Los cruzados no dejaron rastro en Tierra Santa
El ADN de varios caballeros muestra que se mezclaron con la poblaci¨®n local pero sus genes se perdieron en la historia
Durante 200 a?os, miles de europeos de toda condici¨®n, desde reyes hasta bandidos, fueron a oriente a combatir al infiel en las Cruzadas. En sus intentos de recuperar Jerusal¨¦n, que tomaron en 1099 y retuvieron hasta 1187, los cristianos guerrearon con los musulmanes fatim¨ªes, los turcos sely¨²cidas o los mamelucos de Saladino. El an¨¢lisis del ADN de una decena de cruzados muestra que se mezclaron con la poblaci¨®n local. Pero tambi¨¦n desvela que el rastro gen¨¦tico de aquellos soldados, algunos posiblemente hispanos, ha desaparecido de los actuales pobladores de la zona.
Hace unos a?os, en el yacimiento arqueol¨®gico de Sid¨®n (L¨ªbano), los arque¨®logos encontraron dos fosas con los restos de 25 personas. En la mayor¨ªa apreciaron marcas de una muerte violenta. Junto a ellos tambi¨¦n se hallaron una moneda acu?ada en Italia entre 1245 y 1250 y cinco hebillas de estilo europeo. "Les realizamos el an¨¢lisis del carbono 14 en el acelerador de Oxford, que confirm¨® la dataci¨®n de los enterramientos", dice?Claude Doumet-Serhal, directora de las excavaciones y coautora del estudio. Estaban ante un grupo de cruzados enterrados en la parte final de la era de las Cruzadas, un tiempo iniciado tras el llamamiento del papa Urbano II a la primera cruzada, en 1095, y que acab¨® en 1291, con la ca¨ªda de San Juan de Acre. Sid¨®n fue de las ¨²ltimas plazas que entregaron los cristianos.
Tres de los cruzados eran probablemente de origen hispano
Ahora, los cient¨ªficos han podido extraer y analizar el ADN de varios de aquellos restos. No era tarea f¨¢cil: en climas c¨¢lidos y h¨²medos como el de la franja costera del actual L¨ªbano, el material gen¨¦tico se deteriora y contamina con gran facilidad. De hecho, solo lograron leer el genoma de nueve de los cuerpos. Lo primero que comprobaron fue que todos eran hombres. Aprovecharon que el cromosoma Y solo se transmite de padres a hijos para determinar el origen de los enterrados. En gen¨¦tica de poblaciones, la evoluci¨®n humana ha ido conformando diferencias en este cromosoma, lo que ha permitido crear mapas gen¨¦ticos (haplogrupos) solapados con los geogr¨¢ficos. Para tener una imagen completa, los compararon con el perfil gen¨¦tico de libaneses actuales y habitantes de Sid¨®n cuando esta era colonia romana.
Los resultados del an¨¢lisis, publicados en American Journal of Human Genetics, han permitido diferenciar tres grupos de personas entre aquellos nueve. Por su cercan¨ªa gen¨¦tica con los habitantes del L¨ªbano de hoy y los de la Sid¨®n romana, cuatro deb¨ªan de ser locales. Otros tres ser¨ªan europeos y hay dos m¨¢s que deb¨ªan de ser descendientes de cruzados y poblaci¨®n local. Se plantean entonces dos posibilidades: o la cruzada estaba protagonizada por un grupo muy heterog¨¦neo o en la fosa enterraron a combatientes de los dos bandos.
"Creemos que los mediorientales de la fosa luchaban con los cruzados, no contra ellos, ya que la poblaci¨®n moderna m¨¢s cercana gen¨¦ticamente a aquellos son los cristianos libaneses", comenta el investigador del Wellcome Sanger Institute y principal autor del estudio, Marc Haber. Los ej¨¦rcitos ¨¢rabes que combat¨ªan a los cruzados estaban formados en su mayor¨ªa por pobladores del interior de Oriente Pr¨®ximo, como iraqu¨ªes, kurdos, sirios, turcos o egipcios. En cuanto a los tres claramente europeos, al comparar su perfil con el de otras bases de datos gen¨¦ticas tanto de ADN antiguo como moderno, vieron que dos de ellos proced¨ªan de Europa occidental, pudiendo ser espa?oles, franceses e italianos del norte, mientras que el tercero estar¨ªa relacionado con los habitantes de Cerde?a.
Los investigadores se detuvieron en especial en el estudio de los dos que parec¨ªan fruto del mestizaje. Haciendo simulaciones combinando ADN de distinas poblaciones llegan a la conclusi¨®n de que uno de ellos, nombrado?SI-53, deb¨ªa de ser hijo de liban¨¦s medieval y padre (o madre) croata o h¨²ngaro. En el otro caso, el de SI-41, ser¨ªa de ascendencia hispana. "Era una mezcla, la mitad de su genoma autos¨®mico proced¨ªa del norte de Espa?a, la otra mitad de Oriente Pr¨®ximo. Tambi¨¦n pudimos ver que porta el cromosoma Y t¨ªpico del norte de Espa?a", sostiene Haber.
El profesor del Instituto de Biolog¨ªa Evolutiva (UPF-CSIC) Francesc Calafell lo explica: "Cuando se fijan los cromosomas Y (que llevan los varones y se trasmiten de padre a hijo) y el ADN mitocondrial de los cruzados no hay muchas sorpresas, pero en el caso de SI-41 se confirman los resultados anteriores y queda claro que era seguramente de padre ib¨¦rico y madre medioriental". Este individuo ten¨ªa un haplogrupo cromosoma Y llamado R1b-DF27. En 2017 Calafell y otros colegas vieron que este haplogrupo se halla en un 70% de los vascos, el 40% del resto de los espa?oles y los portugueses, pero que al norte de los Pirineos es muy raro. "?Quiere decir esto que SI-41 era hijo de un vasco? No, ya que los vascos son una minor¨ªa y DF27 tambi¨¦n es bastante frecuente fuera del Pa¨ªs Vasco", a?ade Calafell, que no ha intervenido en este estudio.
La mezcla gen¨¦tica entre cruzados y poblaci¨®n local no fue tan generalizada como para que perdurara hasta la actualidad
Pero el resultado m¨¢s llamativo quiz¨¢ sea que, confirmada la mezcla que se produjo entre oriente y occidente durante 200 a?os, no haya rastro de los cruzados en los libaneses de hoy. Al comparar el genoma de aquellos mestizos con los de la Sid¨®n romana y los actuales del L¨ªbano, estos son claros descendientes de los m¨¢s antiguos, pero no de los medievales. La explicaci¨®n podr¨ªa estar en las matem¨¢ticas. La mezcla en los tiempos de los cruzados no fue lo suficientemente generalizada como para dejar un rastro gen¨¦tico cuantificable en las poblaciones actuales y sin nuevas aportaciones europeas su parte ir¨ªa perdiendo importancia.
Como dice el responsable del grupo de evoluci¨®n humana del Wellcome Sanger Institute y autor s¨¦nior del estudio, Chris Tyler-Smith, "esto pudo diluir la contribuci¨®n gen¨¦tica europea hasta que, tras unas cuantas generaciones, no fuera detectable". En todo caso, aunque el ADN de aquellos cruzados no haya perdurado ha permitido saber que no solo hicieron la guerra.
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