?C¨®mo pudo el autor del obituario de Elizabeth Taylor morir seis a?os antes que ella?
A veces el destino tiene un oscuro sentido del humor. Cuando la estrella falleci¨®, el hombre que firmaba su m¨¢s compartida necrol¨®gica llevaba mucho tiempo lejos de este mundo
Elizabeth Taylor muri¨® en marzo de 2011 con 79 a?os siendo todav¨ªa una de las grandes fuerzas de Hollywood. Ocho a?os despu¨¦s vuelve a menudo a la actualidad: hace poco lo ha hecho por los bocetos que Karl Lagerfeld dibuj¨® para ella en los sesenta y que est¨¢n siendo subastados por miles de d¨®lares. En todo caso, su presencia en los medios siempre ha sido constante tras su muerte. No tanto por su trabajo (llevaba retirada desde 2003), sino por su capacidad casi eterna para trascender espacios: fue un icono del cine, de la moda y de la vida social, se relacion¨® con todos los grandes artistas (Michael Jackson era uno de sus mejores amigos), fue una de las grandes valedoras de la lucha contra el sida (agarr¨® de la mano a Rock Hudson en su lecho de muerte cuando nadie se atrev¨ªa a tocarlo) y, a su manera, fue estandarte del feminismo, que la abraz¨® como un s¨ªmbolo de la mujer que no era perfecta (como Hollywood exig¨ªa en los a?os cincuenta), pero s¨ª aut¨¦ntica.
Hay casos m¨¢s extremos que el de Taylor: en el 'The New York Times' ten¨ªan escrito el obituario de Fidel Castro desde 1959 y, desde entonces, fue actualizado por 16 periodistas
Pero tal vez la trascendencia m¨¢s curiosa y desconocida de Taylor es la que tuvo respecto a su propio obituario: el hombre que lo firm¨® se hab¨ªa muerto seis a?os antes que ella. Mel Gussow, hist¨®rico cr¨ªtico teatral de The New York Times, fue el que firm¨® la pieza. Ten¨ªa cierto sentido que ¨¦l se encargase, ya que su primera cr¨ªtica fue para la versi¨®n teatral de ?Qui¨¦n tema a Virginia Woolf?, posteriormente una de las cumbres interpretativas de Taylor en su versi¨®n cinematogr¨¢fica. A su modo, se cerraba un c¨ªrculo. Pero un c¨ªrculo de trazo extra?o.
Gussow falleci¨® en 2005 a los 71 a?os. The New York Times le hab¨ªa encargado el obituario de Taylor muchos a?os antes de que la estrella falleciese. Es una pr¨¢ctica habitual en los medios de comunicaci¨®n, especialmente los diarios: es muy dif¨ªcil escribir en unas horas, como requieren los plazos de cierre, una cr¨®nica con extensi¨®n, rigurosidad y emotividad sobre una gran figura de la pol¨ªtica o de las artes. Por ello, muchos obituarios de celebridades que por edad o condiciones de salud tienen visos de abandonar este mundo m¨¢s pronto que tarde suelen estar escritos de antemano en los medios de comunicaci¨®n, prestos para ser r¨¢pidamente actualizados y publicados.
El caso de Liz Taylor era uno de esos que hac¨ªa pensar que en cualquier momento pod¨ªa fallecer, aunque aguant¨® a?os de enfermedad y padecimientos como una jabata: fue operada de un tumor cerebral en 1997, sufri¨® neumon¨ªa en el a?o 2000 y fue tratada por sufrir c¨¢ncer de piel en 2002. Eso s¨ª, hay casos muchos m¨¢s extremos: en el mismo peri¨®dico, The New York Times, ten¨ªan escrito el obituario de Fidel Castro desde 1959 y, desde entonces, fue actualizado por 16 periodistas. Castro no fallecer¨ªa hasta 2016, 57 a?os despu¨¦s.
Que Liz Taylor sobreviviese al autor de la cr¨®nica de su propia muerte es un poderoso s¨ªmbolo de su estatus de icono inmortal. Pero no fue la ¨²nica: antes de morir, Gussow tambi¨¦n dej¨® escrito el obituario del autor teatral y Nobel de Literatura Harold Pinter, que fallecer¨ªa en 2008. Y pueden salir m¨¢s todav¨ªa: en todos los peri¨®dicos del mundo hay cientos de obituarios escritos y listos para ser actualizados en cuesti¨®n de minutos si una gran figura nos abandona.
Si el destino es caprichoso y se levanta ir¨®nico ese d¨ªa, es posible que la extra?a haza?a de Liz Taylor se repita en cualquier momento.
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