La democracia no hace milagros
La extrema derecha que ha llegado a las instituciones y a los gobiernos no se ha moderado, y a quienes se les arriman, se los comen electoralmente
Ha dicho Santiago Abascal una verdad como un templo al inicio de esta campa?a electoral: que Vox ya ha ganado las elecciones. Ha impuesto la agenda y ha desquiciado a PP y Ciudadanos hasta volver, en ocasiones, irreconocibles a sus l¨ªderes e indistinguibles sus discursos. Este es, de antemano, su triunfo.
Hoy sabemos ya que, por mucho que la ¨²ltima semana incline a los indecisos, el Parlamento que salga de las elecciones del 28 de abril ser¨¢ un Parlamento m¨¢s fragmentado ¡ªesto no es malo necesariamente¡ª y mucho m¨¢s polarizado ¡ªesto complica los acuerdos y la convivencia¡ª. Si las encuestas publicadas hasta esta semana aciertan, entrar¨¢ en la Carrera de San Jer¨®nimo un quinto partido ¡ªVox¡ª en condiciones num¨¦ricas de tutearse con, al menos, otros dos ¡ªUnidas Podemos y Ciudadanos¡ª, y situado clara e inequ¨ªvocamente en la extrema derecha. Cinco partidos de los llamados grandes, m¨¢s el nacionalismo perif¨¦rico, m¨¢s el independentismo catal¨¢n. Y visto lo visto en los ¨²ltimos a?os y en la campa?a, p¨ªdanle consenso, amplitud de miras y amor a la patria a quienes huelan debilidad parlamentaria en el inquilino del palacio de La Moncloa.
Salvo sorpresa may¨²scula al abrirse las urnas, salvo una participaci¨®n abrumadora que incline la balanza, el d¨ªa 29 de abril tendremos unas Cortes divididas casi por la mitad en dos bandos, sea cual sea el reparto interno en cada uno de ellos. Y mientras en la izquierda pesa m¨¢s el partido que llega electoralmente hasta el centro, en la derecha arrastra a los dem¨¢s el situado en el extremo. As¨ª que la enorme paradoja a la que podemos enfrentarnos es que los problemas que explicar¨ªan el crecimiento de Vox no tendr¨¢n arreglo, precisamente, por la presencia de Vox en las instituciones. Asuntos como la racionalizaci¨®n y actualizaci¨®n de la Espa?a de las autonom¨ªas, la financiaci¨®n p¨²blica necesaria para que el Estado del bienestar ¡ªla educaci¨®n, la sanidad y las pensiones¡ª corrija la desigualdad y no la agrave, o las pol¨ªticas p¨²blicas necesarias para reducir la brecha generacional, la brecha de g¨¦nero o la brecha campo-ciudad.
Y no, la democracia no hace milagros. La extrema derecha que ha llegado a las instituciones y a los Gobiernos occidentales no se ha moderado, y a quienes se les arriman, se los comen electoralmente. Como acaba de ocurrir en Finlandia.
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