El futurismo es un gran invento
No tiene demasiado inter¨¦s ver dos debates con los mismos candidatos en dos d¨ªas seguidos salvo que a uno le guste jugar al juego de las siete diferencias
La campa?a electoral entra en su ¨²ltima semana con dos debates consecutivos en la televisi¨®n. No tiene demasiado inter¨¦s ver dos debates con los mismos candidatos en dos d¨ªas seguidos salvo que a uno le guste jugar al juego de las siete diferencias. Ese que consiste en mirar dos dibujos que parecen iguales pero contienen siete detalles variados. Ese trampantojo casi desapareci¨® de los peri¨®dicos porque resultaba plano y aburrido despu¨¦s de jugarlo las primeras mil veces. Lo de los dos debates seguidos tambi¨¦n te gustar¨¢ si te gusta el teatro, donde la gracia est¨¢ en hacer lo mismo cada tarde y que parezca id¨¦ntico y distinto seg¨²n el estado de ¨¢nimo de quien lo interpreta y quien lo mira. Esta anomal¨ªa ha sido el resultado de la saturaci¨®n dial¨¦ctica, del calent¨®n hispano, de la formaci¨®n b¨¢sica de un esp¨ªritu nacional concebido entre el ¡°y t¨² m¨¢s¡± y el ¡°a m¨ª nadie me hace de menos¡±. Anda que no faltan debates en Espa?a, pero quiz¨¢ no el mismo dos noches seguidas. Lo que s¨ª es interesante es que el desencadenante del vodevil fuera que la Junta Electoral impidiera que un partido sin a¨²n representaci¨®n parlamentaria participara en el debate por delante de agrupaciones con diputados elegidos.
Aparenta ser un tecnicismo legalista, pero contiene un pulso entre realismo y futurismo. Hay un cierto tipo de persona, muy cabal, que detesta el futurismo porque considera que bastante tiene ya con sufrir el presente como para encima empezar a sufrir por el futuro cuando a¨²n no ha llegado. Lo m¨¢s gracioso es que la formaci¨®n excluida del debate envi¨® por error sus comunicaciones privadas a la prensa. En ellas recomendaba a sus mandos que se mostraran muy enfadados por haber sido apartados del debate televisado, pero reconoc¨ªa que la decisi¨®n les ven¨ªa de perlas para su estrategia de victimismo y evasi¨®n de la confrontaci¨®n con el periodismo cr¨ªtico. En un partido que presume de autenticidad y de venir a abofetear las hipocres¨ªas calculadoras de los dem¨¢s fue toda una declaraci¨®n de futuro. Somos como los dem¨¢s, ven¨ªan a confesar, por si alguien a¨²n lo dudaba. En esa pugna entre lo que hay que decir y lo que hay que callar se resuelve m¨¢s o menos toda una campa?a electoral vista con profesionalidad. A medida que los votantes van perdiendo inocencia, los candidatos se arman de cinismo. ?Qu¨¦ fue antes? Decidan ustedes.
En Ucrania, por si no lo saben, los dos candidatos en segunda vuelta se rebajaron a hacerse un an¨¢lisis de drogas y alcohol. Se arremangaron y se dejaron sacar sangre para ser estudiada al detalle. Gan¨® el actor, claro, jugaba en su terreno. Son peque?as conquistas de la democracia medi¨¢tica. De seguir as¨ª, los candidatos terminar¨¢n encerrados en una casa durante semanas o enviados en campa?a electoral a una isla de supervivientes donde ganar¨¢ quien mejor luzca el pareo, m¨¢s tozudo sea en la indignidad y muestre mayor solidez en su capacidad de aguante. ?Qu¨¦ le pedimos a un gobernante? Pues lo primero que le pedimos es que sepa manejarse en el mundo p¨²blico que hemos creado. Ya sabemos que es una taberna espantosa donde solo se escucha al que m¨¢s grita y al que m¨¢s llora, pero si resiste eso con apostura nos da pistas de que resistir¨¢ una cumbre europea sobre cuotas de pesca y una cena oficial con Trump o con Putin. El futurismo es un gran invento, pero bastante esfuerzo requiere enfrentarse al presente como para andar sufriendo por el futuro que a¨²n no ha llegado.
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