¡°La p¨¦rdida de referencias lleva a los adolescentes a conductas de riesgo¡±
El antrop¨®logo David Le Breton explica por qu¨¦ los j¨®venes se automutilan, dejan de comer, beben hasta el coma o se enrolan en ej¨¦rcitos lejanos
Es el antrop¨®logo de la carne del hombre. El que ha reflexionado sobre el cuerpo, sus herencias y sus deudas, sobre su construcci¨®n social, la expresi¨®n de la sensorialidad y la culturalidad de las emociones. David Le Breton descree, ante todo, de la disociaci¨®n que hacemos en nuestra civilizaci¨®n: ¡°Ver el cuerpo es despersonalizar a alguien¡±. Hay, desde su punto de vista, un menosprecio por el cuerpo en nuestras tradiciones religiosas, sin ir m¨¢s lejos, en la tradici¨®n cristiana (¡°aunque Cristo come, ama y bebe¡±), y hay un desprecio hacia el cuerpo tambi¨¦n en el transhumanismo de los c¨ªborgs; otra vez, una tecnolog¨ªa que solo servir¨¢ para reponer funcionalidades en las sociedades ricas.
No es un representante de las ¨¦lites francesas. Creci¨® en un hogar obrero, en los suburbios de Par¨ªs, y por eso tambi¨¦n descree de algunos postulados te¨®ricos de la izquierda de barrios acomodados y, en cambio, cita al poeta peruano Manuel Scorza, cultor del indigenismo, o comenta las ceremonias umbandas. Se opone a los neoagn¨®sticos que ven en el cuerpo un obst¨¢culo, y habla de algo m¨¢s espiritual, como la evocaci¨®n del universo en la representaci¨®n de la carne. Sugiere que la medicina actual es heredera antes de la historia de la anatom¨ªa renacentista que de la filosof¨ªa. Insiste Le Breton en que no es gracias a la medicina que vivimos m¨¢s, sino por los buenos h¨¢bitos de higiene y alimentaci¨®n adquiridos. Lo hace a su paso por Rabat el pasado enero, invitado por el Institut Universitaire de la Recherche Scientifique de la Universidad Mohammed V de la capital marroqu¨ª, y en el marco de un ciclo de debates sobre las pol¨ªticas del cuerpo y la dimensi¨®n antropol¨®gica del dolor.
Le Breton es autor de varios libros (Antropolog¨ªa del cuerpo y modernidad, Antropolog¨ªa de las emociones y Antropolog¨ªa del dolor, entre otros), y actualmente investigador de la Universidad de Estrasburgo, pero ha pasado buena parte de su vida trabajando sobre los malentendidos culturales, con emigrantes, en hospitales, o viajando por Brasil cuando ¨¦l mismo se sent¨ªa inc¨®modo en su propia piel. Quiz¨¢ de entonces le venga esta necesidad de estudiar las maneras de sufrir de los j¨®venes a partir de esa ¡°culpabilidad del superviviente¡± o de la ¡°sensaci¨®n de traici¨®n hacia las tradiciones de sus padres¡± que a algunos los lleva a apasionarse con el peligro. Estudia, desde hace varias d¨¦cadas, las conductas de riesgo de los adolescentes de todo el mundo y las enumera.
Le preguntamos si hay un signo de ¨¦poca en las conductas de riesgo sobre las que cada d¨ªa leemos algo en los diarios, ya sea el chico que se lanza del balc¨®n del s¨¦ptimo piso a la piscina o el que se bebe una botella entera de tequila de un solo trago y muere, o la adolescente que se enrola en el Estado Isl¨¢mico, o el compa?ero t¨ªmido que asesina a parte de su promoci¨®n del instituto. Son episodios que se dan en casi todas las sociedades, ricas y pobres, y la ¨²nica l¨ªnea divisoria es la edad de sus protagonistas y v¨ªctimas, que tratan de ¡°reintroducir la aventura, la exaltaci¨®n y la intensidad del ser a la vida¡± aunque muchos queden en el camino.
¡°Los j¨®venes tratan de reintroducir la aventura, la exaltaci¨®n y la intensidad a la vida¡±
¡°Las conductas de riesgo aparecieron en la sociedad a partir de los a?os setenta y han experimentado una explosi¨®n en los ¨²ltimos a?os. Podemos trazar un recorrido de cada una de ellas. Por ejemplo, los problemas alimentarios: la anorexia aparece en EE UU a mediados de la d¨¦cada de los setenta y se desarrolla y gana el mundo europeo. Antes, esos casos eran rar¨ªsimos¡±, explica Le Breton. A prop¨®sito, la soci¨®loga feminista norteamericana Gail Dines advert¨ªa, un tiempo atr¨¢s, que hay que estar atentos a lo que pasa en EE UU, "porque todo llegar¨¢ al resto del mundo, antes o despu¨¦s¡±.
¡°Las matanzas escolares ¡ªde adolescentes que matan a otros adolescentes en el instituto o en la universidad¡ª se empiezan a producir en los a?os noventa. Que alguien matara a otra persona en la calle era algo conocido, pero no hubo estos asesinatos colectivos provocados por chicos de 14 o 15 a?os hasta mediados de esa d¨¦cada, y ahora han invadido el mundo entero (en Europa, pero tambi¨¦n en Am¨¦rica Latina)¡±, esboza el antrop¨®logo.
Sobre las pautas toxic¨®manas, Le Breton afirma que la toxicoman¨ªa como fen¨®meno social apareci¨® en los setenta, ya que, con anterioridad a esa ¨¦poca, ¡°los drogadictos eran gente mayor con problemas mentales, o que se hab¨ªa hecho dependiente despu¨¦s de una enfermedad (de la hero¨ªna, por ejemplo)¡±. Con la cultura jipi ¡°hay una fascinaci¨®n por la droga que hace surgir y expande las conductas toxic¨®manas entre las generaciones j¨®venes¡±.
La escarificaci¨®n, que consiste en hacerse incisiones en la piel con fines est¨¦ticos, era una t¨¦cnica utilizada por algunas tribus africanas o americanas, pero se ha expandido entre los j¨®venes urbanos occidentales a finales de los a?os noventa, seg¨²n el antrop¨®logo: ¡°Estar mal en la propia piel es algo que se desarrolla vertiginosamente en esta ¨¦poca¡±. El soci¨®logo diferencia claramente este tipo de auto mutilaci¨®n de lo que tiene que ver con tatuajes y piercings: ¡°estos, en todo caso, son fen¨®menos asociados al descubrimiento del cuerpo en esta sociedad de la apariencia y de la imagen¡±.
Llega el turno de una moda extendida en Europa: la alcoholizaci¨®n extrema, sin m¨¢s objetivo que la inconsciencia: ¡°Los adolescentes que beben no lo hacen por la ebriedad sino por caer en coma et¨ªlico lo m¨¢s r¨¢pido posible. No es una alcoholizaci¨®n festiva con los amigos sino beber a toda velocidad para desaparecer de la faz de la tierra¡±.
La pen¨²ltima forma del riesgo que menciona son los hikikomori,¡°esos j¨®venes japoneses ¡ªchicos sobre todo; hay pocas chicas¡ª que viven encerrados en su habitaci¨®n sin salir por meses o a?os, y a los que los padres alimentan acerc¨¢ndoles el plato a trav¨¦s de la puerta. Existen en las redes sociales, detr¨¢s del ordenador, pero tienen terror al mundo real, a las relaciones cara a cara, cuerpo a cuerpo. Son como monjes posmodernos¡±, describe el investigador.
¡°Y la ¨²ltima es el islamismo radical. Son chicos de 16 o 17 a?os que se van a degollar infieles o a hacerse explotar en Par¨ªs o donde sea. Se trata tambi¨¦n de ritos de virilidad, notablemente en Daesh, donde el poder lo tienen los hombres¡±, se?ala.
Todo esto apunta, seg¨²n el investigador, a que ¡°hay una historicidad en las conductas de riesgo, que no quiere decir que los adolescentes estuvieran bien en su piel antes de los setenta, pero globalmente esto iba mejor en los a?os cincuenta o sesenta los chicos encontraban un lugar en el mundo¡±.
¡°Desde el punto de vista de la salud p¨²blica, la emergencia de las conductas de riesgo es un fen¨®meno moderno ¡ªsostiene Le Breton¡ª ?Por qu¨¦? Por un lado, hay una individualizaci¨®n de nuestra sociedad: por largo tiempo, uno ha pertenecido a una cultura de clase y ha sido asumido por esa sociedad que brindaba los valores y la orientaci¨®n. En el mundo contempor¨¢neo, cada uno est¨¢ librado a s¨ª mismo: hay que inventar el propio camino y decidir permanentemente nuestros valores. La individuaci¨®n de la juventud se traduce, para muchos de ellos, en el acercamiento al riesgo (en Francia, se estima que son entre el 15% y el 20% de los j¨®venes y encontramos las mismas cifras en Am¨¦rica del Sur, en ?frica o en Corea, por ejemplo). Es una minor¨ªa, pero un 15% de un segmento poblacional es bastante considerable. En Estados Unidos, al problema se agrega el que las armas son de venta libre. En Jap¨®n, hay much¨ªsimos m¨¢s suicidios. Es decir, con especificidades locales, el hecho es que globalmente hay grandes dificultades para entrar en la vida¡±.
Le Breton habla de la ¡°individuaci¨®n de sentido¡± como causa pol¨ªtico-social, y tambi¨¦n de la ¡°desinstitucionalizaci¨®n, especialmente de la familia: hoy la estabilidad de la pareja parental es muy precaria, y los hijos suelen quedar tironeados entre los dos padres. Uno no crece m¨¢s con los padres, se acaban las referencias, y esto contribuye a fragilizar la relaci¨®n del ni?o con el mundo¡±. Ante la repregunta, el soci¨®logo se apura a explicar: ¡°No es una cr¨ªtica a la liberalizaci¨®n de la mujer, porque si los padres saben encontrar los momentos para dialogar con sus hijos, no hay problemas¡±.
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