Tatuajes, de estigma a se?a de identidad
Maestros que cosechan cientos de miles de seguidores en las redes sociales. Estilos que se abren desde el realismo hasta vertientes neotradicionales y el puntillismo. La industria del tatuaje crece a un ritmo vertiginoso mientras en Espa?a se consolidan nuevos valores. Esta es su historia.
Maestros que cosechan cientos de miles de seguidores en las redes sociales. Estilos que se abren desde el realismo hasta vertientes neotradicionales y el puntillismo. La industria del tatuaje crece a un ritmo vertiginoso mientras en Espa?a se consolidan nuevos valores. Esta es su historia.
A LAS CINCO de una tarde de invierno, los pasillos de la escuela de arte Esdip, en Madrid, est¨¢n desiertos y silenciosos. A trav¨¦s de las ventanas de las aulas se puede observar a los alumnos enfrascados en sus dibujos. Pero al bajar la escalera que conduce al s¨®tano comienza a escucharse un vibrante zumbido. Una decena de j¨®venes se inclinan sobre sus pupitres. Est¨¢n aprendiendo a tatuar. Hoy la clase consiste en replicar una m¨¢scara japonesa sobre los materiales sint¨¦ticos con las que practican (atr¨¢s qued¨® la ¨¦poca en la que se usaba piel de cerdo para aprender). Algunos de ellos vienen de Bellas Artes, otros llevan tiempo trabajando de dependientes o camareros para costearse este curso. Este a?o las 45 plazas se llenaron r¨¢pidamente y por primera vez se qued¨® gente fuera, unas 30 personas. Aqu¨ª se aprende a grabar la piel, pero tambi¨¦n se dan clases de dibujo. ¡°Los alumnos est¨¢n muy motivados. En cuanto entro por la puerta me piden que explique r¨¢pido para empezar a practicar¡±, comenta el tatuador y profesor Pedro Mart¨ªn, conocido como Vene 430.
El tatuaje ha vivido un crecimiento exponencial en la ¨²ltima d¨¦cada. Las redes sociales y su popularidad entre deportistas de ¨¦lite y grandes figuras de la m¨²sica lo han convertido en un fen¨®meno global. A Espa?a lleg¨® tarde. Los primeros salones surgieron en los ochenta, cuando en Londres, por ejemplo, ya exist¨ªan desde hac¨ªa un siglo. En 1996 hab¨ªa unos 100 estudios en todo el territorio. Hoy d¨ªa hay m¨¢s de 300 solo en Madrid y entre 2.500 y 3.000 en todo el pa¨ªs. Adem¨¢s, existe un fuerte intrusismo. Por cada trabajador legal hay dos ilegales, seg¨²n c¨¢lcu?los de la Uni¨®n Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales (UNTAP). No existen datos sobre el volumen de negocio de este sector. Tampoco sobre cu¨¢ntos espa?oles est¨¢n tatuados, aunque la UNTAP estima que la cifra est¨¢ entre un 12% y un 15% de la poblaci¨®n y que al a?o se realizan de media un mill¨®n de tatuajes. Seg¨²n cifras de la Uni¨®n Europea, un 5% de los europeos ten¨ªan alguno en 2003. En 2016 ese porcentaje era del 12%, y en Estados Unidos se situaba en un 24%. ¡°El piercing fue una moda; como lleg¨®, se march¨®¡±, resume Albert Grau. ¡°El tatuaje no es moda, es cultura. Nunca ha habido un boom, sino un crecimiento constante¡±.
Cuando Grau, brasile?o de 45 a?os, comenz¨® a introducirse en el mundillo, se dio cuenta de que art¨ªstica y comercialmente funcionaba, pero carec¨ªa de estructura formativa. Se pregunt¨®: ?qu¨¦ tiene que saber un tatuador para ser bueno? Y comenz¨® a hablar con el Ministerio de Educaci¨®n para crear un m¨®dulo a fin de profesionalizar un oficio que tradicionalmente se ha transmitido de maestro a aprendiz. En 2010 fund¨® su propio centro en Barcelona, La Escuela Europea de Tatuaje y Piercing. ¡°Exist¨ªan cursos en los que entrabas por la ma?ana y por la tarde ya ten¨ªas el t¨ªtulo. Pero se necesitan meses de aprendizaje¡±. El m¨®dulo incluye clases de dibujo, de m¨¢quina, pr¨¢cticas en un estudio y el t¨ªtulo higi¨¦nico sanitario, necesario para poder ejercer. Grau tambi¨¦n ofrece en su academia un m¨¢ster universitario que se puede estudiar en lugar del ¨²ltimo curso del grado en Bellas Artes. ¡°Para ser tatuador hay que saber dibujar. La calidad art¨ªstica hoy d¨ªa no tiene nada que ver con la de hace unos a?os porque cada vez m¨¢s artistas se est¨¢n interesando por este oficio¡±, comenta.
¡°El piercing fue una moda; como lleg¨®, se march¨®. El tatuaje no es moda, es cultura¡±
¡°Yo en un momento dado tuve que elegir¡±, reconoce el tatuador Jee Sayalero, de 43 a?os, del estudio madrile?o Human Fly Tattoo. Se form¨® como dise?ador gr¨¢fico en su Venezuela natal y, m¨¢s tarde, como animador de cine en Francia. Decidi¨® dejarlo todo y volcarse en este oficio. Ahora tiene tambi¨¦n su propia marca de ropa, Hundred Demons, y vende versiones en papel de su arte. ¡°No fue una decisi¨®n f¨¢cil. Pero descubr¨ª que en una pel¨ªcula de animaci¨®n hay batallones de personas. Es m¨¢s un trabajo en cadena que creativo. El tatuaje me permit¨ªa desarrollar mi propia iconograf¨ªa¡±. El estilo de Sayalero se conoce como neojapon¨¦s. Sus coloridas obras representan animales reales o mitol¨®gicos, como dragones, carpas o ranas. Las piezas suelen ser de gran tama?o. ?l mismo tiene toda la espalda, las nalgas y parte de las piernas tatuadas por uno de los grandes maestros, el suizo Filip Leu. Llevar todo el cuerpo cubierto puede llegar a costar entre 35.000 y 60.000 euros. Sayalero visit¨® varias veces durante tres a?os al maestro Leu. Termin¨® hace tan solo unos meses. ¡°Para m¨ª, conocer a Filip fue como para un guitarrista conocer a Jimi Hendrix¡±.
Los dise?os de cat¨¢logo o flashes, como se denominan en la jerga del gremio, son historia. Los clientes buscan cada vez m¨¢s un tatuador o estilo concretos. Se llevan el realismo, el neotradicional (inspirado en los dise?os cl¨¢sicos, pero con m¨¢s gama de colores y degradados) o el dotwork (el puntillismo trasladado a la piel, normalmente en blanco y negro). Viajar, como hizo Sayalero, con el ¨²nico prop¨®sito de volver a casa con una pieza de tu artista preferido es cada vez m¨¢s habitual. Adem¨¢s, por todo el mundo se celebran convenciones que atraen a cientos de profesionales y miles de visitantes. Los m¨¢s grandes tatuadores tienen legiones de cientos de miles de seguidores en redes sociales y largas listas de espera para ponerse en sus manos.
¡°El primer d¨ªa que visit¨¦ el estudio de Debora estaba tan nerviosa que ni recuerdo de qu¨¦ hablamos¡±, confiesa la salmantina Celia Hern¨¢ndez, de 34 a?os. Debora es Debora Cherrys, una de las mejores artistas que hay en la actualidad en Espa?a, con sede en La Mujer Barbuda de Getafe (Madrid). Hern¨¢ndez trabaja desde el pasado verano como m¨¢nager de ese estudio (encargada, entre otras tareas, de recibir a los clientes). Debora Cherrys es un referente del estilo neotradicional. Entre sus piezas m¨¢s caracter¨ªsticas destacan las representaciones de coloridos rostros femeninos. ¡°Es superminuciosa. No es solo que dibuje genial, es que pasa el tiempo y el color de sus tatuajes sigue intacto¡±, defiende Hern¨¢ndez, al tiempo que muestra el dorso de sus manos, donde se pueden ver sendos p¨¢jaros naranjas, uno libre y el otro atado. ¡°Cada caso es diferente, pero por norma general los clientes me dan la idea o me cuentan lo que quieren representar, y yo pido total libertad para hacer mi interpretaci¨®n personal. Creo que es muy importante que el cliente comprenda que, si ha elegido a un artista concreto porque le gusta su trabajo, tiene que confiar en ¨¦l y entender que su ¨²nico inter¨¦s es hacer con su idea el mejor tatuaje posible¡±, responde por correo electr¨®nico Debora Cherrys.
Algunos profesionales describen el momento de creaci¨®n de un nuevo proyecto con sus clientes como una especie de ritual. ¡°La relaci¨®n entre ambos es importante. A mayor confianza, mejor ser¨¢ el resultado. Si no congenias, es todo m¨¢s complicado¡±, reconoce Pedro Mart¨ªn. Este madrile?o de 29 a?os explica que las mejores piezas surgen cuando el artista conoce bien la historia que hay detr¨¢s del encargo. Aunque hoy d¨ªa hay quien se tat¨²a por est¨¦tica, muchas personas siguen otorgando un significado a cada dibujo de su cuerpo. ¡°Son parte de tu personalidad¡±, afirma Debora Cherrys. ¡°Cuentan qui¨¦n y c¨®mo eres, vivencias y experiencias, gustos y aficiones, o simplemente te complementan. Son parte de ti, una extensi¨®n m¨¢s de lo que te define y te caracteriza¡±.
¡°Los signos corporales son tan antiguos como la humanidad¡±, recuerda David Le Breton, profesor de Sociolog¨ªa de la universidad francesa de Estrasburgo, que ha estudiado ampliamente esta pr¨¢ctica. Le Breton explica que actualmente los tatuajes se utilizan como un medio para singularizar el cuerpo y su significado es profundamente personal. ¡°En una sociedad donde la apariencia es tan importante, el cuerpo se ha convertido en una pantalla en la que se proyecta una identidad so?ada. El tatuaje es hoy un signo de embellecimiento del cuerpo. Ya no se asocia con la marginalidad¡±. El investigador opina que ya no se puede entender ese fen¨®meno como una moda temporal, sino como algo asentado. ¡°Cada vez m¨¢s, el tatuaje es un signo de concordancia en vez de uno de disidencia. Alg¨²n d¨ªa la mayor subversi¨®n ser¨¢ llevar el cuerpo sin ninguna marca¡±, pronostica.
¡°El cuerpo se ha convertido en una pantalla?en la que se proyecta la identidad so?ada¡±
Pese a su popularidad en los ¨²ltimos a?os en los pa¨ªses occidentales, el origen de la pr¨¢ctica de tatuarse el cuerpo se encuentra en Polinesia. El navegante brit¨¢nico James Cook y sus marineros descubrieron esa costumbre en sus expediciones por las islas del Pac¨ªfico en el siglo XVIII. De ah¨ª que llegasen primero a los pa¨ªses anglosajones, Estados Unidos e Inglaterra; que fuese especialmente popular entre marinos, y que los tatuadores se concentrasen sobre todo en ciudades portuarias. Hoy d¨ªa el tatuaje sigue practic¨¢ndose de manera tradicional entre los ind¨ªgenas de esos archipi¨¦lagos. En Nueva Zelanda, por ejemplo, los maor¨ªes se esfuerzan por recuperar la esencia de una costumbre que cay¨® en desuso durante la colonizaci¨®n. ¡°Hasta que visit¨¦ Europa no fui consciente de hasta qu¨¦ punto los europeos hab¨ªan diluido y vendido nuestra cultura. Los mileniales piensan que los tatuajes son algo que se inventaron los marineros. Madre m¨ªa¡ ?Mira Wikipedia! Es realmente triste porque trabajamos muy duro para mantener la tradici¨®n¡±, se lamenta Rosie Edwards, una tatuadora maor¨ª de 40 a?os que visit¨® Espa?a por primera vez el pasado mes de octubre para asistir al Baum Fest de Barcelona, la conferencia m¨¢s importante sobre la materia en el pa¨ªs, que en su ¨²ltima edici¨®n reuni¨® a unos 300 artistas y 18.000 visitantes.
Edwards luce una melena rizada y lleva los labios pintados de negro. Cada marca de su cuerpo tiene un significado. En su frente destaca el tercer ojo, signo de intuici¨®n. Bajo la boca lleva el moko kauae, un tatuaje sagrado propio de las mujeres. En los brazos, las l¨ªneas se entrecruzan para contar su viaje vital. Ella no eligi¨® los dibujos que llevar¨ªa, esa decisi¨®n la toma el maestro tatuador bas¨¢ndose en cada persona. ¡°Todo tiene que conectar con algo, contar una historia. Cada patr¨®n tiene un significado¡±, explica la artista. Edwards critica que en Occidente se mezclan estilos de distintas partes del Pac¨ªfico y al resultado lo llaman maor¨ª. Aun as¨ª, afirma que no tiene problema en tatuar a un occidental, siempre y cuando no sea en la cabeza, una zona sagrada en su cultura.
¡°Yo domino la t¨¦cnica samoana, pero jam¨¢s la practicar¨ªa porque les pertenece a ellos¡±, asegura el veterano Fernando Pons. Este valenciano de 65 a?os forma parte del reducido grupo de pioneros que introdujo el tatuaje en Espa?a en los ochenta. ¡°Lleg¨® con 40 a?os de retraso. No estaba prohibido, pero s¨ª mal visto¡±, recuerda. Durante la dictadura, los dibujos en la piel se asociaban con la marginalidad y el paso por la c¨¢rcel. Pons vio el primero de ni?o: lo llevaba un marinero. Con 12 a?os se hizo un coraz¨®n al rudimentario estilo palillero (usando agujas atadas con hilo entre palillos) que hoy d¨ªa es un borr¨®n en el dorso de su mano izquierda. Probaba en s¨ª mismo tinta de bol¨ªgrafo para el azul o polvo de teja para el marr¨®n. ¡°Los tatuadores antiguos llevamos lo peor¡±, reconoce. Con 17 a?os se march¨® a la vendimia francesa y se qued¨® un lustro en Par¨ªs como aprendiz del m¨ªtico Bruno Coccioli, fundador del primer estudio de la capital gala en los sesenta. A su vuelta, a principios de los ochenta, cre¨® un estudio en Sagunto (Valencia).
¡°Antes de los ochenta, muchos de los tatuadores y los tatuados ¨¦ramos motoristas¡±, relata Mao, de 67 a?os, otro de los pioneros espa?oles. Mao se crio en Suiza, donde estudi¨® para ser delineante industrial. Pero en cuanto termin¨® la carrera comenz¨® a viajar por Europa en moto con sus amigos y se introdujo en el mundillo. Uno de sus maestros fue el suizo Felix Leu (el padre de Filip). A principios de los ochenta desembarc¨® en Espa?a. Primero en Rota, luego en Cartagena. Siempre cerca de una base militar porque los soldados aseguraban una clientela fija. ¡°No s¨¦ cu¨¢ntas ¨¢guilas habr¨¦ hecho. Puedo dibujarlas con los ojos cerrados¡±, recuerda sobre uno de los emblemas m¨¢s populares del Ej¨¦rcito de EE UU.
¡°Ha pasado a ser un oficio de artistas.
Hoy la perfecci¨®n en el dibujo es brutal¡±
En 1992, Mao se traslad¨® a Madrid y fund¨® el primer estudio de la ciudad. Hoy tiene tres. ¡°En los noventa comenzamos a hacer dise?os personalizados. Hasta entonces todo el mundo tiraba de cat¨¢logo¡±, cuenta. Se empezaron a ver futbolistas y m¨²sicos tatuados. Eran los a?os de las letras chinas y los tribales. ¡°Abierto hasta el amanecer ha hecho mucho da?o¡±, bromea Mik Garreta en referencia al tribal que luce George Clooney en la pel¨ªcula de Tarantino. Garreta, de 53 a?os, organiz¨® la primera convenci¨®n nacional en 1996, en Barcelona: ¡°Entonces nos cost¨® encontrar profesionales con nivel en Espa?a. Ahora hay muchos espa?oles entre los mejores¡±. Antes los tatuadores ten¨ªan que ser vers¨¢tiles porque la clientela era limitada. Conforme la demanda creci¨®, los artistas se fueron especializando cada vez m¨¢s por estilos. ¡°Este ha pasado de ser un oficio de artesanos a uno de artistas. Nosotros hac¨ªamos cosas simples, hoy la perfecci¨®n en el dibujo es brutal¡±, resume Mao. El veterano asegura que cuando alguien acude a uno de sus estudios buscando empleo, lo primero que le pide es su book de dibujos.
Tambi¨¦n el material de trabajo ha mejorado. Antes los tatuadores soldaban ellos mismos las agujas (normalmente no se usa una sola, sino un grupo de ellas unidas entre s¨ª). Muchos estudios siguen cerrando los lunes porque tradicionalmente ese era el d¨ªa que se utilizaba para soldar todas las agujas que se necesitar¨ªan durante la semana. ¡°Hoy vienen de f¨¢brica esterilizadas y en sobres. Y tambi¨¦n las tintas han evolucionado. En los ochenta y noventa cada marca ten¨ªa unos 10 colores. Hoy hay empresas que ofrecen 200 tonalidades¡±, explica Garreta, que fund¨® la primera distribuidora espa?ola. La legislaci¨®n de las tintas en Espa?a es una de las m¨¢s estrictas de la UE. Solo una marca ha logrado cumplirla. Parad¨®jicamente, que la ley sea tan restrictiva est¨¢ fomentando su incumplimiento, seg¨²n cuenta Donis Mu?oz, dermat¨®logo especializado en la materia: ¡°[Las tintas aprobadas] proporcionan, seg¨²n los tatuadores, peores resultados art¨ªsticos. Es por lo que el 80% de las que se emplean en Espa?a y tambi¨¦n en el resto de Europa proceden de EE UU, donde la Administraci¨®n de Alimentos y Medicamentos (FDA en sus siglas en ingl¨¦s) no ejerce ning¨²n control sobre ellas alegando tener otras prioridades de salud p¨²blica¡±. Mu?oz explica que las complicaciones derivadas de un tatuaje ¡°son muy escasas¡± y se pueden presentar de forma temprana o muchos a?os despu¨¦s: ¡°El paciente no es al¨¦rgico a la tinta que le pusieron, sino a los productos de degradaci¨®n que se producen al transformarse esa tinta inicial. Muchas veces, por haber sido expuestos al sol¡±.
Uno de los problemas que tradicionalmente han arrastrado los aficionados al tatuaje parece estar diluy¨¦ndose con su popularizaci¨®n. ¡°Cada vez hay menos estigma. Yo he peleado mucho para que cada uno lleve lo que quiera. Es mi cuerpo y lo decoro como me da la gana¡±, reivindica Fernando Pons. Pero sigue habiendo quien prefiere eliminar sus tatuajes, sobre todo por cuestiones laborales. La doctora Mar¨ªa de los ?ngeles L¨®pez Mar¨ªn, del Centro M¨¦dico Rusi?ol, ha contabilizado que el 50% de sus pacientes deciden recurrir al borrado l¨¢ser por este motivo, un 20% porque han dejado de sentirse identificados con el dibujo o ya no les gusta, otro 10% porque no est¨¢n satisfechos con el resultado y el 20% restante por otros motivos. ¡°Hace 20 a?os, en 1998, tratamos aqu¨ª a 400 pacientes por eliminaci¨®n de tatuajes. En 2018 fueron unos 3.000¡±. Aun as¨ª, hay quien jam¨¢s borrar¨ªa sus dibujos. Ser¨ªa como borrar su propia identidad. Pons lo tiene claro: ¡°El que realmente vive el tatuaje no se lo quita porque es su historia. Yo llevo mis recuerdos encima y cuando me vaya se van conmigo¡±.
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