Publicidad invasiva y copas baratas, las ¡®trampas¡¯ de los salones de juego

EL SOL SE ha levantado espl¨¦ndido y la multitud que camina por la avenida de la Albufera, en Madrid, pr¨¢cticamente tiene que abrirse hueco a codazos. Es un d¨ªa entre semana en el popular distrito de Puente de Vallecas. En la acera, frente a una hilera de puestos de venta ambulante, se suceden los locales en los bajos de los edificios de viviendas. En apenas 250 metros cuadrados, una decena de comercios se dedican al mismo negocio: son salones de juego. A sus puertas se agolpan varios hombres. Un par de ellos charlan mientras comparten una lata de cerveza. Otros tres parecen tan j¨®venes que lo primero que pasa por la cabeza es que deber¨ªan encontrarse en el instituto a estas horas.

Con el d¨ªa en su apogeo, entrar en uno de estos salones resulta parecido a meterse en una cueva. No todos son iguales, pero en este se hace la oscuridad a pesar de los colores que centellean desde las m¨¢quinas. Al no filtrarse el sol por las vidrieras, no se sabe si es de d¨ªa o de noche. Tampoco hay reloj que sirva de referencia. Dentro se distinguen tres espacios donde se reparte una quincena de personas, la mayor¨ªa varones. Uno, donde la gente sujeta vasos de papel con monedas, est¨¢ poblado por tragaperras. Otro lo preside una ruleta rodeada de un grupo que fuma cargando el espacio de humo, maquillado con un dulz¨®n ambientador de fruta. En el tercero se despliegan terminales de apuestas deportivas, que recuerdan a las m¨¢quinas recreativas, y televisiones que retransmiten partidos.

"En 2009 empez¨® a aparecer alg¨²n caso de adictos a las apuestas", dice la psic¨®loga Bayta D¨ªaz. "Para 2017 eran el 43% de los casos que atendemos".?

Hasta no hace tanto, esos locales fueron tiendas de barrio. De 2008 a 2017 se registr¨® un crecimiento del 29% en el n¨²mero de salones de juego (y un aumento del negocio del 10%), producido por una reconversi¨®n del sector debida a la crisis. Ahora, m¨¢s de tres millones de personas visitan anualmente los 3.150 salones que se reparten por el pa¨ªs, gestionados por una veintena de cadenas. En 2012 se concedieron las primeras autorizaciones de juego online. Y ya existen 52 empresas con licencia, 833.525 cuentas activas cada mes y 1.465.129 jugadores. Con este panorama, la situaci¨®n ha dado un vuelco. Y no hablamos de la disposici¨®n de los negocios en las calles, sino del agravamiento de la ludopat¨ªa, espoleado por las apuestas deportivas, permitidas desde 2008. ¡°Desde hace cuatro a?os es una epidemia brutal, estamos desbordados¡±, asegura Julio Abad, psic¨®logo de la fundaci¨®n Patim, dedicada a la prevenci¨®n y tratamiento de adicciones en Valencia y Castell¨®n. ¡°A partir de 2009-2010 empez¨® a aparecer alg¨²n caso espor¨¢dico de adictos a las apuestas¡±, agrega Bayta D¨ªaz, de la asociaci¨®n madrile?a Apal. ¡°Y para 2017 ya eran un 43% de los casos nuevos que atendemos¡±.

Reconocida como una enfermedad dentro de los trastornos de los h¨¢bitos y del control de los impulsos por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la ludopat¨ªa se desencadena sin sustancia, a diferencia de la adicci¨®n al alcohol o las drogas. Pero es igualmente capaz de conducir a la deuda y hasta a la ruina. A la mentira y al robo. A la destrucci¨®n de las relaciones personales y al aislamiento. Incluso a la c¨¢rcel y, en ¨²ltimo extremo, a la muerte. Para este reportaje han aportado su testimonio an¨®nimo una persona que se autolesionaba y otra que intent¨® suicidarse.

M¨¢s de 309.000 individuos, el 0,9% de la poblaci¨®n de entre 18 y 75 a?os (tramo de edad que se aplicar¨¢ a todos los datos poblacionales), sufren adicci¨®n al juego, seg¨²n la Federaci¨®n Espa?ola de Jugadores de Azar Rehabilitados. La tasa es menor de acuerdo con un estudio de la empresa Codere y la Universidad Carlos III (Percepci¨®n social sobre el juego de azar en Espa?a 2018): entre el 0,5% y el 0,7% de la poblaci¨®n, segmento en el que los inmigrantes j¨®venes pueden representar entre el 25% y el 33%. Esta enfermedad no es nueva: el juego privado (casinos, bingos) se legaliz¨® en 1977; los salones de juego y las tragaperras ¡ªde las que hay 200.000 en Espa?a¡ª, a principios de los ochenta. Fue en esa d¨¦cada cuando empezaron a tratarse los primeros lud¨®patas. Con la expansi¨®n de las apuestas y el juego online se ha modificado el perfil del paciente. ¡°Cada vez llegan m¨¢s j¨®venes, m¨¢s endeudados, y desarrollan un comportamiento patol¨®gico con m¨¢s rapidez: a veces en cuesti¨®n de meses¡±, ilustra D¨ªaz.

Roberto Fontaneda vive en Alar del Rey, localidad palentina de mil habitantes. Tiene 20 a?os y cara de ni?o pese a su tama?o y su voz grave. Empez¨® a jugar al filo de la mayor¨ªa de edad y en ¡°a?o y medio o dos a?os¡± ya mostraba una conducta problem¨¢tica. Su caso es paradigm¨¢tico de la actual hornada de lud¨®patas. ¡°La primera vez que me jugu¨¦ dinero fue a las chapas¡±, recuerda. Cuando inauguraron un sal¨®n de juego en la cercana Aguilar de Campoo (7.000 habitantes), se anim¨® a pasarse con sus amigos ¡°para echar unas risas y tomar unas cervezas¡±. En estos locales, la bebida y la comida son llamativamente baratas. Hay desayunos por dos euros. Y copas a cuatro. ¡°El primer d¨ªa ganamos, y creo que ese fue el detonante porque te enga?as y dices: ¡®Voy a volver¡±.

Frente a la simplicidad de las quinielas, las apuestas deportivas se rodean de un aura de complejidad. Es posible arriesgar dinero a decenas de partidos en vivo o por disputar. Durante el encuentro se puede intentar adivinar alg¨²n desenlace, como qu¨¦ jugador va a recibir una tarjeta. Adem¨¢s, se permite realizar apuestas combinadas. Hay 30 o 40 deportes y ligas donde elegir, masculinos y femeninos. F¨²tbol y baloncesto son los m¨¢s populares, pero se oferta desde el surf hasta los e-sports. Y no solo cabe apostar en encuentros disputados en Espa?a: la selecci¨®n de pa¨ªses es tan amplia (sobre todo en f¨²tbol) que abarca desde Botsuana hasta Om¨¢n. ¡°Otro problema es que en Internet no hay horarios ni distancias¡±, agrega Abad. ¡°Y la publicidad normaliza el juego porque crea estereotipos positivos¡±.

Fontaneda participa semanalmente en la terapia de grupo de la asociaci¨®n burgalesa Abaj. Acude acompa?ado de su madre, pues los familiares tambi¨¦n padecen las consecuencias. Para este joven, su obsesi¨®n se llamaba ruleta. Como ocurre con las apuestas deportivas, que muchas veces se realizan al calor del directo, se trata de un juego de ¡°respuesta r¨¢pida¡±: se puede ganar o perder en cuesti¨®n de un momento, cualidad clave para la aceleraci¨®n de los s¨ªntomas de la ludopat¨ªa. En las apuestas confluyen adem¨¢s nociones como el ¡°sesgo de conocimiento¡±: la creencia de que se puede vencer a la suerte con lo que se sabe de f¨²tbol o baloncesto. Pedro (nombre ficticio), de 39 a?os, recibe terapia en Patim. Es licenciado en Ciencias del Deporte. Tras dejar las apuestas por un tiempo, decidi¨® jugarse un euro en una cena. ¡°Reca¨ª de forma brutal: gast¨¦ todos mis recursos, los familiares, los de mi empresa¡±. Cuando toc¨® fondo, hab¨ªa acumulado una deuda de 100.000 euros de su salario y pr¨¦stamos de allegados y bancos. En despachos de abogados como el madrile?o ActivaT refieren casos de menores que generan deudas de juego a trav¨¦s de compa?¨ªas de microcr¨¦ditos. J. A., que lleg¨® a malgastar 200.000 euros, habla de ¡°mafias de usureros¡±. ¡°Se pasean por el sal¨®n, ven el problema que tienes y se ofrecen a dejarte dinero. Luego te tienen controlado¡±.

Al pensar en publicidad de juego, quiz¨¢ venga a la mente un spot especialmente taladrante. ¡°Vive, vive, vive. Apuesta, apuesta, apuesta¡±. Solo es uno de tantos: en 2018, InfoAdex contabiliz¨® 334.688 inserciones en radio, televisi¨®n, prensa y cine. El 48% fueron de loter¨ªas y el 39% de apuestas. Existe un c¨®digo de conducta para la promoci¨®n del juego en l¨ªnea supervisado por Autocontrol, pero no es de obligado cumplimiento. Hace poco, no obstante, el organismo impuso una sanci¨®n a 888, la casa que se promociona a base de imperativos, ya que infring¨ªa la norma de no reflejar ¡°una actitud compulsiva¡±. Protagonizado por un ej¨¦rcito de h¨¦roes deportivos y televisivos, el sector reconoce este hostigamiento medi¨¢tico como un elemento pernicioso para su imagen. ¡°El reglamento de publicidad a¨²n no ha salido, y eso nos ha hecho da?o¡±, lamenta Alejandro Landaluce, director de Cejuego, patronal que aglutina a empresas como Cirsa, Luckia o Codere. ¡°Pero si ahora se puede poner publicidad en todos los partidos, yo lo voy a hacer porque si no lo har¨¢ mi competencia¡±.

El perfil sociol¨®gico de los clientes de salones de juego es eminentemente masculino (64,2%) y joven (el 68% son menores de 34 a?os), cifras que fluct¨²an en el caso de usuarios de apuestas deportivas: el 88% son hombres y el 55,9% son menores de 34. ¡°Los hombres suelen buscar el dinero y la excitaci¨®n, mientras que las mujeres juegan por soledad¡±, ilustra Sandra Cuevas, psic¨®loga de Ajupareva, en Valladolid. En esta asociaci¨®n, un 9,6% de los lud¨®patas son las. En alguna terapia, los varones han recriminado a las mujeres que dejaran solos a sus hijos cuando iban al bingo. Visto el estigma, aqu¨ª han establecido un grupo de terapia femenino al que acuden entre seis y ocho pacientes. De las 17 que se tratan en esta asociaci¨®n, una es adicta a las apuestas y dos al juego online. Las dem¨¢s responden a un perfil cl¨¢sico del lud¨®pata. Mar¨ªa Jes¨²s se enganch¨® a las tragaperras. Miriam, al bingo. Lo mismo que Mercedes, quien, para intentar recuperar lo que perd¨ªa con los cartones, jugaba a los rascas de la ONCE.

Un 45% de la industria del juego est¨¢ copada por el sector p¨²blico (loter¨ªas, ONCE). El resto del pastel corresponde a la empresa privada, tanto en su modalidad presencial como en Internet. La parte virtual, legalizada en 2011, la supervisa Hacienda a trav¨¦s de la Direcci¨®n General de Ordenaci¨®n del Juego. Desde 2018, los operadores en Internet pueden tributar de manera reducida en Ceuta y Melilla, y varios ya han trasladado all¨ª sus sedes. La vertiente f¨ªsica, del otro lado, es de competencia auton¨®mica. De ah¨ª que, dependiendo de d¨®nde nos encontremos, podremos ver m¨¢quinas de apuestas en bares (Galicia, Valencia); un mont¨®n de estos negocios acumulados en una sola zona (a diferencia, por ejemplo, de Catalu?a, donde debe haber una distancia de 1.000 metros entre ellos); regiones donde est¨¢ prohibida la publicidad de apuestas en espacios deportivos (Arag¨®n) o en las televisiones y radio auton¨®micas, como Madrid, cuya regulaci¨®n se ha endurecido en abril con un decreto que establece multas de 9.000 euros y cierre temporal por la presencia de menores en salas de juego, y se suma a otras 14 comunidades en marcar distancias entre estos negocios y los colegios o institutos. Hasta la aprobaci¨®n del nuevo decreto, uno de cada cuatro centros de bachillerato y FP de Madrid se encontraba a menos de 150 metros de un sal¨®n de juego.

Asociaciones de vecinos y de padres de alumnos empezaron a lanzar se?ales de alarma hace un par de a?os. La industria asegura no ver justificaci¨®n. ¡°Hay una percepci¨®n muy superior a la realidad¡±, dice Landaluce, ¡°y una de las causas es la publicidad, que estamos de acuerdo en regular, pero no prohibir¡±. En pa¨ªses como Italia o en la Comunidad de Madrid ya est¨¢ vetada. En el ¨¢mbito estatal, en Espa?a se anuncia el juego online, pero no as¨ª el presencial, cuya promoci¨®n est¨¢ restringida o prohibida por las comunidades. En su programa electoral, Podemos propone hacer desaparecer toda publicidad, as¨ª como limitar los horarios de apertura de los locales.

A lo largo de 2018 se contabilizaron 3334.688 anuncios de juego en radio, televisi¨®n, prensa y cine.?

Frente a las loter¨ªas o la ONCE, el sector privado se considera maltratado. ¡°Esta es una actividad totalmente regulada y nos preocupa que se nos trate con diferente rasero. Si el juego p¨²blico hace promoci¨®n con ni?os cantando la loter¨ªa e incluso tienen un sorteo del Ni?o, nadie se escandaliza¡±, protesta Jos¨¦ Gonz¨¢lez, presidente de Luckia. Su menci¨®n a los menores no es balad¨ª: una parte importante del malestar que genera la industria proviene de la falta de medidas estrictas para impedir el acceso al juego por parte de los m¨¢s j¨®venes. Para entrar a un casino o bingo se solicita identificaci¨®n. A un sal¨®n se pasa libremente. En el interior se pide la documentaci¨®n para hacer apuestas: al mostrar el carn¨¦, se entrega un c¨®digo PIN para activar la terminal. Pero esto no ocurre con la ruleta o las tragamonedas. La polic¨ªa est¨¢ intensificando su control, pero no hace falta pasar demasiado tiempo ante un sal¨®n para percatarse de la presencia de adolescentes. A veces estos le dan a un mayor de edad el dinero para que realice las apuestas. Tambi¨¦n recurren a documentos de identidad falsos o ajenos. O reutilizan el tique del PIN de alguien que lo haya tirado. Todas tretas que se reproducen entre los autoprohibidos: lud¨®patas que tratan de frenar su problema inscribi¨¦ndose en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego, una lista negra para que les impidan el acceso a establecimientos y webs. En 2017 hab¨ªa 41.117 registrados, 10.000 m¨¢s que en 2012.

M¨¢s all¨¢ de menores y autoprohibidos, otro colectivo que los necesita es el de los ganadores, ya que muchas casas de apuestas los vetan. Uno de los m¨¢s destacados de Espa?a se llama Gonzalo Arroyo, burgal¨¦s de 34 a?os que ejerce de tipster. Esto es, pronostica apuestas profesionalmente. Estudia a los jugadores, los partidos, sus estad¨ªsticas y dem¨¢s contingencias. Y ofrece sus predicciones en paquetes mensuales de entre 150 y 600 euros, dependiendo de la exclusividad de sus servicios. ?l mismo realiza esas apuestas en varias p¨¢ginas a la vez. A pesar de que muchas empresas proh¨ªben o limitan a los ganadores para que solo puedan apostar peque?as sumas, existen subterfugios. Por ejemplo, hay sitios web extranjeros que no ponen restricciones a qui¨¦n o cu¨¢nto apuesta.

El de tipster es un trabajo a tiempo completo. Exige estar colgado del m¨®vil o el ordenador porque la mayor¨ªa de apuestas se llevan a cabo en directo. Arroyo, formado como ingeniero, se introdujo en este mundo mientras preparaba curr¨ªculos en 2012. ¡°Al principio apostaba al tenis profesional, pero de repente vi que hab¨ªa gente que apostaba por otro tipo de tenistas que yo no conoc¨ªa. Era el tenis de menor categor¨ªa, el ITF¡±, recuerda. ¡°Entonces empec¨¦ a analizar las p¨¢ginas que recopilan estad¨ªsticas y a hacer mis propias apuestas y compartirlas. ?Por qu¨¦ el ITF? Porque en este mercado se genera dinero. En el tenis profesional est¨¢ todo muy ajustado: es muy dif¨ªcil ganar a largo plazo, las casas de apuestas no pierden. Pero aqu¨ª, al ser tenistas desconocidos, a los analistas de las casas les costaba ajustar las cuotas. Aunque han ido mejorando¡±.

Al principio, Arroyo publicaba sus pron¨®sticos en redes sociales gratuitamente. Poco a poco fue ganando fama. Y dinero. En 2014 cre¨® BetStyle, una plataforma de pronosticadores, con un par de socios. Desde que comenz¨®, ha cerrado todos los meses en positivo, con una rentabilidad media del 34%. Tiene las ideas muy claras: ¡°No quiero que mis clientes lo vean como apostar, sino como una inversi¨®n en apuestas. Para m¨ª es algo muy serio. Pero hay personas que ensucian este trabajo¡±. No se refiere solo a los falsos pronosticadores, sino a los ama?os: ¡°Muchos tenistas que participan en los torneos ITF no ganan ning¨²n premio, as¨ª que hay gente que les ofrece dinero para manipular el resultado. Algunos deportistas se ofrecen a ello¡±.

En las casas de apuestas, cada vez m¨¢s profesionales desempe?an una labor parecida a la de Arroyo. Solo que con otro nombre: traders. En Codere tienen contratados a una veintena. Su oficina se despliega en una sala doble revestida de pantallas. Como una especie de Bolsa de valores deportiva. Estos profesionales viven con un ojo en sus ordenadores y otro en los partidos. Provenientes de carreras relacionadas con las matem¨¢ticas y apasionados del deporte, el grupo est¨¢ liderado por el brit¨¢nico Peter Lucas: ¡°Analizamos la expectativa de goles, la supremac¨ªa de un equipo u otro, e introducimos los par¨¢metros en un modelo de distribuci¨®n de Poisson: as¨ª convertimos los datos en una probabilidad del n¨²mero de goles que va a marcar cada equipo¡±, ilustra. ¡°De ah¨ª se pueden derivar un mont¨®n de mercados y cuotas: qui¨¦n va a ganar, qu¨¦ marcador, n¨²mero de goles en el primer o segundo tiempo¡­¡±.

?Llegado de la compa?¨ªa inglesa William Hill, el ejecutivo ha participado en el proceso de nacimiento y desarrollo de las apuestas en Espa?a. ¡°Cuando empezamos, en 2008, trabaj¨¢bamos con gente mirando el partido y cambiando las cuotas manualmente. Solo ofrec¨ªamos 50 partidos cada semana con tres o cuatro mercados distintos en cada partido porque es imposible controlar m¨¢s sin tecnolog¨ªa¡±, recuerda Lucas. Poco despu¨¦s del desembarco del directivo llegaron los canales de deportes 24 horas, las plataformas en l¨ªnea fiables, las cuotas din¨¢micas, el uso extendido de smartphones y tabletas¡­ Y el negocio se propuls¨®. Se trata de la parte m¨¢s innovadora de una industria en plena efervescencia. Un negocio que unos desean ver desaparecer y otros buscan que madure y crezca. ¡°Queremos que los clientes se queden con nosotros a?os y a?os¡±, dice Lucas. ¡°Mucha gente no lo cree, pero restringimos la actividad si detectamos que alguien no est¨¢ pensando, si est¨¢ demasiado involucrado en el juego¡±.