¢n de nuestra parte, debemos hacerlo a¨²n m¨¢s r¨¢pido porque ah¨ª cerquita tenemos el 28-A, con los tres partidos de la derecha uno y trino, que si las elecciones de Andaluc¨ªa se?alaron lo obvio, el acto de Col¨®n sell¨® lo evidente: aqu¨ª estamos para gobernar, mandar y expulsar. Los tres. Juntos. Como un cursi ramillete de violetas. O como el haz de lictores que sujeta el hacha.
El peligro que nos acecha es mortal y lo explica bien Jason Stanley, profesor de Filosof¨ªa en la Universidad de Yale, en Facha (Blackie Books). ¡°La pol¨ªtica fascista se sirve de t¨¢cticas fascistas para obtener el poder¡±. Pero de manera muy inteligente, juzga Jos¨¦ K., a?ade lo siguiente: ¡°La pol¨ªtica fascista no tiene por qu¨¦ desembocar en un Estado abiertamente fascista, pero no por eso es menos peligrosa¡±. Ah¨ª le han dado, clama nuestro hombre, feliz como un cr¨ªo cuando encuentra la pepita entre la batea y el cedazo. Cierto que las alambradas seguir¨¢n para fuera, que habr¨¢ cines y teatros, que seguir¨¢n abiertos los McDonald¡¯s. Pero cierto, tambi¨¦n, que habr¨¢ m¨¢s injusticia. Y m¨¢s pobreza. Y m¨¢s precariedad. Y m¨¢s discriminaci¨®n. Y m¨¢s ley mordaza. ?Estado fascista? No. Seguro, que no. ?Situaci¨®n peligrosa? Tremendamente peligrosa. Un horror.
Con los tres, juntos, habr¨¢ m¨¢s injusticia, m¨¢s pobreza, precariedad, discriminaci¨®n. Y m¨¢s ¡®ley mordaza¡¯
As¨ª que Jos¨¦ K. se queda con la palabra. Facha. Porque le gusta su sonido, porque es de su ¨¦poca, ¨¦l la entiende y ustedes la reconocen, tiene buen sabor, buen olor y adem¨¢s alimenta el esp¨ªritu, que activa una reacci¨®n sensible de juntos contra la plaga. Perdidos en la boba discusi¨®n de galgos o podencos, preferimos encelarnos en c¨®mo definir acad¨¦micamente a Vox, exquisitez intelectual, que en retratarlos, la fuerza de la observaci¨®n.
Pues rompamos la baraja y sometamos nuestro peritaje ¡ªson fachas, fachas y fachas¡ª al juicio de un muy sesudo Tribunal de catedr¨¢ticos de Ciencia Pol¨ªtica. Resultado seguro: qu¨¦ poca finura, qu¨¦ trazo tan grueso, que escasa delicadeza en el an¨¢lisis denominar facha a Vox. Es mucho m¨¢s complejo, m¨¢s sutil, menos primitivo, nos dir¨¢n puntillosos. Mejor populismo conservador. O quiz¨¢ neopopulismo transversal. Bueno, asumir¨¢ Jos¨¦ K. la tosquedad de su diagn¨®stico, pero nada le har¨¢ cambiar el grito de guerra. Y lo repetir¨¢ gozoso, dispuesto a cantarlo en plazas y plazuelas. Fachas, son fachas, fachas de libro, fachas indudables, fachas sin disimulo. Por supuesto, los de Vox, que ah¨ª est¨¢n, busquen sus ideas, oigan sus discursos y contemplen sus actitudes vitales ¡ªqu¨¦ risa¡ª, y ya ver¨¢n lo que encuentran. Pero tan facha es, ya se ha desatado nuestro hombre, quien lo lleva escrito en la frente, estandarte de su vida, como quienes les bailan el agua, los besan y los soban. ?Necesitan el n¨²mero de carn¨¦ de identidad de Pablo Casado o Albert Rivera?
Y la vieja o nueva izquierda de siempre ?puede hacer algo, se pregunta Jos¨¦ K., altamente preocupado pero nunca vencido, ante este tsunami de dolorosos ecos del pasado, de ponzo?osas campa?as de iniquidades cuajadas en los oscuros gabinetes de fundaciones y thinks tanks para infectar, entre otros conductos, las llamadas redes sociales? Y se contesta: much¨ªsimo. Todo. Ganarlos. Porque cree en la justicia, la dignidad y la libertad. Y trae un pu?etazo de un popular escritor franc¨¦s: ¡°La esperanza es una droga. La esperanza es un psicotr¨®pico. La esperanza es un excitante m¨¢s potente que la cafe¨ªna, el khat, el mate, la coca¨ªna, la efedrina, el EPO, el speedball o las anfetaminas¡±. El c¨ªrculo, Bernard Minier.
Esperanza. Y lucha.
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