Combatir la pirater¨ªa
Las leyes no bastan para erradicar el consumo ilegal de contenidos culturales
No son las hermanas pobres del cine ni un g¨¦nero menor dentro de la industria del entretenimiento. Ficciones de alcance global, como Juego de tronos, han entrado a ocupar por m¨¦rito propio un lugar privilegiado en la historia audiovisual. No solo por su calidad t¨¦cnica, su est¨¦tica fant¨¢sico-medieval, su asombrosa narrativa o su colosal presupuesto. La superproducci¨®n del canal estadounidense HBO tiene un extraordinario impacto social y desencadena una conversaci¨®n que se extiende por los m¨¢s de 200 pa¨ªses y territorios en los que se emite. Ha quedado demostrado que no es una serie pensada ¨²nicamente para entretener al p¨²blico, sino que es un fen¨®meno con una fruct¨ªfera vida m¨¢s all¨¢ de la peque?a pantalla.
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Juego de tronos, que acaba de estrenar su octava y ¨²ltima temporada, es con todo merecimiento una de las series m¨¢s populares y premiadas del momento. Tiene tambi¨¦n el dudoso honor de situarse como la m¨¢s pirateada de todos los tiempos. En los ¨²ltimos a?os ha sido objetivo de los hackers en todo el mundo sin que los due?os de los derechos de propiedad intelectual hayan sido capaces de detener una utilizaci¨®n fraudulenta mediante archivos de enlaces que permiten la descarga de contenidos. Estrategias como el estreno simult¨¢neo en Estados Unidos y en la mayor¨ªa de los pa¨ªses en los que se difunde han propiciado un descenso de los visionados ilegales a trav¨¦s de Internet. A este recorte han contribuido igualmente unas tarifas m¨¢s asequibles de las plataformas de v¨ªdeo.
La pirater¨ªa es una lacra que socava los pilares de las industrias creativas. Pese a los esfuerzos desplegados por los titulares de los derechos, son muchas las series y pel¨ªculas que, a trav¨¦s de intrincados sistemas de enlaces de p¨¢ginas, han sorteado la legalidad. El juicio que la semana pasada se celebr¨® en un juzgado de Murcia contra los due?os de Seriesyonkis, considerada la mayor web pirata de Espa?a, ha puesto de nuevo sobre la mesa un fen¨®meno que no ha sido erradicado. Es un dato halag¨¹e?o que estas pr¨¢cticas est¨¦n en retroceso, como pone de relieve el reciente informe del Observatorio Anual de la Pirater¨ªa. El crecimiento de la oferta legal y la firmeza de los tribunales han contribuido a reducir el consumo il¨ªcito de pel¨ªculas, videojuegos, libros, series o m¨²sica online. Pese a todo, las cifras no dejan de ser alarmantes: el a?o pasado hubo en Espa?a 4.348 millones de accesos no autorizados a contenidos culturales, que generan suculentos beneficios a quienes explotan estas webs (gracias a la publicidad) y generan un perjuicio a las arcas p¨²blicas.
La reciente reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, que facilita el cierre de una web reincidente sin necesidad de que dictamine un juez, es un instrumento eficaz para bloquear las p¨¢ginas que alojen contenidos sin permiso. Junto a la aplicaci¨®n de medidas legislativas es preciso incidir en la necesidad de desarrollar campa?as de concienciaci¨®n para que los usuarios sepan que Internet no puede ser por m¨¢s tiempo el para¨ªso del todo gratis.
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