Caminar hacia el planeta deseado
Espa?a va con retraso en la consecuci¨®n de las 169 metas globales previstas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Deben coordinarse esfuerzos para alcanzarlas
Hay mucha gente a la que le preocupa el futuro del planeta. Seguro que son conscientes de que, mal que nos pese, siempre ser¨¢ imperfecto, pues est¨¢ marcado por las incertidumbres. Estas las provocan sucesos diversos. Unos le son propios, procedentes del medio natural en forma de din¨¢mica atmosf¨¦rica, pulsiones geol¨®gicas y muestras de biodiversidad, y sus interconexiones en ritmo r¨¢pido o lento. Otros vienen de la apropiaci¨®n social y econ¨®mica que la humanidad ha construido a partir de su uso: de un lado, la pr¨¢ctica antropoc¨¦ntrica, que entendi¨® que todo estaba a su servicio; de otro, el hecho de que el medioambiente se ha convertido en un espacio pol¨ªtico multivariable y cambiante, que se mejora o debilita con acciones u olvidos t¨®xicos, con tendencias de moralidad o presiones econ¨®micas bajo la forma de crecimiento.
Como poco a poco va calando una cultura ecol¨®gica, ya se entiende que para construir un escenario posible de sostenibilidad, ahora en entredicho, es imprescindible la implicaci¨®n de toda la sociedad, en sus ¨¢mbitos administrativos, econ¨®micos y culturales, tambi¨¦n los medios de comunicaci¨®n. Debe llevarse a cabo con compromiso y participaci¨®n particular hacia lo colectivo, con una intenci¨®n transformadora razonada y compartida, que busque eliminar afecciones pasadas graves para que, de ahora en adelante, se haga el menor da?o posible a la mayor cantidad de espacios, especies e individuos en los m¨²ltiples ¨¢mbitos que configuran el planeta. Esto, que hace unas d¨¦cadas pareci¨® una postura exagerada de grupos ecologistas, ahora es una imperiosa necesidad: urge adoptar un modelo de vida diferente. Todo lo anterior se apoya en la creencia de que bastantes males actuales tienen tratamiento sanador si toda la humanidad habla con el planeta, aunque a veces d¨¦ v¨¦rtigo. Hay que luchar contra ese presentimiento, escasamente razonado, de que vamos a perder sus mejores cualidades por mucho que hagamos.
En este contexto de cambio de modelo, la educaci¨®n (formal, no formal e informal) juega un papel principal. Hace 40 a?os se comenz¨® a hablar de educaci¨®n ambiental en Espa?a, en forma de actuaciones formativas o visitas a enclaves y servicios ambientales. En 1999, 20 a?os despu¨¦s, se publicaba el Libro blanco de la educaci¨®n ambiental en Espa?a, elaborado tras una sosegada reflexi¨®n de muchos colectivos ambientales, educativos y de la administraci¨®n. El informe Hacia una educaci¨®n para la sostenibilidad. 20 a?os despu¨¦s del Libro blanco de la educaci¨®n ambiental en Espa?a, que fue presentado el 9 de abril, supone una mirada reposada del pasado. A la vez, trata de impulsar el papel activo del asociacionismo y la profesionalizaci¨®n, de las organizaciones sociales y movimientos ciudadanos, de las administraciones central y auton¨®micas, de los colectivos sindicales y desde la empresa, de los medios de comunicaci¨®n y redes sociales, de los equipamientos y espacios naturales protegidos, de la educaci¨®n obligatoria y universitaria.
Como poco a poco va calando una cultura ecol¨®gica, ya se entiende que para construir un escenario posible de sostenibilidad es imprescindible la implicaci¨®n de toda la sociedad
El documento, impulsado desde la Red Espa?ola para el Desarrollo Sostenible (REDS) y el Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica, a trav¨¦s del Centro Nacional de Educaci¨®n Ambiental (Ceneam), en colaboraci¨®n con Ecoembes, concluye con una serie de reflexiones y propuestas para coordinar esfuerzos y perspectivas entre educaci¨®n, ambiente y sostenibilidad. Lo hace desde la consideraci¨®n del papel principal que juega la b¨²squeda de los 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS) y el camino hacia la Agenda 2030. Ambos deben suponer tanto la mejora de condiciones ambientales ¡ªla vida en los ecosistemas terrestres o ambientes acu¨¢ticos¡ª como la reparaci¨®n de metas sociales en temas de pobreza, hambre, educaci¨®n, salud y bienestar, igualdad de g¨¦nero, trabajo decente y digno, desigualdades, comunidades sostenibles, etc.. Todo ello dentro de una convivencia global que priorice la paz y la justicia y, sobre todo, logre alianzas para lograr estos objetivos.
En este camino, en el que Espa?a va con retraso en la consecuci¨®n de las 169 metas globales previstas en los ODS, deben coordinarse esfuerzos entre las distintas administraciones y entidades sociales de tal manera que, en sus agendas 2030, se concilien los intereses contradictorios que puedan venir de la coyuntura econ¨®mica o de aspiraciones ¨¦ticas de la sociedad, para que no se confirme la deslealtad hacia el planeta que ahora se muestra. Alguna entidad, quiz¨¢s el Ceneam dada su experiencia en la dinamizaci¨®n de seminarios sobre medioambiente, deber¨¢ servir de escenario de di¨¢logos para la b¨²squeda de compromisos. Se trata de descubrir las interconexiones entre deseos y realidades sociales con hechos y fen¨®menos en la naturaleza, tanto en su dimensi¨®n cercana como a escala global.
Al final, o al principio de todo, el objetivo de hacer un planeta m¨¢s sostenible consiste en superar el estigma de que la aportaci¨®n individual nada sirve para mejorar problemas complejos, tanto desde los colectivos y administraciones como por parte de la ciudadan¨ªa. En ese prop¨®sito, la Educaci¨®n para la Sostenibilidad deber¨¢ ayudar a tomar conciencia de que hay que estar preparados para mitigar los efectos de episodios cr¨ªticos en los que el medioambiente nos pondr¨¢ a prueba. Cada a?o que esperemos nos alejar¨¢ del horizonte de la Agenda 2030; dejar¨¢ al planeta sin el futuro deseado.
Javier Benayas es catedr¨¢tico de Ecolog¨ªa y miembro del consejo asesor de la Red Espa?ola para el Desarrollo Sostenible (REDS). Carmelo Marc¨¦n es investigador asociado al departamento de Geografi?a y Ordenacio?n del Territorio de la Universidad de Zaragoza.
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